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AY, HOMBE

En la colección '100 años de vallenato', Daniel Samper y Pilar Tafur pusieron a prueba sus conocimientos sobre el tema. Pero, como en toda antología, hubo varios ignorados y uno que otro colado.

8 de septiembre de 1997

Todos los asistentes al lanzamiento de la colección '100 años de vallenato', el lunes pasado en el Teatro La Castellana de Bogotá, se sorprendieron por dos razones. La primera, que Daniel Samper _uno de los compiladores, junto con su esposa, Pilar Tafur_ se atreviera a bailar vallenato delante de las vacas sagradas de ese género musical en el país. Y la segunda, que lo hiciera tan mal. Tanto, que muchos de los invitados llegaron a la conclusión de que baila mejor Ernesto, su hermano Presidente. En lo que sí hubo consenso fue en que la colección '100 años de vallenato' es un trabajo sin antecedentes en la historia del género en Colombia. La obra está compuesta por seis discos compactos que reúnen las que, según los autores, son las 100 mejores canciones vallenatas. Incluye paseos, merengues, sones y puyas. Además contiene un libro con explicaciones, datos novedosos y varias precisiones sobre las obras y sus autores. La producción ejecutiva la realizó Humberto Moreno, de MTM, y la dirección musical estuvo a cargo de Ismael Rudas, uno de los buenos acordeoneros del país. Además de Rudas también tocan el acordeón en la antología Nicolás Elías 'Colacho' Mendoza, rey de reyes en 1987 y uno de los grandes del folclor vallenato; Alberto 'Beto' Rada, Julio Rojas y Miguel López, miembro de una de las dinastías musicales más respetadas del país. Difícilmente se podría escoger mejores acordeoneros. Con los cantantes pasó algo similar. Sin tener la fama de Diomedes Díaz, Alfonso 'Poncho' Zuleta o Jorge Oñate, nadie pone en duda las inmensas calidades de Daniel Celedón, 'Cheche' Rada (nieto del viejo 'Pacho' Rada), Armando Mendoza y Javier Vega. La gran sorpresa, sin duda, es la voz portentosa de Ivo Díaz, hijo y lazarillo de Leandro Díaz. Ivo es la grata revelación de la colección. Su interpretación de La diosa coronada es magistral, sin que esta canción logre la extraordinaria dimensión musical que tienen, por ejemplo, La parrandita o Tres guitarras. La obra de Samper y Tafur ya empezó a recibir elogios. Los primeros llegaron por cuenta de Juan Gossaín, uno de los vallenatólogos reconocidos, quien no duda en calificar la antología como excelente: "Tiene un gran mérito. Ayuda inmensamente a la difusión del vallenato y a su conocimiento cultural. El libro es también un excelente trabajo de investigación".
Se abre la discusión
Pero aunque los '100 años del vallenato' es una obra de muy buena calidad, lo que queda claro, después de escuchar todas las canciones y de leer el libro con sumo cuidado, es que los autores cometieron algunas injusticias. De buena fe, sin duda. En los 100 mejores vallenatos de Samper y Tafur, como sucede con toda antología, ni están todos los que son, ni son todos los que están. Algunos vallenatólogos consultados por SEMANA consideran que quizás el error de los autores estuvo en que a la hora de seleccionar las canciones escogieron las más populares, pero no necesariamente las mejores. Es el caso, entre otros, de Corina, del maestro Leandro Díaz, que antes de que la interpretara su hijo Ivo Díaz en la presente colección ya era cantada en las parrandas del Valle de Upar. En Tocaimo _la tierra de Leandro_ los niños la aprenden en la escuela primaria. Era popular, aunque nunca antes hubiera sido grabada. Pero, se preguntan esos estudiosos, ¿qué pasó con otras joyas del mismo autor? Una de ellas es El verano.El inolvidable Guillermo Buitrago resultó poco menos que olvidado. Un clásico que debe ser considerado en cualquier antología sobre el vallenato brilla por su ausencia en la obra de Samper y Tafur. Se trata de Compadre Heliodoro, grabado en Cartagena el 12 de marzo de 1945. O, inclusive, una obra mucho más conocida del mismo autor _Las mujeres a mi no me quieren_, tampoco clasificó. Quizá la tengan en cuenta en otra ocasión. El problema de las antologías es que siempre van a quedar obras por fuera. No todas pueden participar del baile. En esta ocasión se quedaron vestidas de gala, esperando la invitación que no llegó, Luna sanjuanera, de Roberto Calderón, un himno del vallenato; La cañaguatera, de Isaac Carrillo; Las bananeras, de Santander Durán Escalona, de los pocos vallenatos que incursiona en el terreno de la protesta social con maestría. Otra que tampoco fue invitada _quizá porque el correo Madrid-Bogotá-Valledupar-Montes de María funciona mal_ es la Pava congona, de Andrés Landero, un clásico del llamado vallenato sabanero. Y así hay muchas canciones. Tal vez otras 100. Algunos conocedores del vallenato consideran que el hecho de que Samper y Tafur hayan estado por fuera del país en los últimos años los ha hecho perder el pulso en lo que tiene que ver con el desarrollo de ese género musical. Y no les falta razón. No todas las canciones vallenatas de las últimas promociones son "arrancheradas, lloronas y sentimentaloides", como en alguna oportunidad las llegó a calificar el propio Samper. La mejor prueba de ello es Ahí vas paloma, de José Alfonso 'Chiche' Maestre, joven patillalero, descendiente de la estirpe de los Molina. La canción fue grabada el año pasado por los hermanos 'Poncho' y Emiliano Zuleta. La letra y la melodía parecen talladas en bronce. Pero más allá de la discusión sobre los 'colaos' y los invitados, los clasificados y los descabezados, el gran mérito de la obra de Samper y Tafur es que desempolvaron una serie de canciones vallenatas que estaban durmiendo a lo largo y ancho de la vieja Provincia de Valledupar y Padilla _olvidadas algunas_ para rescatarlas y mostrarlas al mundo como testimonio de una cultura noble y rica. Esa es la grandeza de la obra.