Philomena

Título original: Philomena
País: Reino Unido
Director: Stephen Frears
Guion: Steve Coogan y Jeff Pope
Actores: Judi Dench, Steve Coogan, Sophie Kennedy Clark
Duración: 98 min.

Hay un drama desgarrador en el corazón de Philomena, pero esta película explora no tanto la tragedia en sí misma sino las diferentes aproximaciones al hecho traumático, a las posibilidades de sanar o no, de vivir resentido o no, de buscar venganza o no.

Es también sobre el encuentro de dos mundos próximos geográficamente, pero alejadísimos en cuanto a valores, actitudes y costumbres. De un lado está la mujer del título (interpretada magistralmente por Judi Dench), una señora irlandesa criada por religiosas, creyente, sencilla, consumidora de novelas melodramáticas y floridas.

Del otro está Martin Sixsmith (Steve Coogan), un asesor de comunicaciones de un primer ministro laborista que ha caído en desgracia por un escándalo, educado en Cambridge, articulado, creyente en nada, consumido sin saberlo por una mezcla tóxica de arrogancia y cinismo.

Esta pareja inesperada se une para resolver un enigma del pasado: en su adolescencia, cuando Philomena vivía en un internado de monjas, quedó embarazada y el niño fue dado en adopción por las hermanas contra su voluntad. Cincuenta años más tarde, los dos emprenden su búsqueda.

Para ella está la cuestión existencial de resolver una intriga; para él, en cambio, hay una ‘historia de interés humano’, una categoría periodística nebulosa pero claramente sentimental, que quizá le ayude a salir del bajón existencial por el que pasa. Su editora le pide que haya villanos y para él está claro que las monjas lo son.

Uno de los giros sorpresivos de esta película reside en pegarles un sacudón a estos personajes estereotípicos. El periodista con educación universitaria de elite es totalmente maleducado en sus interacciones cotidianas y tiene una marcada tendencia a verlo todo en los términos que le pide su editora: buenos acá y malos allá.

Por su lado, la mujer que no tiene grado universitario, trata bien a quienes la rodean y ve las interacciones de la gente y la vida misma como una gama de grises, donde la gente hace lo que puede. Es como si al haber interiorizado la inquietante idea de lo pecaminoso pudiera perdonarle a otros lo que le cuesta trabajo perdonarse a sí misma.

Así, se da el caso paradójico donde el hombre que no cree en Dios o en el pecado aparece pesado y amargado por el mundo, mientras que la mujer que sí cree en ambas cosas logra estar ligera y contenta en él.

Stephen Frears es un director efectivo, de la escuela realista británica, que sabe balancear un fino sentido del humor con un buen olfato para el drama. Judi Dench le da vida al personaje central llevándolo por una variedad de paisajes emocionales: de la desolación a la picardía, de la inocencia total a la resignación bien ganada. La cámara, obviamente, adora su rostro y es un placer ver su despliegue de emociones.

Coogan, su compañero de carretera, tiene el buen sentido de darle todo el espacio que necesita, ofreciendo un contraste con un personaje menos rico en emociones, pero que en su relativa neutralidad permite que su socia brille aún más.

CARTELERA

**** Excelente ***½ Muy buena  ***Buena **½ Aceptable ** Regular  * Mala

• Pasión ***