TELEVISIÓN
Lo que muestran las telenovelas de los colombianos
Este es el producto cultural de mayor exportación que ha logrado retratar las costumbres del país y no solo revivir el drama del narcotráfico.
Por error un hombre llama a una cárcel de mujeres. Una de ellas contesta y así empieza un idilio telefónico. Después de que las autoridades descubren este romance, desconectan el teléfono y el hombre encuentra que éste siempre está ocupado. Ella finalmente sale de prisión cuando se comprueba su inocencia y contrae matrimonio con el hombre de su vida. Ésta es la historia de la segunda telenovela colombiana: El 0597 está ocupado, realizada por la productora Punch en 1963. Fue dirigida por Luis Eduardo Gutiérrez; protagonizada por Raquel Ércole y John Gil. En nombre del amor fue la primera, pero la segunda generó mayor recordación. Ambas eran adaptaciones de radionovelas y del teleteatro, formatos que después de la llegada de la televisión pasarían a ser historia.
El género que se ha mantenido en las telenovelas colombianas desde sus inicios hasta la actualidad es el melodrama; el romance puro. Proviene de la literatura francesa que en los años 50 y 60 estaba en auge en Colombia. Diario de una enfermera (1966) es una historia melodramática que cuenta la vida de una enfermera que va a la cárcel siendo inocente. Estuvo basada en una novela rosa de la española Corín Tellado y fue dirigida por Luis Eduardo Gutiérrez. Fue la telenovela más larga de los años 60; tuvo 90 capítulos. La Dama de las camelias se produjo en Colombia en 1981, está basada en el libro de Alejandro Dumas, quien escribe sobre un romance que vivió con una cortesana de París.
Hay otros títulos de romance como La María (1972), basada en la novela de Jorge Isaacs. Es una telenovela que cuenta la historia de un amor imposible. Los guiones fueron escritos por Gabriel García Márquez y fue protagonizada por Victoria Góngora y Luis Fernando Hoyos. Está también Los Cuervos (1984) Un clásico de suspenso y drama protagonizado por Teresa Gutiérrez y Consuelo Luzardo, y escrita por Julio Jiménez. Cuerpo Ajeno (1992) trata de un hombre que es asesinado por su esposa y su espíritu se apodera del cuerpo de un campesino para vengarse. . El factor amor se mantiene en todas las telenovelas, en algunas ocasiones no es el hilo conductor pero de una u otra forma siempre está presente. Tal es el caso de La viuda de Blanco (1996) y La venganza (2002).
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Otro gran género es el costumbrista, en el cual se ha podido observar precisamente los hábitos, las costumbres, el folklore y la cultura colombiana. Según Jesús Martín Barbero la telenovela latinoamericana refleja varios aspectos de la cultura de una sociedad. En suma a esto, en una entrevista para el Museo Nacional en la Exposición Un país de telenovela, María Cecilia Botero dijo que las novelas costumbristas como Hato Canaguay (1981) y Caballo Viejo (1988) fueron grandes puentes que ayudaron a que los colombianos se reconocieran, a que se dieran cuenta de su diversidad cultural y así se fueron alejando del modelo clásico mexicano y venezolano enfocados en la clásica historia melodramática. Las historias empezaron a refrescarse porque construían personajes y escenarios más humanos.
Destino la ciudad (1967) por ejemplo, narra la migración de campesinos a la ciudad en busca de una mejor vida. Es una mezcla entre romance, humor y drama. La abuela (1979), que abandona el romance y que incluso por su nivel de violencia tuvo que ser reeditada varias veces, cuenta la historia de una mujer de doble moral que hace que sus tres hijas ayunen y oren todo el tiempo, mientras que con sus tres hijos es permisiva, dos de ellos mueren en el Bogotazo y se queda con el hijo que no quiere tanto por ser ‘débil’. En Manuela (1975), la telenovela en la que Amparo Grisales por primera vez es protagonista, está basada en la novela costumbrista de Eugenio Rivera, escrita en 1958. Es considerada de gran valor histórico y social según historiadores del S. XIX como José María Vergara y Salvador Camacho.
