EVENTO
Hay Festival: multinacional de la cultura
La de Cartagena es solo una de las ocho versiones de este evento en el mundo. Su fundador, Peter Florence, y su directora internacional, Cristina Fuentes, hablan sobre cómo nació, cómo opera y los retos que enfrenta.
El Hay Festival realiza 8 versiones anuales en 6 países. Cada año venden casi 270.000 boletas para más de 800 charlas, entrevistas, conciertos y exposiciones que conforman la programación. Desde 2006, el de Cartagena ha crecido hasta reunir casi 55.000 invitados, 138 medios acreditados del mundo y una intensa actividad en redes sociales con 53.411 participantes en la conversación.
Estas dimensiones distan de cualquier perspectiva de crecimiento imaginable cuando nació el festival, hace 32 años, en Hay-on-Wye, un pueblito de Gales. En esa ocasión, unas 2.000 personas –número equivalente a la población de la localidad– se dieron cita bajo una carpa en el jardín del pub Kilverts y en el cuarto trasero de la sede de la Legión Británica.
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Peter Florence, su fundador, era un joven actor de teatro cuyas exitosas obras lo habían llevado de gira por festivales del mundo. La emoción que le provocaba la energía reunida en esos eventos lo llevó a crear su propio proyecto. El pueblo en el que vivían sus padres ofrecía generosos paisajes para compensar el difícil acceso y, a pesar de su reducido número de habitantes, contaba con 28 librerías. Un pueblito relajado y lleno de libros: las condiciones ideales para un festival así.
Para Florence las versiones internacionales deben adaptarse a la realidad de cada sede.
Cuando era niño, Florence acompañó a su padre en repetidas ediciones del festival de teatro que dirigía. “Lo demás lo he aprendido sobre la marcha. He estado involucrado en más de 200 festivales, en 15 países, a lo largo de 30 años, y debo reconocer que he cometido más errores que nadie. Pero cada versión mejora a partir de los tropiezos”, afirma. Esos 200 festivales no corresponden solo a los de la marca Hay. Organizadores de otros países han acudido a la experiencia de Florence para desarrollar sus proyectos. La Fiesta Literaria Internacional de Paraty, en Brasil, el Festival de Literatura de Mantova, en Italia, y el Festival Internacional de Literatura de Berlín han recibido asesoría o trabajan en colaboración con el Hay.
Foto: Desde su fundación en 1987, el festival original en Hay-on-Wye ha favorecido los espacios abiertos. El teatro Adolfo Mejía es una de las principales sedes del evento en Cartagena.
Una mezcla entre esa expansión orgánica y un capricho literario de Florence trajo el festival a Cartagena. Amante de la obra de García Márquez, había intentado llevar a Gabo al festival en Gales. Carlos Fuentes le dejó claro que era inútil seguir insistiendo y que, si quería que el nobel de Aracataca estuviera en su festival, tendría que traer el evento a Colombia. La infraestructura de Cartagena y una suma de voluntades institucionales y privadas lo hicieron posible. Y la española Cristina Fuentes La Roche fue la pieza clave para iniciar el primer capítulo internacional del Hay.
El modelo empezó a operar así: las fundaciones abiertas en cada sucursal firman un contrato de servicios con la sede de Gales; el equipo central hace la curaduría con la asesoría de aliados locales y un jefe de desarrollo se ocupa de la financiación en cada país. “Se trata de un proyecto sin ánimo de lucro. En el caso de Cartagena, el 50 por ciento de los recursos son privados, el 30 por ciento, públicos y el resto proviene de la boletería y apoyo de economía mixta. Cada sede aporta un honorario de manejo que cubre la operación del equipo y subsidia festivales con menor movimiento”, afirma Fuentes.
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La directora de Penguin Random House en Colombia, Elena Gómez, subraya no solo la calidad y diversidad de los invitados, sino también la creatividad de la curaduría: “Nuevas propuestas de formatos, temas y formas de vincular las diferentes ramas del arte con los libros y sus contenidos”. En este sentido, la visión de Florence y Fuentes ha apuntado a tomar distancia de lo que ellos llaman el modelo hispano de feria del libro. Su aproximación a lo que es en esencia un festival, más anglosajona, incluye un importante componente de la industria del espectáculo. La memorable cita de Bill Clinton permite ver con claridad esa identidad del evento: “El Hay Festival es el Woodstock del pensamiento”, afirmó el expresidente, invitado a Hay-on-Wye en 2001.
