OBRAS SON AMORES

La pasada cumbre de los No Alineados en Cartagena sirvió también para que La Heroica recuperara varios de sus monumentos.

20 de noviembre de 1995

ALREDEDOR DE 350 ARTISTAS SE REgaron por Cartagena la semana pasada: cuenteros, músicos, bailarines. En los soportales, las plazoletas y en las esquinas de la ciudad vieja, en los corregimientos aledaños, en los barrios populares y hasta en la cárcel de Ternera se oían alabaos, gaitas, tamboras; las faldas iban y venían con la cumbia y el currulao.
En el Museo de Arte Moderno Obregón y Grau presidieron la rumba. Para deleitar a los visitantes de la Cumbre de los No Alineados se organizó una muestra retrospectiva de la obra de esos dos pintores tan caribeños. Pero eso ya pasó y Cartagena ha vuelto a su rutina diaria.
Los organizadores de la Cumbre quisieron, sin embargo, que no todo fuera flor de un día para la ciudad. Así, amén de numerosas obras de infraestructura, como la remodelación del aeropuerto o la apertura de avenidas, se adelantaron algunas importantes de índole cultural y arquitectónico, coordinadas por el equipo de la primera dama Jacquin de Samper, que permanecerán.

ARRIBA EL TELON
Tal vez lo más notable sea la financiación -¡por fin!- de los recursos necesarios para terminar la remodelación del Teatro Heredia. Este hermoso edificio poco recuerda hoy sus orígenes coloniales. Allí estuvo el antiguo convento de La Merced, que fundara hacia 1617 fray Francisco de Oviedo. Sobre las ruinas de la iglesia se construyó a comienzos de siglo el teatro.
Fue una de las obras conmemorativas del Centenario de la Independencia: de ahí su estilo netamente republicano. El diseño lo realizó el arquitecto cartagenero Luis Felipe Caspe. La restauración, iniciada en los años 80, ha sufrido múltiples retrasos por falta de recursos.
Sin embargo, la Cumbre sirvió para allegar esos recursos, que ascienden a 1.800 millones de pesos. Aunque no estuvo listo para abrir sus puertas y telones durante dicho evento, se da por seguro que se inaugurará en febrero de 1996. Con sus 700 sillas y sus hermosos palcos de estilo morisco en madera, el Heredia se convertirá en una esquina importantísima del arte escénico nacional.

UN MUSEO VIAL
La Avenida Santander, que serpea entre el mar y las murallas centenarias, es la puerta de Cartagena. En esa puerta son recibidos ahora los visitantes por un grupo de artistas colombianos o, mejor, por sus obras.
A todo lo largo de la avenida fueron colocadas grandes reproducciones de 18 pintores: Botero, Obregón, Grau, Triana, Morales, Rayo, Hernández, Maripaz Jaramillo, Cárdenas, Ofelia Ramírez, entre otros. La curaduría de esta original exposición la realizó el Museo Rayo y el costo del proyecto fue de unos 40 millones de pesos. Este 'musco vial', como se le ha llamado, permanecerá y será renovado periódicamente con otras obras y artistas.
Otro lugar que resultó muy favorecido con la Cumbre fue el castillo de San Felipe de Barajas. Esa especie de bonete triangular, que cubre con su masa pétrea el cerro de San Lázaro y que fue construido hacia 1650 para defender la puerta de la Media Luna, única entrada por tierra desde el continente, estaba rodeado de talleres de mecánica, con sus buses destartalados y sus cadáveres de automóviles.
Se adquirieron los terrenos aledaños, entre cuyos predios se encuentra el famoso 'monumento de los zapatos viejos', hecho como homenaje al entrañable 'Tuerto' López y su celebrado poema. Una operación limpieza ha hermoseado el lugar. Y pronto habrá un parque, que sera otro paseo y servirá, además, para parquear los automóviles de los numerosos visitantes.

RENACE BOCACHICA
Dentro de la riqueza de obras de ingeniería militar que posee Cartagena, el castillo de San Fernando de Bocachica había estado algo olvidado. Y sin embargo, según los expertos, es una de las más imponentes. Además este castillo es el que da la bienvenida a quienes llegan por mar.
Con la Cumbre le llegó una buena hora, pues se invirtieron alrededor de 300 millones de pesos en su recuperación. Para facilitar el acceso de los visitantes se construyó un muelle. Las murallas que vigilan el Canal de Bocachica encierran el fuerte de San Fernando, cuya construcción se inició hacia 1750, quedaron ahora a salvo de la voracidad del mar, gracias a los fosos que se cavaron para protegerlas. Poco a poco Bocachica se irá incorporando al itinerario que recorren los miles de visitantes que llegan a la ciudad de piedra.
Por último, dentro de este paquete de obras, vale la pena destacar la culminación de la restauración del Museo Naval del Caribe. Este es uno de los recintos más singulares de Cartagena. Ubicado en el sector amurallado, fue a principios de siglo el cuartel militar. La fachada que da a la calle de San Juan de Dios es de estilo republicano. La parte construida frente a la muralla conserva su carácter original de viejo convento jesuítico: corredores alrededor del patio y balcones con tejadillos en el segundo piso.
Su restauración se comenzó a raíz del Quinto Centenario, pero quedó a medias por falta de recursos. Ahora fue terminada con las obras sanitarias, de paisajismo y los nuevos pisos que requería. Sus amplios salones se abrieron no sólo para exhibir objetos marítimos, sino para toda clase de muestras.
Así, entre centenario y centenario y cumbre y cumbre, Cartagena recupera sus joyas arquitectónicas, adecúa espacios y mejora su infraestructura de servicios para recibir y agasajar con su belleza a los visitantes del mundo entero.