LITERATURA
Un fantasma llamado Elena Ferrante
Su libro más reciente se coló en la lista de los mejores del año pasado en el mundo. Pero su identidad es un misterio, pues lleva 20 años escondida tras un seudónimo.
Los listados de los mejores libros de 2015 de los diarios The New York
Times, The Guardian, El País de España y de la revista Arcadia, de
Colombia, incluyeron a una escritora italiana, Elena Ferrante, con su
obra La niña perdida. Se trata de la última entrega de una saga de
2.000 páginas que transcurre en Nápoles. Los críticos la han considerado
“deslumbrante” y han dicho que sus personajes son “excepcionales”, e
incluso han sostenido que es la única italiana digna de ganar el Premio
Nobel de Literatura.
Pero de su origen y de su historia no se
dice mucho porque casi nada se sabe. Es más, la única certeza es que
Elena Ferrante es un seudónimo. El resto entra en el terreno de la
especulación porque ella se ha encargado de permanecer en el anonimato:
no concede entrevistas, no promociona sus libros ni participa en
conferencias; solo sus dos editores la conocen en persona y llevan 20
años guardando el secreto.
En 1992 publicó su primera novela El
amor molesto y a partir de ese momento empezó a construir su propio
personaje: decidió esconderse tras el nombre de Elena Ferrante y
alejarse de todo lo que implica ser una escritora reconocida, para no
formar parte de ese “círculo de personas que se sienten triunfadoras”,
como ella misma dijo en una comunicación vía correo electrónico.
También
circula en internet una supuesta carta que ella le habría enviado a sus
editores al publicar su ópera prima. En un aparte dice: “Si el libro
vale algo, eso tendría que ser suficiente. No participaré en discusiones
ni conferencias. Y no aceptaré premios si me los otorgan”.
Desde
ese momento las nueve novelas que ha publicado no han hecho más que
hacer crecer entre sus lectores la curiosidad. Tanto, que la Universidad
La Sapienza de Roma lideró una investigación para descubrir a la
persona detrás de esas letras.
Cotejaron su estilo de escritura
con la de otros reconocidos autores italianos, a través de algoritmos
que detectaban las semejanzas. Los resultados mostraron una gran
cercanía con la forma de escribir del autor Domenico Starnone,
originario de Nápoles, la misma ciudad de origen que le atribuyen a
Ferrante pues aparece recurrentemente en su obra. Además, la esposa de
Starnone –Anita Raja– trabajaba en la editorial que publicó el primer
libro de Ferrante. Entonces aparecieron dos teorías: o Starnone era
Elena, o entre él y su pareja habían creado a este personaje. Sin
embargo, el escritor ha negado ambas hipótesis cientos de veces.
El
misterio saltó de Italia a Estados Unidos y el resto de Europa cuando
en 2011 se publicó La amiga estupenda, la primera entrega de la
tetralogía ambientada en Nápoles que narra las vidas de la narradora,
Elena, quien aspira a ser escritora, y Lila, la inquieta e inconstante:
dos amigas que se encuentran en la niñez y se acompañan el resto de la
vida. Un año después salió Un mal hombre, en 2013 publicó Las deudas
del cuerpo y, finalmente, La niña perdida. En Estados Unidos este último
libro abarrotó las librerías y los quioscos con su mensaje promocional:
‘Ferrante fever’ (Fiebre Ferrante). La prensa europea empezó a
dedicarle titulares como ‘Una droga llamada Elena Ferrante’ (El País), y
comenzaron a aparecer unas pocas entrevistas.
Andrea Aguilar,
periodista de El País de Madrid, logró una de ellas, por correo
electrónico, tras comprometerse ante el agente de Ferrante a que ninguna
de las preguntas debía abordar el tema del anonimato. Dice Aguilar que
en esas respuestas encontró a una mujer “muy seria y tajante”. Sobre el
misterio de su identidad señala: “Me cuesta pensar que un hombre pueda
escribir así sobre la mujer: con el equilibrio, la profundidad, y las
diferentes capas de lo que somos”. Y, además, calcula que la italiana
debe tener unos 60 años.
Precisamente, uno de los mayores
reconocimientos a la obra de Ferrante es que narra a la mujer desde lo
más profundo de su esencia. Santiago Parga Linares –literato y candidato
a doctorado, quien dedicó su tesis en parte a Ferrante– dice que su
obra es, sobre todo, sincera. “Que sea un hombre o una mujer es
irrelevante. Lo que ella nos quiere decir está en sus libros. Eso es
suficiente”, dice Parga. Y en esencia eso persigue a Ferrante, y lo ha
defendido en sus pocas declaraciones: “No me arrepiento de mi anonimato
–respondió en otra entrevista–. Descubrir la personalidad de quien
escribe a través de las historias que propone… del tono de su escritura,
no es ni más ni menos que un buen modo de leer”.