MÚSICA
‘Dos estrellas le siguen’
Por esas ironías de la vida, son más conocidos, y sobre todo más reconocidos, en el exterior que en el país. Aunque en los círculos académicos se les concede el lugar que justamente merecen.
Se llaman Música Ficta. Se han venido especializando a lo largo de más de una década de trabajo continuado, en la interpretación de la música antigua. Su nombre lo dice, Música Ficta, un término que históricamente abarca la música escrita entre los siglos XII y XVI, pero que en la práctica hace referencia a una manera de interpretar, donde el rol de los músicos es mucho más amplio y el resultado depende de su sentido de la improvisación.
Este, que es el séptimo trabajo discográfico del grupo, se titula Dos estrellas le siguen, una folía del compositor portugués de la primera mitad del siglo XVII Manuel Machado, que hace justicia al rol creador de los intérpretes, porque se oye en tres versiones: para trío de dos tenores y un barítono con flauta acompañante, para trío a capella de dos tenores y barítono y, en una versión exclusivamente instrumental, decididamente más compleja y audaz, que prescinde del texto y elabora el original para flauta dulce, clavecín y dos jaranas, que es una de las parientas de la guitarra barroca, pero no española, sino mexicana.
Ahí está el otro secreto de esta hora y diez minutos de música: establecer los nexos entre la música del viejo y el nuevo continente. Ha sido la obsesión del grupo desde su creación: la investigación del repertorio, pero desde las dos orillas y en igualdad de condiciones. En este caso, con jácaras y otras danzas, como los pasacalles, folías, gallardas y chaconas del siglo XVII, en España y América Latina.
Así, sobre el papel, suena sencillo. Pero en la realidad es muchísimo más complejo. Porque quienes se le miden a hacer este repertorio tienen que poseer, además del dominio interpretativo, el conocimiento de diversas formas de notación musical, que en algunos casos distan muchísimo del pentagrama tradicional.
Lo importante es que la investigación tan exhaustiva que hay detrás de esta grabación no afecta el resultado musical, que tiene espontaneidad y resuma una sincera alegría. Al fin y al cabo, Jairo Serrano, Carlos Serrano, Julián Navarro y Elisabeth Wright, el cuarteto que se multiplica hasta el infinito interpretando, además de las partes vocales, la jarana y la guitarra barroca, las flautas dulces, el clave y todo tipo de instrumentos de percusión, saben bien que no hay otra salida que hacerlo de esa manera, porque la música de esta grabación, en el fondo, en su momento, no fue del todo políticamente correcta: cosa muy distinta es que el siglo siguiente hizo de ella algo respetable hasta escalar lo sublime.
Algo que hay que celebrar, sin duda alguna, es la calidad de la grabación, que se realizó en la iglesia de San Agustín de Villa de Leyva entre el 18 y el 23 de septiembre de 2010; un recinto de finales del siglo XVI, en el cual el ingeniero de sonido Mauricio Ardila logró captar la atmósfera acústica que un repertorio de estas características exige.
El repertorio, además de la mencionada folía de Manuel Machado, incluye anónimos que proceden de Las flores de música de Martín y Col, del Libro de tonos humanos y del Libro de diferentes cifras de guitarra, obras de Francisco de Vidales y Gaspar Fernández de las colecciones de música antigua de México, y de cancioneros y colecciones españolas y británicas.
Sin lugar a exageraciones, Música Ficta se inscribe, por derecho propio, en la línea de los aportes que a la música antigua hizo otro colombiano: el maestro Rafael Puyana.