OPINIÓN

"La migración puede ponerle fin a la pobreza”: ONU

Martín Santiago, coordinador residente y humanitario de la ONU en Colombia, asegura que el flujo migratorio de venezolanos puede convertirse en una oportunidad de crecimiento para nuestro país.

Martín Santiago Herreros*
20 de septiembre de 2018
ACNUR calcula que 2,3 millones de venezolanos han salido de su país. Esta cifra aumentó especialmente en los últimos tres años cuando 1,6 millones de personas migraron por cuenta de la crisis social, política y económica. | Foto: Esteban Vega

Recorriendo la frontera entre dos países hermanos, Colombia y Venezuela, he observado la mirada agotada y perdida de hombres, mujeres, niñas y niños, que tal vez jamás imaginaron dejar el lugar en donde nacieron. La violencia, la desigualdad y la falta de oportunidades no distinguen nacionalidad. En las ciudades que han recibido a más de 1 millón de venezolanos y colombianos retornados he visto enormes necesidades humanitarias y de protección, pero también posibilidades de desarrollo para los migrantes y las comunidades que los reciben. Así he logrado comprender la verdadera magnitud de esta migración que, sin lugar a duda, marca un precedente en la historia de Colombia.

El horizonte es con frecuencia complejo y, a su vez, esperanzador. Las costumbres, el lenguaje y la cultura de quienes salen de Venezuela son muy similares a las comunidades a donde llegan. Estos factores de identidad compartida posibilitan la empatía. Además, según el Registro Administrativo de Migrantes Venezolanos en Colombia (RAMV), el 50 por ciento de las y los venezolanos que se encuentran actualmente en Colombia tienen educación secundaria y cerca del 16 por ciento cuenta con educación superior. Es una población que tiene mucho que aportar al desarrollo y al avance de la integración de los pueblos.

En contra de muchos discursos y percepciones, existe una evidencia que demuestra cómo la migración supone un aporte económico y social, y no un lastre para las sociedades receptoras. Según un reciente informe del Banco Mundial, la migración puede ser una herramienta importante para poner fin a la pobreza si se aplican medidas políticas para asegurar que las sociedades de acogida y los migrantes compartan los mismos beneficios.

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Por eso, quisiera subrayar que no pueden desconocerse las necesidades e inquietudes de los ciudadanos colombianos, especialmente en las regiones que reciben más inmigrantes. Es necesario impulsar acciones para estas comunidades receptoras. Para ellas hay que diseñar políticas integrales, que incluyan a venezolanos y colombianos para mejorar el acceso en los servicios básicos, iniciativas que fomenten el empleo, la cohesión social y la seguridad ciudadana. Así se aprovechará la capacidad que tienen los venezolanos y venezolanas para fortalecer y mejorar la situación de las comunidades que los reciben. Al cuidar y garantizar los derechos de la población venezolana se está protegiendo a la sociedad colombiana.

La migración es, por tanto, una gran oportunidad para el desarrollo y un escenario de prosperidad compartida para Colombia y para los ciudadanos provenientes de Venezuela. Por eso, con el fin de aprovechar los beneficios de la migración, garantizar la protección y plena realización de los derechos de los migrantes y crear así una hoja de ruta coherente con la agenda 2030, los Estados miembros de la ONU están impulsando el Pacto Global para una migración segura, ordenada y regular que se adoptará en diciembre de este año en Marruecos. En ese sentido, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, afirmó en el Día Internacional del Migrante que “está más que probado que los migrantes generan beneficios económicos, sociales y culturales para todas las sociedades. Pese a ello, por desgracia, la hostilidad hacia los migrantes está aumentando en todo el mundo. Nunca ha sido tan urgente ser solidarios con ellos”.

Tengo que resaltar que el gobierno y el pueblo colombiano han demostrado una enorme generosidad con sus hermanos venezolanos. Este es un maravilloso ejemplo de solidaridad, disposición ética y valores morales para el mundo, que nos gustaría ver en otras partes del planeta. Existen casos aislados de xenofobia que debemos seguir combatiendo y evitar que deriven en violencia. Tender la mano a quien lo necesita ayuda a tejer lazos tan fuertes entre las naciones que ninguna frontera será capaz de dividirlas.

En ese sentido, la migración es, sobre todo, una oportunidad para descubrir cuán generoso se puede llegar a ser basados en un imperativo ético y moral. Alguna vez nos hemos preguntado, ¿qué haríamos si tuviéramos que huir de nuestros hogares dejando todo lo que tenemos allí? Me regreso así al puente Simón Bolívar en Cúcuta, recordando aquel paisaje que se repite una y otra vez, donde las personas cruzan una frontera con la esperanza de hallar un mejor futuro. Es verdad que ningún país está preparado para enfrentar una situación con estas dimensiones, pero la generosidad de los pueblos y gobiernos deberán estar siempre a disposición para tender puentes sólidos entre los países. Este episodio será parte de la historia de hermandad entre Colombia y Venezuela donde el camino debe seguir siendo el de la humanidad compartida.

*Coordinador Residente y Humanitario de la ONU en Colombia.