Título original: La migliore offerta
País: Italia
Director: Giuseppe Tornatore
Guión: Giuseppe Tornatore
Actores: Geoffrey Rush, Donald Sutherland, Sylvia Hoeks
Duración: 130 min
Hay una clase particular de películas de suspenso a la que pertenece La mejor oferta. Son citas de tramas rebuscadas que Alfred Hitchcock perfeccionó y que se fueron volviendo cada vez más improbables y absurdas (y divertidas) en la obra de Brian de Palma. Son películas elegantes, con historias construidas a partir de coincidencias imposibles que se acercan peligrosamente a los abismos expresivos del melodrama.
A este linaje pertenece la nueva película del italiano Giuseppe Tornatore, autor de la celebrada Cinema Paraíso, y aunque no llega a los niveles épicos de absurdo de Brian de Palma, sí ofrece un par de joyas difíciles de tragar.
Pero bueno, uno de los requerimientos de este particular subgénero es estar dispuesto a no preguntar mucho sobre lo que tan elegantemente se nos ha servido. Si uno se pone a cuestionar cada incongruencia o absurdo, a preguntarse por lo que contiene la salsa o los hábitos de higiene del chef, el disfrute resultará imposible.
El protagonista es Virgil Oldman (Geoffrey Rush) un prestigioso y neurótico experto en arte que tiene su propia casa de subastas. De su neurosis sabemos por los guantes que usa y por su manía de envolver cualquier teléfono con pañuelos desechables. Odia la gente, a sus gérmenes y los celulares (Oldman= hombre viejo; de sutil, nada).
Además de viejo, es un hombre solitario. La primera escena lo muestra comiendo solo en un restaurante fino. Al final, el mesero le trae una torta de cumpleaños con una sola vela. De nuevo, sutil no es. Pero su vida no está tan mal: al llegar a su casa entra a una bóveda secreta con decenas de hermosas pinturas de mujeres de épocas distintas.
En esta soledad agridulce irrumpe una misteriosa cliente que le implora que haga un avalúo del contenido de la casa que heredó de sus padres. La muchacha sufre de una extraña condición (primero dicen que es dermatológica, luego parece simplemente psicológica) por lo que vive escondida, sin ver a nadie, en un cuarto secreto de la casa.
La mejor oferta entreteje tres hilos narrativos: la relación de Oldman con la muchacha que comienza a ejercer una extraña fascinación sobre él, con un genio mecánico que le ayuda a armar un autómata antiguo que va encontrando en la casa tuerca a tuerca, y con un pintor fracasado que compra en secreto para él las pinturas que cuelgan en su bóveda.
En medio de las coincidencias y a pesar de un tercer acto imposible de creer, la película hace preguntas interesantes sobre el aura de los originales y sobre cómo los falsificadores dejan inevitablemente un rastro de sí mismos en lo que hacen.
Pero las cosas no terminan de funcionar porque, más allá de que sea al mismo tiempo previsible y absurda, no se deja ir del todo. Si bien Rush claramente es un actor que no teme exagerar, que acá grita y gesticula, su melodramatismo es solitario; ni sus compañeros de reparto ni las decisiones formales de la película lo apoyan en su expresividad desenfrenada.
CARTELERA
****Excelente ***1/2 Muy buena ***Buena **1/2 Aceptable **Regular *Mala
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