Se pueden encontrar varios títulos que reflejan estereotipos construidos por la sociedad y las diferentes regiones del país. Gallito Ramírez (1986 – 1987) es la primera telenovela colombiana que le da una mirada a la costa y a la diversidad étnica gracias a que se realiza bajo el contexto cartagenero. Otros ejemplos de este tipo de telenovelas son La Mala hora (1977), adaptación de la primera novela de García Márquez; Azúcar (1989) que muestra la vida de los azucareros y los cañaverales en el Valle del Cauca; La Casa De las Dos Palmas (1990) que permite conocer a Antioquia y expone lo ‘vergonzoso’ de los seres humanos: el incesto, la demencia, la violencia, los fantasmas. La Potra Zaina (1993) expone la belleza de los Llanos Orientales y muestra otro perfil de la mujer colombiana, una chica criada como hombre y de carácter muy fuerte, y Café con aroma de mujer (1995) que habla del Quindío, de la vida en el campo y la calidad del café colombiano. Fue dirigida por Pepe Sánchez y protagonizada por Margarita Rosa de Francisco y Guy Ecker. Fue la telenovela más vista hasta 1999 y fue emitida en más de 26 países.
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Ana Cecilia Cervantes, investigadora la telenovela colombiana, explica que a través de las telenovelas se ha reivindicado a las clases marginadas y se han hecho visibles múltiples identidades que se ven marcadas en el país a lo largo del tiempo. Según el informe general 1954 – 1984, realizado por Inravisión, La Alondra (1964), producida por Punch, es primera telenovela histórica que recrea la vida de Policarpa Salavarrieta y su lucha por la independencia. Esta telenovela, la antecesora de La Pola de RCN en 2010, es una reivindicación a la mujer y también reconstruye parte de la historia del país. La segunda generó gran controversia entre los historiadores porque parecía alejarse de la realidad. Sin embargo, de alguna manera sirvió para que algunos se enteraran de quién era ese personaje histórico.
Otras novelas históricas son La pezuña del diablo (1983), que muestra a la Cartagena Colonial en la época en la que llegó la inquisición española en 1610. Los pecados de Inés Hinojosa (1988), muestra el contexto del siglo XVI. Narra la historia de la señora Inés y su sobrina que viven una doble vida; la de mujeres recatadas, elegantes y respetadas, pero que de pronto se ven envueltas en escándalos. La telenovela es protagonizada por Amparo Grisales y por Margarita Rosa de Francisco. Esta historia causó gran polémica por las escenas eróticas, por los desnudos de las protagonistas y por las relaciones lésbicas que expuso.
La vorágine (1990), basada en el libro de José Eustasio Rivera, muestra una atmosfera del Amazonas y la selva. La saga, negocio de familia (2005) que narra varias historias de amor de varias generaciones de una misma familia. Empieza con un personaje ubicado en el periodo colombiano de La violencia y que a lo largo del tiempo se ve más involucrada con delitos, crímenes y mafias. Muestra magistralmente el pasar de los años de una Colombia entre 1930 y 2005. Amar y temer (2011) producida por Caracol Televisión y Sony Pictures, cuenta la vida de una mujer que lucha por la libertad y la igualdad de los derechos de las mujeres en los años 50 del siglo XX. Se ve reflejada la Colombia del siglo bipartidista y el surgimiento de las guerrillas campesinas.
De la misma manera, las telenovelas biográficas han servido para exaltar la cultura popular. Entre ellas se encuentran Rafael Escalona (1991); Oye bonita (2008) y Rafael Orozco el ídolo (2012) que muestran momentos de la vida de los cantantes vallenatos Escalona, Diomedez Díaz y Rafael Orozco; La ronca de oro (2013) narra episodios vividos por la ranchera Helenita Vargas, una mujer que quiere ser libre en una sociedad machista, El Joe, la leyenda (2011) basada en la vida del cantante de salsa Álvaro José Arroyo; y Amor sincero (2010), vendida a 12 países, expone la vida de la cantante y actriz Marbelle.
En cuanto a telenovelas que traten el humor como eje principal se encuentran Pero sigo siendo el rey (1984) basado en el libro de David Sánchez Juliao y con una adaptación de Martha Bossio, narra la vida de Chavela una mujer se mofa de los hombres machistas y que tiene muy poco de servicial, ingenua o consagrada al hogar. San Tropel (1987), Protagonizada por Judy Henríquez y Carlos Muñoz, ambientaba la época de los 50 y cuenta la historia de un pueblo pequeño en el que hay muchas mujeres y pocos hombres. Yo soy Betty, la fea (1991 - 2001) la telenovela más exitosa de todos los tiempos, ganadora de Guinners records en 2010. Fue emitida en 180 países y tuvo más de 28 adaptaciones alrededor del mundo.
Pecados capitales (2002) que mostraba abiertamente los defectos de varios personajes que no eran necesariamente malos; Pedro el escamoso (2001 – 2003) a partir de la cual se crean películas como El paseo, y Mi gente linda, mi gente bella. Los Tacones de Eva (2003), protagonizada por Jorge Enrique Abello y Mónica Lopera, que cuenta la historia de un hombre machista que debe disfrazarse de mujer. Nuevo rico nuevo pobre (2007 -2008), basada en una notica en la que una enfermera que atiende partos confunde a dos bebés y dos familias se llevan el hijo equivocado. Después de muchos años se encuentran y deciden compartir a sus padres; y El man es German, que nace de un personaje de otra telenovela; Las detectivas y el Víctor (2009).
Una característica constante en la construcción de narrativas en las telenovelas colombianas, es que se cuentan problemáticas con las que cualquier persona se puede identificar. En la investigación Sociedad, políticas e historias conectadas de Juan Camilo Escobar para la EAFIT (Escuela de Administración, finanzas y tecnología), se encuentra que el éxito de las telenovelas colombianas consiste en que las historias podrían ocurrir en cualquier parte del mundo. “Gracias al proceso de globalización no se puede hablar tampoco de una estructura narrativa nacional propia o auténtica y diferente a las otras, ahora hay una mezcla. Otro factor importante es que las telenovelas tratan problemáticas comunes, no hay nada de extraordinario en ellas: una infidelidad, enamorarse, la muerte de un ser querido. Lo que le puede pasar a cualquier persona en el mundo”.
Adolfo Maya, Investigador también de la EAFIT, dice que en comparación con México y Venezuela, los es escritores colombianos han quebrado paradigmas y estereotipos. Han logrado un acercamiento de los personajes con el ser humano: “El bueno tiene defectos y el malo tiene corazón. Esto permite que de forma consciente o no las audiencias puedan identificarse”. Tal es el caso de El último matrimonio feliz (2008 -2009) en la que las cinco protagonistas, mujeres muy diferentes entre sí, son víctimas de ellas mismas pero ninguna es demasiado buena y ninguna demasiado mala. Simplemente humanas.
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De la evolución de las telenovelas en el nuevo siglo aparecen las narconovelas y las teleseries en las que se ven aún más las problemáticas y los dilemas éticos de la sociedad colombiana. Omar Rincón, crítico de televisión, afirma que “las narconovelas son exitosas porque representan la entrada en escena de la nueva cultura popular, esa del billete/consumo; esa que cuenta que el narco es el nuevo privilegio, la nueva forma de ‘superación‘ y revanchismo social”. De esta manera se vuelven un negocio producciones como El Cartel (2008 y 2010), escrita por el ex narcotraficante Andrés López López alias ‘Florecitas’ cuando estaba en prisión. El Capo (2009 y 2010) reconocida por ser la producción más costosa que se haya hecho en Colombia, aproximadamente 18 mil millones de pesos, dentro de los utensilios más destacados está el bunker propio y una virgen completamente de oro. Y Pablo Escobar el Patrón del Mal (2009 y 2012) con 67,7% de audiencia el día del estreno y hasta ahora el más visto en la historia del país, entre otras.
La telenovela colombiana, como industria cultural ha crecido notoriamente y se encuentra en unos de sus mejores momentos. De acuerdo con los registros de las productoras, RCN, Caracol TV y RTI, hoy en día son equiparables a productoras como Televisa de México y Globo tv de Brasil y en ocasiones las superan. En este año (2014) RCN y Caracol han realizado 24 producciones de este género, mientras que Televisa solo 5 y Globo tv 6; lo cual no deja de ser una gran cantidad teniendo en cuenta que todas estas productoras en sus inicios (años 60) no pasaban de 3 novelas por año.
Sin embargo, Pepe Sánchez, director de televisión y guionista, dijo en diálogo con Semana.com antes de morir, que precisamente no le gustaban las telenovelas porque “se caracterizan por ser enlatados que se producen rápidamente, no hay tiempo para pensar hacer historias de calidad, si bien es cierto que se mejora en lo técnico y en lo audiovisual, los relatos y los guiones son flojos porque se le quiere dar gusto siempre al público, se piensa en consumo y dinero no en la narrativa”.
Ahora las audiencias colombianas están adaptándose a las nuevas formas de consumo global: Por suscripción, por internet, y por temporadas. Muchos son amantes de series de nuevas plataformas digitales. pero los contenidos que se producen en el país, de alguna manera, seguirán siendo el reflejo de la cultura colombiana y de hechos importantes del país.