Shigeru Ban se presenta como el único arquitecto en el mundo que construye casas y edificios con papel. Entre sus creaciones más famosas está la sede del Centro Pompidou-Metz en Francia, la Christ Church en Nueva Zelanda y el pabellón de Japón en la Expo 2000 de Hamburgo. Por el tamaño y la complejidad estructural de los edificios parece increíble que el último ganador del premio Pritzker, el más importante galardón de arquitectura, los haya construido con tubos de cartón.
Sin embargo, según la explicación del japonés nacido en Tokio, ese material es ideal para la construcción. “Es estable, muy barato, puede encontrarse en cualquier lugar y es 100 por ciento reciclable”, dice. Siguiendo la tradición japonesa que busca preservar el universo en armonía, el galardonado utiliza materiales naturales para que el interior de la vivienda esté en comunión con el exterior. Y para mayor practicidad elige objetos reutilizables y al alcance de la mano. Un ejemplo perfecto son las elegantes casas que construyó en 1995 para los sobrevivientes del terremoto que arrasó con la ciudad de Kobe. Compuestas de tubos de cartón y techo de tela blanca, fueron construidas sobre canastas de cerveza para facilitar su eventual desmantelamiento.
Sumado a la creatividad en la elección de materiales y a la impecable estética de sus construcciones, que sin duda llamaron la atención de los jurados del Pritzker, Shigeru Ban fue premiado por la dignidad humana que exalta su arquitectura y por su preocupación por el medioambiente. El japonés ha recorrido los continentes construyendo casas confortables con materiales reciclables para los afectados por desastres naturales. Él está convencido de que aunque las viviendas solo sean temporales, estas personas que han vivido el infierno deben recuperar la comodidad y dignidad de sus hogares.
“Después de terminar el Centro Pompidou-Metz en 2006 –explica el arquitecto en su Ted Talk por internet– estaba muy desilusionado con mi profesión. Nosotros los arquitectos no trabajamos para los más necesitados. Por el contrario, construimos magníficos edificios que visibilizan el dinero y el poder de unos pocos privilegiados. Pero cuando las estructuras de concreto se desmoronan a causa de terremotos y tsunamis ningún arquitecto ofrece ayuda a los desamparados. Nosotros podemos marcar la diferencia mejorando las viviendas de los sobrevivientes y haciéndolas más cómodas.”
En 1994 construyó en Ruanda casas de cartón para los sobrevivientes de la masacre que casi acaba con el país africano, y años después estuvo en India haciendo unas viviendas similares para los afectados por el terremoto que semidestruyó a Bhuj. En 2011 terminó una catedral de cartón en Nueva Zelanda para reemplazar una que había colapsado. La estructura debía ser provisional pero gustó tanto que los habitantes la convirtieron en permanente. “Podría pensarse –dice el arquitecto- que las construcciones de papel no son más que temporales. Pero la temporalidad es relativa. Los edificios de concreto, construidos para durar, se deshacen con el vaivén de un fuerte terremoto, y el amor con el que los feligreses acogieron la catedral de tubos de cartón la mantiene en pie.”
Para comprender la arquitectura de Shigeru Ban –explica la arquitecta colombiana Paula Echeverry– hay que tener en cuenta la concepción japonesa del espacio. Para ellos, a diferencia de nosotros, el espacio es algo continuo que comienza desde dentro del sujeto. Ellos no distinguen entre un cuarto, un corredor, adentro y afuera. El espacio para los japoneses es una continuidad con variaciones. Esta interesante perspectiva heredada de la tradición taoísta en la que predomina el concepto de unidad absoluta y la estética del vacío, se hace visible en la Casa Desnuda creada por Shigeru Ban en 2000.
Diseñó ese proyecto para un cliente que le exigió un hogar donde toda la familia estuviera siempre unida y no hubiera casi espacio para la privacidad. Shigeru Ban ideó una casa en forma de cubo absolutamente blanca. El interior no tiene cuartos ni corredores separados por puertas y paredes sino varios cubos movibles de diferentes tamaños. Estos están abiertos al espacio conjunto y hacen las veces de cuartos que cambian de lugar al gusto. La casa es literalmente un espacio continuo con variaciones.
A diferencia del movimiento del arquitecto suizo Le Corbusier, que construye los edificios en función de su utilidad, Shigeru Ban pertenece a la corriente contemporánea centrada en la experiencia del sujeto dentro del espacio. El japonés es consciente de que el espacio determina la existencia humana y la manera como las personas se relacionan. En otras palabras, los hombres y mujeres están determinados por su espacialidad. El espacio no es objetivo sino que hace parte del sujeto.
“Para diseñar una edificación –explica Echeverry– Le Corbusier pensaba en las actividades que se realizarían en los espacios y construía paredes y divisiones de acuerdo con eso. El baño no necesitaba medir más de tanto, el corredor no tenía que ser muy ancho por ser un lugar de paso…etcétera. El problema de las casas sectorizadas de Le Corbusier es que no tenían espacio para nuestros cambios de rutina. El corredor angosto no permite una larga discusión que tal vez apetecería tener allí.”
Por el contrario, quienes piensan el espacio en términos de experiencia diseñan los edificios pensando en el sujeto que los va a habitar y no en las actividades que este va a realizar. Es una relación distinta con el entorno. Las casas que construyó Shigeru Ban en Sri Lanka para los sobrevivientes del tsunami de 2004 hacen patente esta diferencia. En vez de hacerlas estrictamente de acuerdo con las actividades de sus dueños, el japonés tuvo en cuenta la religión de las personas y para los musulmanes construyó unas divisiones especiales de modo que las mujeres no estuvieran a la vista cuando sus esposos hacían reuniones.
La magia de Shigeru Ban está en la sencilla elegancia de sus construcciones y en la impactante individualidad de su obra. En una sociedad en la que requiere coraje ser diferente, él es el único arquitecto que crea seductores edificios a base de papel.