MÚSICA

Buitraguito, la voz de diciembre se apagó en septiembre

El maestro Julio César Sanjuan Escorcia murió en la noche de este lunes 11 de septiembre aquejado de una diabetes. Este es el perfil de uno de los cantantes que ha puesto a bailar en las navidades a muchas generaciones de colombianos.

11 de septiembre de 2017, 9:18 p. m.
| Foto: Tomado de Youtube

No hay nadie en Colombia que pueda decir que no ha bailado con un ‘Ron de Vinola’, o que no ha esperado una navidad o un año nuevo con la voz de Buitraguito. Y aunque seguirá sonando, como es tradición en el país, su voz se apagó para siempre este 11 de septiembre. El cantante estrella de Discos Fuentes (primera disquera nacional), y el que le puso swing a las parrandas navideñas, murió en el hospital de Piedras (Tolima), donde fue internado por problemas con el azúcar.

Julio César Sanjuan Escorcia era su nombre de pila. Nació en Calamar, un pueblo del departamento de Bolívar a orillas del Río Magdalena, en 1929. Empezó a ganarse la vida como zapatero, aunque por sus venas siempre corrió sangre musical. En los años 40, en Santa Marta, un grupo de muchachos que tenían un grupo fueron los primeros en comprobar su talento para cantar y componer. Pero fue precisamente la muerte de una leyenda del folclor caribeño el que terminaría por elevarlo a la fama.

Por aquellos años Guillermo Buitrago, nacido en Ciénaga de Oro (Magdalena) ya era toda una celebridad. No existía la palabra vallenato, pero sí el son de cuerdas y guacharaca que ya no suena tanto en la radio. Su música se escuchaba en todo el Caribe, incluso en el interior del país.

Julio Cesar se convirtió en uno de los seguidores de su música. La primera canción que escuchó de Guillermo fue "La mujer a mi no me quiere" y lo único que se le pasó por la cabeza fue que "esto está como bueno". Y mientras cantaba en las fiestas para enamorar a las muchachas quiso conocer a su ídolo.

Lo consiguió en 1948. Sanjuan era muy amigo de uno de los integrantes del grupo de Buitrago, el mocho, que precisamente tocaba la guacharaca que agarraba debajo del brazo. Le pidió que lo ayudara y este le reveló que el cantante vivía en el Hotel Magdalena. Allá legó un día, lo encontró en una mecedora, le dijo que lo quería conocer, le compartió unas composiciones y le cantó. “Si sigues así vas a triunfar”, le dijo Buitrago.

Meses después, Buitrago invitó a Sanjuan a la grabación de uno de sus discos en Barranquilla. Allí le dijo “pero si tu cantas igual a mi”. Lo que había empezado como una simple imitación terminó siendo en su destino.

Porque en abril de 1949, y con tan solo 29 años, Guillermo Buitrago murió. Una triste noticia para sus seguidores, pero sobretodo para Antonio Fuentes, de la disquera, quien ya tenía varios contratos en Cuba y Centroamérica. Fuentes inició la búsqueda de un artista capaz de llenar el vacío.

Fue así como se adelantó una convocatoria para encontrar el reemplazo de Buitrago. Sanjuan a quien ya conocían precisamente por su imitación al desaparecido artista, ganó la convocatoria. Desde entonces el zapatero Sanjuan empezó a ser llamado Buitraguito. Incluso, varias generaciones después, se confundía su figura con la del célebre Buitrago.

Desde ese momento inició una fuerte competencia con quien en realidad venía capitalizando ese estilo musical, el bogotano Julio Torres Mayorga, cerebro musical y director de “Los Alegres Vallenatos”. Pero como si fuera una jugada del destino Torres Mayorga viajó a Cartagenma y allí murió ahogado.

No habían pasado dos años desde la muerte de Buitrago y para Buitraguito, que ya había cambiado el lustrabotas y el betún por los micrófonos y los pentagramas, ya se hacía famoso con “Regalito de navidad” y “Rosa Valencia”, los éxitos de su primer larga duración.

“Agradezco a todos ustedes haberme mantenido vigente durante tantos años, espero trascender en el tiempo con ese mismo cariño. Que las generaciones que vienen continúen con el legado de los juglares originales”, escribió el cantante en su cuenta de facebook, como si de una despedida anticipada se tratara. Sombrero y saco blanco, corbatin y camisa a rayas fue la pinta que siempre lo distinguió.

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