LIBROS
Héctor Abad reveló ‘La Oculta’
Después de ocho años, el escritor publica otra novela. Algunos ya la nominan a libro del año. Relato del lanzamiento.
La protagonista de la última novela de Héctor Abad es una finca en Antioquia llamada La Oculta. “Estoy escribiendo una novela sobre una finca en Jericó, les decía yo a mis amigos y ellos se reían o no decían nada. Les daba como pena, como pesar de mí”, dijo con humor Héctor Abad este miércoles en el lanzamiento.
Así, a partir de una finca, Abad ha publicado esta nueva novela que promete mucho, aunque nace con el riesgo de ser comparada con la anterior, El olvido que seremos (2006), uno de los libros más elogiados de la última década.
Una vez más, con sinceridad, Abad explicó los orígenes del libro. ‘Una vez más’ porque desde hace varias semanas, en entrevistas, perfiles y en su propia columna, había dejado claro que el proceso para parir esta novela fue largo y duro.
Héctor debía entregar la novela (una novela) a la editorial Alfaguara a finales del 2010, pero decidió abortar dos proyectos en el camino. En marzo de este año, en un encuentro de escritores en Lima, Abad dejó fríos a los asistentes cuando anunció que pensaba dejar de escribir. “Cuando vengo a estos encuentros de escritores me siento como un cura que ha perdido la fe en una reunión de obispos. Desde hace tiempo lo que escribo me sabe mal. Me gusta más lo que escriben los otros. Yo he perdido la fe, yo ya no escribo”, dijo entonces.
Entre los presentes en ese encuentro hubo voces de generosidad y consejos expertos que lo disuadieron. Mario Vargas Llosa, por ejemplo, lo alentó y le dijo: “eso no importa: uno trabaja, quita lo que no le gusta, y lo corrige todo hasta que le guste”. Sus palabras fueron un conjuro. Ahora ha entregado el producto final, La Oculta, que ya está en las librerías del país. El 27 de este mes hará el lanzamiento en el Valle de Aburrá y el 29, en el Suroeste antioqueño.
Es una novela que cuenta la historia de una región a través de una finca. La cobijan temas como la familia y la tierra, pero no la tierra desde el conflicto histórico, social o político, sino desde un ángulo distinto: la tierra como un apego familiar y paisajístico.
“Los antioqueños tenemos una construcción de que hubo siempre como una finca importante en la familia. Hubo una tierra que perdimos por un tío ladrón o un abuelo borracho… todos tienen en el pasado una finca grande que iba de tierra fría a tierra caliente. Nunca nadie la conoció pero ahí estuvo esa finca”, dijo Abad en el auditorio del Museo Nacional. Y sin ser una novela sobre la violencia, tampoco deja por fuera los secuestros y las motosierras, los paras y las guerrillas.
“Es una historia muy antioqueña”, dice, lo que sólo remite a buenas referencias de escritores e intelectuales tan paisas como Fernando Vallejo, Tomás González, Gonzalo Arango, Fernando González, León de Greiff, Tomás Carrasquilla y su propio padre: Héctor Abad Gómez, por no extenderse más.
Abad Faciolince habla a ratos como en verso, con ese sutil acento paisa (siempre ha dicho que la métrica es muy importante para él), pareciera inclusive que por momentos se le quebrara la voz. Pero no, “hoy estoy tranquilo”, ha dicho.
Vale la pena transcribir la forma tan espontánea como, de un arrebato, le nació presentar su novela: “Colombia es un país donde, sobre todo en los últimos años, tuvimos que despojarnos del paisaje, tuvimos que refugiarnos en los sitios más o menos seguros de las ciudades. Y siempre decimos que Colombia es un país muy grande, pero que no conocemos, o no hemos podido conocer bien porque es un país donde no podíamos salir al paisaje… Siempre, incluso en los barrios más pobres de Medellín, yo veía que sembraban en una islita dos plantas de cebolla o yuca, una mata de cilantro, cualquier cosa que fuera como una relación con esa vieja tierra que tuvieron. Yo no tengo esa experiencia, yo no soy un desplazado y yo no escribo sino de lo que realmente he experimentado. Esta no es una novela sobre el desplazamiento, pero sí, en ese amor a la tierra y al paisaje, muchos colombianos se pueden reconocer como desplazados, como gente que se tuvo que ir de un sitio. La infancia todo lo magnifica, pero incluso como adultos hay unos sitios realmente paradisíacos donde bajaban quebradas cristalinas y había pájaros y animales maravillosos, donde el silencio y el aire y la comida tenían unas características muy especiales. Y de todo eso trato de hablar en La Oculta”.
“Yo quisiera que las novelas fueran como las sinfonías: uno oye la música y no tiene que explicar nada. Yo quisiera que esta novela se leyera como una música que habla de un sitio”, había dicho minutos antes. Sin embargo, la ha explicado.
Así, con facilidad y ritmo, después de pasar las dificultades y el esfuerzo que requiere cualquier buena novela, Héctor Abad reveló La Oculta.
Héctor Abad y Ángela Pérez, subgerente general del Banco de la República y exdirectora de la Biblioteca Luis Ángel Arango. Foto: Chris Mosquera.