13. Soldados de Salamina

24 de marzo de 2007

Javier Cercas
España
2001

S oldados de Salamina se inicia con una serie de confesiones del narrador: el abandono de su esposa, la muerte de su padre, las dificultades en su trabajo. Instalado en su rutina de fracasos, el protagonista se entera de un hecho excepcional. Lee que al final de la guerra, cerca de Barcelona, un soldado republicano evitó capturar y matar a un prisionero después de encontrarlo bajo la lluvia. La noticia le llega desde un mundo desconocido: el mundo de los héroes. En su respuesta a este llamado, el narrador (con la ayuda de Conchi, un contrapunto humorístico y vital indispensable), se propone buscar a este héroe. Su propósito aparente es descubrir algo que nunca sabremos, por qué salvó de morir a un enemigo. Su intención real es adentrarse en el mundo de las gestas de la compasión.

La historia, contada con la eficacia de la crónica y la hondura de la novela confesional, llega a su fin con el excepcional retrato de Toni Miralles. Miralles no es un modelo de moralidad sino una composición contradictoria de impulsos vitales. Es un viejo solitario que habla de sus compañeros muertos, pellizca a la monja que lo cuida, llora, y pide ser abrazado. Es un personaje sagrado y a la vez terriblemente humano, la aparición del tesoro al final del viaje. Miralles expresa el único tipo de héroe que le queda al mundo, el héroe anónimo. A pocos personajes de ficción me hubiera gustado conocer tanto como a él.

Alonso Cueto
Escritor peruano