CINE

“En la vida real la fragilidad está más presente que el heroísmo“

Semana.com habló con Mohamed Ben Attia, el director de ´Hedi´, película ganadora del premio Mejor Película en el Festival de Cine de Berlín 2016.

25 de enero de 2017
Hedi fue ganadora a Mejor actor y Mejor ópera prima en pasado festival de cine de Berlín (Alemania).

Hedi es un joven vendedor de autos que está a punto de casarse. Tiene la estabilidad económica que le ofrece su trabajo y sabe con quién va a pasar el resto de su vida. Aunque ya tiene su vida arreglada, más que feliz parece resignado. En uno de sus viajes de trabajo conoce a una chica que le muestra que es posible vivir de otra forma. Entonces Hedi se ve envuelto en  una aventura amorosa que lo hace dudar si realmente desea la vida que lleva hasta entonces, o quiere arriesgarse a saltar al vacío. Esta es la historia ganadora de los premios a Mejor Actor y Mejor Ópera Prima en el pasado Festival de Cine de Berlín, y se estrenará el próximo 26 de septiembre en Colombia. Semana.com habló con el director de Hedi, el cineasta tunecino Mohamed Ben Attia.

Semana.com: ¿Cómo nace la historia de Hedi?

Mohamed Ben Attia (M.B.): Para ser honesto no lo sé. He tratado de recordar qué fue lo que me hizo pensar en esta historia pero no he podido. Puedo decir con certeza que es la combinación de varios antojos, como el deseo de contar una historia de amor.

El hecho de haber trabajado durante 12 años como un agente comercial de Renault también me inspiró para que el personaje principal estuviera inmerso en ese mundo.

Semana.com: ¿Qué piensa de la personalidad del protagonista?

M.B.: De entrada él luce como cualquier persona, está resignado como la mayoría de jóvenes en la época de Ben Ali (dictador de Túnez desde 1987 hasta 2011), nada lo motiva. Poco a poco él va desarrollando una extraordinaria sensibilidad. Su ingenuidad es casi conmovedora y por supuesto su forma de ver el mundo finalmente lo hace tan especial. El universo de esta tira cómica contrasta con todo lo que lo describe como una persona más compleja que su falsa apariencia de un joven común.

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Semana.com: ¿Qué tan influyentes pueden ser las tradiciones a la hora de decidir un destino?

M.B.: No pienso que la película se enfoque en las tradiciones. Se trata más de la resignación de Hedi cuando se enfrenta al mundo, a las instituciones como el matrimonio y el trabajo. En ese sentido, me parece que podría tratarse más bien de una historia universal que confronta dos visiones de vida: una estable gobernada por valores familiares, trabajo y seguridad económica, y  la otra forma de vida que consiste en huir de la razón y confiar en su instinto, en las emociones, en no cumplir con las normas.

Es más una cuestión de resignación que de tradición. En este caso está claro que la resignación cada vez es más importante en nuestras elecciones de vida. En una sociedad como la nuestra, el modelo de éxito sigue siendo simple y universal: tienes que encontrar un buen trabajo, ganar lo suficiente de tu vida para formar una familia y luego tranquilizarte, pensando que esto es necesariamente felicidad.

Semana.com: Usted ha dicho que después de las primeras elecciones democráticas en Túnez, todos empezaron a redescubrirse y a hacerse preguntas. Pues bien, ¿cuáles son las preguntas que se ha hecho?, ¿Hedi le ayuda a responderlas?

M.B.: Es cierto que estas cuestiones eran ante todo políticas. Estábamos más o menos familiarizados con la política exterior (especialmente con la política francesa), pero abandonamos la idea de interesarnos por la nuestra. El régimen de Ben Ali terminó anestesiándonos. Así que conocer la orientación política fue la primera consideración. Después se empezaron a considerar otras cosas como la religión, cultura, educación. En este momento seguimos debatiéndonos para poder elegir y definir mejor nuestros fundamentos.

Personalmente, Hedi me ayudó a saber qué tipo de cine quería hacer, qué historias iba a contar y sobre todo qué tratamiento quería dar a estas películas.

Semana.com: Hedi da la sensación de ser un personaje en estado de confusión, incertidumbre. ¿Es así como ve a Túnez, como un país en estado de confusión al que le es difícil apartarse de la modernidad?

M.B.: Seis años han pasado desde enero 14 (fin del gobierno de Ben Ali) y parece demasiado tiempo especialmente porque nada o casi nada ha sido resuelto (inflación, desempleo). Pienso que es normal estar decepcionado, pero al mismo tiempo admito que seis años no son nada en la historia de un país al que le queda todo por construir. Esto genera una atmósfera de efervescencia e impaciencia que caracteriza en este momento el estado del país. Pero por supuesto se cree especialmente cuando se ve la constitución del nuevo gobierno, más joven y más progresista.

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Semana.com: En la película vemos a dos mujeres que contrastan, Rim y Khedija, ¿Usted las muestra como el reflejo de dos personas en su sociedad?

M.B.: Es difícil reducir a una mujer a estos dos extremos, y al mismo tiempo ellas representan dos perfiles de las tunecinas, por quienes la cultura es tan diversa.

Semana.com: Al ver la película uno percibe que no hay antagonistas, que no hay ningún villano, pero tampoco ningún héroe, ¿por qué?

M.B.: Siempre he sido sensible a las películas a las que no puedes identificar fácilmente. El realismo y la credibilidad de esos personajes me toca porque así es la realidad. En la vida real, esa ambigüedad, esa fragilidad de las personas está más presentes que el heroísmo.

 

Semana.com: ¿En qué radica la fuerza del personaje principal? 

M.B.: Su fuerza radica en su humanidad. Uno puede percibir cobardía o debilidad en el carácter de Hedi, pero su inocencia y humanidad lo hacen fuerte paradójicamente porque es real.

Vea el tráiler: