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Los pioneros de la curaduría en Colombia

¿Cómo se consolidó el ejercicio de la curaduría en Colombia? María Wills, investigadora y curadora, cuenta en 'Los cuatro evangelistas' la historia de las figuras que cambiaron el rumbo del arte en Colombia.

13 de octubre de 2018
María Wills trabajó en el libro desde 2013 y actualmente es la curadora de la edición 16 de la Bienal de la Imagen de Montreal. Los cuatro curadores trabajaron de la mano en muchos proyectos artísticos de los años 70 y 80.

Cada vez que el público asiste a una exposición de arte en una galería o en un museo, no ve solo la obra de uno o varios artistas, sino el trabajo de una mano invisible, pero determinante: la del curador. Ese trabajo nace y se consolida a la par de la apertura de los primeros museos, y en el siglo XX se convierte en figura esencial para el arte moderno y contemporáneo. En Colombia no fue la excepción, pues a mediados del siglo aparecieron en escena los primeros curadores que, sin duda, impulsaron proyectos e ideas que resuenan todavía.

María Wills, curadora e investigadora de arte, se preguntó por ese momento en la historia del arte nacional. Ella, después de haber trabajado en el Banco de la República, comenzó una nueva etapa mucho más independiente en el Instituto de Visión, donde impulsa proyectos tanto investigativos como comerciales. Desde ese momento quiso saber cómo había dado sus primeros pasos la curaduría en el país y emprendió una investigación exhaustiva. Comenzó en 2013 y dio lugar al libro Los cuatro evangelistas. Cuatro hombres que cambiaron el arte en Colombia. Publicado este año por Crítica, la obra ofrece cuatro perfiles de los pioneros Miguel González (1950), Álvaro Barrios (1945), Eduardo Serrano (1939) y Alberto Sierra (1944-2017).

El título del libro retoma el apodo que recibieron en los años setenta, que hacía alusión tanto a la influencia artística que pronto acumularon como al hecho de formar parte de una generación que tomó las riendas del arte nacional justo después de la ‘papisa’ Marta Traba. La especialista colombo-argentina marcó un punto de referencia importante para este proceso de consolidación de la curaduría en el país. Sus esfuerzos se centraron principalmente en la crítica de arte y en la dirección del Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo). Sin embargo, como explica Wills en la introducción del libro, Traba defendió sobre todo el arte moderno y sus principales exponentes en Colombia, Alejandro Obregón y Fernando Botero. Pero faltaba que otra generación abriera la puerta a corrientes experimentales del conceptualismo, que ya ganaban lugar en las galerías y museos de Europa y de Estados Unidos.

Estos primeros pasos de la curaduría contaron con un componente clave: su descentralización

Como le dijo Wills a SEMANA, “la figura del curador surge y se vuelve necesaria por lo arriesgado y complejo que podían llegar a ser estas nuevas propuestas. La idea es que el curador, al conocer el proceso creativo del artista, pueda facilitar el contacto del público con estas corrientes”. Y los cuatro hicieron exactamente eso. Tal como explica en Los cuatro evangelistas, ellos no tenían una formación académica en curaduría, pero sí frecuentaban los talleres de los artistas, exposiciones en varios puntos del país o del mundo y compartían un espíritu creativo e innovador que les ayudó a crear las muestras y los proyectos que marcaron un nuevo rumbo en las artes plásticas del país. Su influencia permitió que expresiones conceptuales y disruptivas marcaran el rumbo de importantes escenarios como la Segunda Bienal de Coltejer o el Primer Coloquio de Arte No Objetual y Arte Urbano en Medellín, entre muchos otros.

Estos primeros pasos de la curaduría contaron con un componente clave: su descentralización. Como si se hubiera repartido una baraja, cada evangelista tomó la batuta curatorial en una ciudad e institución diferentes. Alberto Sierra cofundó el Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM); Eduardo Serrano hizo la curaduría del Mambo (1974-1994) e instauró los salones Atenas; Miguel González se vinculó desde muy temprano al Museo La Tertulia, en Cali, y Álvaro Barrios creó con su nombre un espacio/galería en Barranquilla para exhibir las propuestas de jóvenes artistas.

 De izquierda a derecha: Álvaro Barrios, Eduardo Serrano, Miguel González y Alberto Sierra.

Este libro, a partir de extensas entrevistas, junto a un sólido trabajo de archivo, echa luz sobre los orígenes de un oficio hoy en día indispensable en cualquier museo o galería del país. Como puntualiza María Wills, “acercará a los lectores a ese cambio que se dio en los años setenta en el mundo del arte”, de la mano de cuatro evangelistas empíricos, creativos y apasionados por su oficio.