Debido a esa mirada plural, para Florence las versiones internacionales deben adaptarse a las circunstancias de cada sede. Es así como en Arequipa, Perú, las poblaciones indígenas y la gastronomía local tienen significativa presencia en la programación. En Querétaro, México, por el recrudecimiento de la violencia que vivía el país en 2010, las violaciones a los derechos humanos, la impunidad y la narcoliteratura han sido temas centrales desde el nacimiento de esta versión.
El caso de Cartagena fue distinto. El protagonismo de Gabo y la propuesta de nuevas lecturas de la realidad mediante la ficción orientaron las primeras versiones del festival hacia un acento fuertemente literario. Según Cristina Fuentes, la primera edición en Cartagena estuvo enfocada en un 80 por ciento en el medio editorial.
Foto: Juan David Correa, director editorial de Planeta.
A lo largo de estos 13 años, la industria del libro ha registrado un crecimiento discreto en consonancia con los preocupantes índices de lectura y con la atmósfera de crisis de los impresos ante lo digital. Pese a ello, los directores de grandes editoriales reconocen la importancia del festival en términos de visibilidad, diálogos e intercambios. El director editorial de Planeta, Juan David Correa, sostiene que “aunque se trata de un festival minoritario, orientado a una clase social e intelectualmente influyente, es una buena noticia que el frágil sector editorial colombiano tenga un espacio de visibilidad de esta magnitud. No obstante, le falta acercarse más a los estudiantes, a las clases populares y a la ciudad”.
Precisamente, la desigualdad de la ciudad planteaba uno de los retos más grandes para los organizadores en Cartagena, y resultaba ajeno al contexto galés. Según Cristina Fuentes, tan pronto adquirieron conciencia de esta complejidad, tomaron medidas como no cobrar por casi el 50 por ciento de la programación, incluir problemáticas sociales y mudar un buen número de actividades al otro lado de la ciudad amurallada.
A pesar de este esfuerzo, algunos cartageneros sienten que queda mucho por hacer. “Los que vivimos en la periferia sentimos que no nos pertenece. Que es un festival cuyos códigos blancos nos hacen sentir fuera de lugar, aunque ellos entren a nuestros espacios”, afirma Alí Majul, joven artista de la ciudad.
Esta situación supone un reto para los organizadores, una realidad compleja para los actores del sector cultural colombiano y un indicio de dinámicas desiguales para quienes se sienten excluidos. En diferentes grados, una percepción similar rodea los grandes proyectos culturales realizados anualmente en la Heroica.
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Ante la distancia que separa las relajadas y campestres versiones del festival en Hay-on-Wye y la más formal y acartonada naturaleza del evento en Cartagena, las apuestas en Medellín y Jericó parecen apuntar a otra dinámica. La edición de la capital antioqueña llega este año a su octava edición con un sólido cartel internacional y una significativa participación de estudiantes.
Por otra parte, según Florence, el primer experimento en Jericó puede ser –al menos en cuanto al paisaje y el tamaño de la localidad– el más parecido al que fundó en 1987. Una suerte de retorno a las raíces, que al mismo tiempo abre nuevos caminos con problemáticas vigentes, entre las cuales sobresale este año el tema de género.
PUNTOS DE VISTA
Peter Florence
Fundador del Hay Festival
Foto: Paul Musso.
“La lectura es una experiencia íntima, entre el lector y el libro. Un festival así abre la posibilidad de una experiencia colectiva y la oportunidad de ver el mundo desde la perspectiva del otro”.
Cristina Fuentes La Roche
Directora internacional del Hay Festival
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Foto: Daniel Mordzinski
“Al preparar la primera edición en Cartagena, quisimos distanciarnos de las típicas ferias del libro del mundo hispano y crear un festival que fuera una celebración de las ideas en general”.
Juan David Correa
Director editorial de Planeta
Foto: Karen Salamanca
“La cantidad de escritores que han venido al país y observado nuestra complejidad no es menor. ¿Se venden libros? No los suficientes; es un festival para una minoría”.
Alí Majul
Artista cartagenero
Foto: Archivo particular.
“Aunque incluyan temas afro y de género, los códigos del festival siguen siendo excluyentes como los de la ciudad. Traen a Chimamanda al Nelson Mandela, pero en un evento de ellos, la gente local se siente ajena en su propio barrio”.