restauración
La nueva cara del Faenza
La Universidad Central rescata del olvido al teatro Faenza. El edificio es monumento nacional y representativo del 'art nouveau' de los años 20.
Una muy buena noticia para la ciudad, particularmente para la revitalización del centro capitalino, es la reciente adquisición que hizo la Universidad Central del viejo edificio del Teatro Faenza, localizado en la calle 22, en el tradicional barrio de Las Nieves. Uno de los propósitos de la institución, además de rescatar la octogenaria estructura del Monumento Nacional, es convertirlo en un nuevo espacio cultural que consolide el eje universitario del sector.
La historia del teatro Faenza se inició a comienzos de los años 20, cuando el comerciante bogotano José María Saíz Osorio, propietario de la antigua fábrica de loza y aparatos sanitarios Faenza, y el médico José María Montoya Camacho pensaron en construir en los terrenos de la antigua fábrica un nuevo lugar para proyecciones cinematográficas que compitiera con los otros establecimientos de la ciudad. Del proyecto de diseño se encargó al joven ingeniero bogotano Juan Ernesto González Concha (1893-1961), que firmó en abril de 1922 los planos del anteproyecto para un salón llamado tentativamente Salón Luz, que debería servir, además de sala de cine, para presentar otros espectáculos como opereta, zarzuela y variedades.
El teatro tendría un aforo de 2.066 espectadores distribuidos en una platea con foso para orquesta, 38 palcos y una galería, dotados con sillería importada y modernas cabinas de proyección. Lo más significativo del diseño fue su fachada en ladrillo a la vista a partir de un arco en forma de herradura con rasgos de un nuevo estilo arquitectónico, el art nouveau o el floreale, que se difundía especialmente entre la arquitectura comercial y doméstica de esos años, y que González Concha ya había planteado en un proyecto de 1919 para el edificio del Círculo de Obreros de Bogotá.
El nieto de González Concha, el cineasta Juan José Bejarano, recuerda cuando por los años 50 lo llevaba al tradicional matinal del Faenza y le relataba los estudios que tuvo que hacer para calcular los tiros de proyección de acuerdo con la potencia de los arcos voltaicos de los proyectores de la época. Sin saberlo estaba definiendo la vocación del nieto.
La construcción de la obra, entre 1922 y 1924, coincidió con el inicio de los años alegres de la 'prosperidad al debe' que vivió el país bajo la administración de Pedro Nel Ospina Vásquez y, en la historia de la arquitectura, con el final del período republicano, caracterizado por su eclecticismo.
El departamento de construcciones de la antigua Compañía de Cemento Samper ejecutó el proyecto con el propósito de impulsar el cemento como material de uso estructural. Su jefe de construcciones, el ingeniero civil Jorge Antonio Muñoz, firmó algunos de los planos posteriores. También lo hicieron el arquitecto José María Montoya Valenzuela, y el ingeniero Carlos Arturo Tapia Sánchez. Los elementos decorativos del teatro, que al parecer incluían pintura mural, se realizaron en el taller de la Casa Ramelli.
La salvación de esta joya arquitectónica, iniciativa del actual rector Guillermo Páramo Rocha (antropólogo y ex rector de la Universidad Nacional de Colombia) se les ha encomendado a un grupo de restauradores profesionales. El arquitecto y urbanista Alberto Saldarriaga Roa coordina la fase preliminar del proyecto.
Este estudio es realizado actualmente por algunos miembros del grupo permanente de investigación de la Asociación pro Rescate de Archivos de Arquitectura -entre ellos los arquitectos Fernando Carrasco y Jorge Karpf-, con base en el análisis de los planos originales del teatro y libros del Diario de la compañía, que milagrosamente han sobrevivido a lo largo del tiempo.