Inseguridad jurídica
La Justicia colombiana está haciendo agua, se está ahogando en un mar de contradicciones que nos tiene a todos en una inseguridad jurídica peligrosa. En la edición n.° 1680 de SEMANA se expone que “el entonces alcalde de Santa Marta, Hugo Gnecco, pidió la nulidad de la elección de Maya con el mismo argumento que hoy concede el Consejo de Estado: que en la Constitución no está expresamente permitida. No obstante, en esa ocasión, la Corte Constitucional no se pronunció con el argumento de que no era de su competencia pues era un asunto del Consejo de Estado. Extrañamente, Gnecco no llevó el caso a esa instancia”. Es decir, que la Corte Constitucional, quizá la más importante de todas porque protege a la Constitución y preserva el estado de derecho, omitió pronunciarse. Maya fue reelegido por un nuevo periodo que ahora Ordóñez tiene en duda. En caso de ser él destituido, ¿qué pasa con todas las actuaciones que hizo Maya en su periodo extra de cuatro años? ¿y qué pasa con las cortes que nominaron a Maya y a Ordóñez, y qué con los congresistas que los eligieron a ambos?
Lo curioso del caso es que constituyentes como Navarro Wolff que redactaron la Constitución consideran que si no está prohibida la reelección debería permitirse, mientras que otros argumentan que “el ciudadano particular puede hacer todo lo que no esté prohibido, pero el funcionario público solo lo que le está expresamente permitido”. Es decir que lo único claro que tiene nuestra Justicia es que no tiene nada claro, y las decisiones se toman al vaivén de intereses particulares. Como una pequeña muestra de lo mismo, la columna de Coronell de la misma edición (‘El tribunal de la alegría’), detalla las irregularidades en el Tribunal de Cundinamarca, donde los magistrados fallan sin impedimento para los intereses de sus amigos y familiares.
Víctor Andrés Valencia Samper
Bogotá
Del MinAmbiente
En su edición n.°1681, en la sección Enfoque, se le dio la calificación “Baja” al Viceministerio del Agua por las protestas por falta de agua de los habitantes de Yopal. Sobre este tema le informo que es el Municipio de Yopal el responsable y garante constitucional y legal del aseguramiento en la prestación de los servicios públicos domiciliarios, según lo establecido en los artículos 311 de la Constitución Política, 6 de la Ley 1551 de 2012 y 5 de la Ley 142 de 1994.
Sin perjuicio de lo anterior, el gobierno nacional, principalmente a través del Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio ha venido realizando el acompañamiento institucional y prestando la asistencia técnica requerida con las limitaciones generadas por las competencias de la Alcaldía. Las demoras para la contratación de la Planta de Tratamiento de Agua Potable, se han presentado por los retrasos en la entrega de los estudios y diseños definitivos contratados por la Empresa de Acueducto de Yopal, con recursos de la Gobernación, y sin los cuales no es posible la asignación efectiva de recursos de la Nación para financiar su ejecución y seguimiento.
De acuerdo con lo anterior es preciso señalar enfáticamente que el gobierno nacional, y en particular este ministerio y su Viceministerio de Agua, hemos cumplido en el marco de los compromisos asumidos y competencias legales a nuestro cargo, y que la problemática de Yopal en el tema del servicio público de acueducto es responsabilidad exclusiva de la administración municipal.
Natalia Andrea Trujillo Moreno, Viceministerio de Agua y Saneamiento Básico
Bogotá
Negociaciones de paz
En la entrevista que le hace María Jimena Duzán a Óscar Iván Zuluaga en su edición pasada (n.°1681) se ve claramente la falta de voluntad de paz de los uribistas. Pretender que una negociación del cese del conflicto esté condicionada a favor de unos o de otros está visto que no va a ningún lado. Los colombianos deseamos que haya paz ya, estamos hartos de culpar a los otros. Queremos hechos concretos. No se trata de hacer concesiones y entregarle el país a las Farc como sugiere el excandidato, se trata de un basta ya.
Miguel Padilla
Medellín
Drama en La Guajira
Los felicito por el especial S.O.S La Guajira, que aparece en la edición n.° 1681. Es aterrador saber que en un país con semejante potencial de recursos tengamos niños muriéndose de hambre. Es impensable que sean dos niños al día y que no se haga nada. Permitir que esto pase es tan grave como la misma violencia de la que pretendemos salir desde que los colombianos tenemos memoria. Ojalá su informe sirva para despertar conciencia en las autoridades competentes y consigan que estas se pronuncien y que procedan con soluciones reales para esta dramática situación.
Señores del gobierno, no olviden que Colombia no solo está compuesta por las ciudades capitales y que tiene más problemas aparte de la guerra.
Patricia Ramírez
Bogotá
Terror en la tierra
El artículo ‘Terror en el cielo’ edición n.°1681 me dejó realmente preocupado. La noticia es simplemente tenebrosa. Un avión, con cientos de civiles a bordo, con cientos de personas que iban para algún lugar a continuar sus vidas, queda totalmente destruido por un misil que lo atraviesa en un segundo. ¿Todo para qué?
Sin embargo, mi preocupación va más allá de ese triste episodio, el cual bajo ninguna circunstancia debió haber sucedido, y se trata de mi desazón por leer este tipo de noticia en un modo cada vez más indiferente. Los costos de la guerra son inconcebibles y aun así, no solo es evidente que los horrores de la humanidad se repiten una y otra vez, sino que respaldan la incertidumbre de vivir en un mundo en donde la sed de poder, la intolerancia y el odio dirigen el rumbo de la historia. El terror no es en el cielo, es aquí en la tierra, donde todos los días mueren personas inocentes por causa del embrujo funesto de ciertas minorías que con tal de llevar a cabo sus ambiciones están dispuestos a matar. Y matar, ese verbo horrendo, que debería ser prohibido y al que cada vez con más inercia nos vamos acostumbrando, es la prueba máxima de que los valores del hombre, esa rara especie, están cada vez más descarrilados.
Lucía Guevara
Tunja
México y el Colón
Quiero informar a ustedes, con respecto a su artículo ‘El Regreso de una Maravilla’ (publicado en su edición nº 1681) en el párrafo referente a la restauración del Telón de Boca del Teatro Colón de Bogotá, que la restauración de dicho telón fue realizada por un grupo de restauradores colombianos, dirigidos por el restaurador mexicano Rodolfo Vallin Magaña, con una residencia en este país de más de 30 años.
Espero que esta información sea rectificada, ya que en Colombia se cuenta con profesionales altamente calificados para la protección del Patrimonio Cultural Mueble.
Rodolfo Vallin Magaña
Bogotá