CONTROVERSIA
‘La Ciénaga’: la película detenida por una pelea de egos
Una película colombiana con 17 premios internacionales a cuestas y el potencial de ser nominada a los premios Óscar está a punto de naufragar por un lío de derechos de autor entre sus creadores.
La ciénaga, entre el mar y la tierra podría ser la película más comentada en los círculos culturales del país. Hizo un buen papel en el Festival de Cine de Sundance, donde fue seleccionada como mejor drama internacional, y eso la pone al nivel de cintas colombianas como El abrazo de la serpiente. Pero infortunadamente no está en boca de todos por su calidad, sino por una pelea que llegó a los estrados judiciales, donde es posible que quede archivada por los próximos años.
La película, que incluso sonó para representar a Colombia en los Premios Óscar, solo se salvaría si Manolo Cruz, creador de la historia y protagonista de la cinta, llega a un acuerdo legal con Carlos del Castillo, director del filme. Actualmente, ambos están inmersos en una disputa legal por los derechos de autor y el caso ya está en manos del Juzgado 61 de Bogotá. Del Castillo demandó a Cruz –quien también fue premiado en Sundance por su actuación– por el presunto delito de violación a los derechos morales y patrimoniales de la cinta. Y este le respondió con otra demanda por injuria y calumnia.
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La disputa viene de varios meses atrás, incluso desde que la película fue premiada en el Festival de Sundance. Aunque los registros de prensa de ese día muestran a Carlos del Castillo y a Manolo Cruz recibiendo el premio sonrientes, abrazados y compartiendo el galardón, por esos días el conflicto entre los dos ya estaba latente. De hecho, la obra estuvo a punto de ser descalificada del festival por la inexactitud en los créditos. Cruz decía que era director, creador y protagonista del filme. Del Castillo, quien iba a aparecer como codirector, no estaba de acuerdo. Los directivos del festival mediaron y acordaron presentarla como una película escrita, producida y protagonizada por Manolo Cruz y dirigida por Carlos del Castillo.
Este primer desacuerdo tomó por sorpresa al equipo de trabajo. Cruz y Del Castillo se conocían desde antes y habían trabajado juntos en la película chilena Talión. “Nos conocimos en Chile –cuenta Del Castillo–. Manolo un día me abordó y me dijo: Carlos, tengo un cortometraje para hacer. Yo lo leí y me encantó la idea. Le dije que el cortometraje se estaba desperdiciando, que le ofrecía la financiación y dirección de un largometraje”.
Cruz, además de ser protagonista de la película, quería ser codirector, figura que Del Castillo supuestamente rechazó desde el principio. Conformaron el equipo, buscaron la locación y Manolo convenció a Vicky Hernández, una de las actrices más conocidas del país, para participar en ella. Castillo invirtió 49 millones de pesos y financió la preproducción y algunos costos básicos del proceso productivo. En la etapa de posproducción, Robespierre Rodríguez, director de fotografía y coproductor de la película, financió los costos.
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El largometraje que estaba en la mente de Manolo Cruz no era fácil de materializar. La vida cotidiana en la Ciénaga Grande de Santa Marta (donde transcurre la cinta) solo podía capturarse en lugares específicos, como el corregimiento de Tasajera, en Pueblo Viejo. Desde este lugar, deprimido económicamente, pero con una riqueza natural intacta, se desarrolla la historia: Alberto Navarro, un hombre en situación de discapacidad por distonía (una enfermedad que causa trastornos de movimiento), sueña con conocer el mar, pero para lograrlo su madre debe ayudarlo a cruzar la carretera. Una proeza que parece imposible, a pesar de que se trata de solo 300 metros de camino desde su casa.
El éxito de la película se debió en gran parte a Vicky Hernández, quien actúa como la madre de Alberto. La actriz le confesó a SEMANA que siente orgullo, vergüenza y rabia, pues en esta cinta arriesgó su vida. Antes del rodaje había sido sometida a cinco cirugías, cuatro en la columna vertebral. “Yo le dije a Manolo que no iba a poder trabajar así, pero cuando vi su insistencia, cuando vi que había adelgazado 21 kilos, que casi se desaparecía para capturar al personaje, le dije que sí, que arregláramos el guion y lo hiciéramos”.
El rodaje, además, se llevó a cabo en medio de condiciones adversas. En el lugar, a 40 grados centígrados, no había agua potable, alcantarillado ni comida suficiente. Uno de los integrantes del equipo, por ejemplo, tuvo que abandonar el proyecto por una infección por salmonela. Sin embargo, durante esos 23 días, las labores estaban claras y Del Castillo dirigió. Sin embargo, y aunque aclara que no es juez en este caso, Vicky Hernández piensa que esta debería ser una película de Manolo Cruz, dirigida por Carlos del Castillo. “Después del rodaje –cuenta– Del Castillo se desentendió de la edición, la sonorización y musicalización. Manolo estuvo al frente de su película todo el tiempo”.
Quizás este es el único punto en el que todas las partes coinciden: Del Castillo dirigió durante el rodaje y Manolo Cruz creó la historia y acompañó todo el proceso de producción. En el fondo también hay una complicación por la plata. De acuerdo con Del Castillo, la película ya puede estar avaluada en 1.500 millones de pesos y ningún miembro del equipo ha recibido pagos por el trabajo. Cruz, sin embargo, rechaza esta versión, y sostiene que el filme no ha recibido ni un peso. “Tenía unas ventas internacionales que fueron canceladas por culpa de este señor (Del Castillo). Ahora está en riesgo de distribución por el sabotaje que él ha hecho”. De los 17 premios que ha recibido la película, según Cruz, no se han obtenido recursos.
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Esos premios son otro punto clave en la historia. El primer reconocimiento importante llegó en el Festival Ventana Sur (2015), en Argentina. En ese momento, según Arley Garzón, director artístico de la cinta, los créditos cambiaron y todo el equipo se molestó. “De repente Manolo apareció como director y comenzó el pleito con Carlos. Es algo muy triste porque la película es muy bonita, bien hecha”. Uno de los miembros del equipo, quien solicitó mantener su nombre en reserva, dijo que un problema de fondo es el reconocimiento y las oportunidades que traen estos premios: “Cuando un director gana, puede ser becado o invitado a otras películas”.
El 5 de septiembre de 2016, el Ministerio de Cultura expidió una resolución que reconoce como una cinta colombiana a La ciénaga, entre el mar y la tierra. En el documento aparecen como directores Manolo Cruz y Carlos del Castillo. Sin embargo, Del Castillo quiere cambiar ese registro: “Manolo Cruz firmó acuerdos diciendo que no debe aparecer nunca como director, sino siempre como escritor, actor y guionista de la película. Así se acordó en la conciliación promovida por Cineplex y Global Screen”.
La mayoría de quienes trabajaron en La ciénaga prefieren guardar silencio. Les resulta irritante y vergonzoso que una película a la que asistieron 6.000 espectadores en una sola función en Corea no se pueda lanzar en Colombia por lo que muchos llaman un “problema de egos”. La rabia es mayor cuando recuerdan que la cinta es una alternativa para el cine colombiano, tan acostumbrado a temas sobre violencia y narcotráfico. Lo cierto, como dice Vicky Hernández, es que Cruz y Del Castillo quizás no supieron lidiar con el peso de su primer largometraje a cuestas: “Esta película es un hito en la cinematografía nacional, lo digo yo que hice mi primer cortometraje en 1966. Pero a ellos les está ganando la ambición, la ignorancia y el ego”, dice Vicky.