Esta semana se celebró nuevamente el Carnaval de Barranquilla, como todos los años en esta época. Y como todos los años, al lado de las noticias sobre la alegría de la fiesta folclórica, leeremos nuevamente noticias sobre el disparo de infecciones de transmisión sexual (ITS) y embarazos no deseados como parte del guayabo después de las celebraciones.
Con motivo del carnaval, la Secretaría de Salud de la Gobernación del Atlántico lanzó la campaña "Yo me lo pongo, ¿y tú?" Ésta tiene como objetivo prevenir los embarazos no deseados y evitar la propagación de ITS durante las celebraciones, la repartición de 400.000 condones gratuitos, la entrega de volantes informativos, así como la participación de una comparsa con mensajes de promoción y prevención.
Frente a esto, el arzobispo de Barranquilla, monseñor Jairo Jaramillo, se pronunció calificando las acciones de las autoridades como un “desenfreno moral” que promueven un “ejercicio sexual completamente irresponsable”, y que más bien deberían enfocarse en “purificar el carnaval de excesos”.
Este tipo de campañas se han venido realizando por parte de las autoridades de salud durante los últimos tres carnavales. Según contó la Secretaria de Salud de Barranquilla, Alma Solano,
en Hora 20 la semana pasada, desde que comenzaron se ha visto una reducción significativa de alrededor de 4 puntos de la incidencia de nuevos casos de VIH, al mismo tiempo que éstos aumentan en el resto del país. Asimismo, se ha disminuido el pico de la tasa de natalidad que solía presentarse en los últimos meses del año, nueve meses después del carnaval, y el embarazo adolescente en Barranquilla se encuentra por debajo del promedio nacional.
El argumento que usa la iglesia de que la información sobre sexo seguro y/o la entrega de métodos de anticoncepción promueven la promiscuidad es común no solamente frente a campañas como estas, sino también respecto a la educación sexual en general. Sin embargo, es un argumento que carece de todo sustento. No solamente las cifras citadas por la Secretaria de Salud demuestran su efecto positivo, también hay abundante evidencia científica que confirma la relación entre una educación sexual integral y el retraso del inicio de las relaciones sexuales en adolescentes. Pero no solamente inician su vida sexual más tarde, sino que también son más proclives a utilizar métodos de anticoncepción cuando lo hacen. Asimismo, se reducen las tasas de embarazos no planificados y enfermedades de transmisión sexual.
Mensajes como el de la Secretaria de Salud de Barranquilla, “si vas a tener sexo, hazlo responsablemente y utiliza siempre condón”, es lo opuesto a promover un ejercicio sexual completamente irresponsable como lo sostiene la iglesia. Los resultados de las campañas justifican sin duda esta intervención.
Además, en un país donde más de la mitad de los nacimientos se deben a embarazos no deseados, casi una en cada cinco mujeres no conoce sobre ninguna ITS diferente al VIH; y cerca del 58% de las mujeres manifiestan que les ha hecho falta más educación sexual, las campañas de la Secretaría de Salud de la Gobernación del Atlántico durante el carnaval de Barranquilla son un ejemplo a seguir para otras autoridades. En todo tipo de espacios el país necesita más información y más herramientas para hacer uso de ella, y es una política que debe basarse en evidencia científica y estadísticas reales y no en juicios morales sin fundamento.
*Investigadora Centro de Derecho, Justicia y Sociedad - Dejusticia (www.dejusticia.org)