PETRÓLEO

EE. UU.: tiembla el ‘fracking’

Un estudio del Servicio Geológico de EE. UU. alertó sobre terremotos en zonas donde se utiliza el ‘fracking’. Ocho estados de ese país están en la mira.

2 de mayo de 2015
Esta técnica consiste en inyectar grandes cantidades de agua, arena y químicos, a más de dos kilómetros de profundidad, para romper las rocas en donde está atrapado el petróleo y el gas.

Estados Unidos cambió el ajedrez energético mundial cuando comenzó a utilizar la fracturación hidráulica (fracking) para encontrar hidrocarburos. Esta técnica le permitió en pocos años convertirse en uno de los mayores productores de petróleo y gas, y competir con las grandes potencias como Arabia Saudita y Rusia.

Pero un informe reciente del Servicio Geológico de Estados Unidos encendió el debate sobre los efectos negativos de esta actividad. El estudio encontró una gran correlación entre el aumento de los movimientos telúricos en algunas zonas de ese país y el fracking. Esta es la primera evaluación completa que hace el organismo sobre 17 regiones donde se utiliza esta técnica para extraer hidrocarburos no convencionales –que están a mayor profundidad de la superficie terrestre–.

Según el análisis “se ha observado un dramático incremento en las tasas de sismicidad en la región central de Estados Unidos en los últimos cinco a siete años. El aumento ha estado ligado a las operaciones industriales de inyección de aguas residuales en pozos profundos”, afirma. La fracturación hidráulica consiste en inyectar grandes cantidades de agua, arena y productos químicos a más de dos kilómetros de profundidad, para romper las rocas en donde están atrapadas a nivel molecular concentraciones de petróleo y gas no convencional.

El tema cobra gran relevancia en momentos en que en muchos países, entre ellos Colombia, se habla sobre la conveniencia de poner en marcha esta técnica, como una manera de buscar alternativas a la difícil coyuntura por los bajos precios del petróleo. El crudo se ha desplomado más de 50 por ciento ante la mayor oferta de Estados Unidos –produce alrededor de 9 millones de barriles diarios, casi el doble de lo que producía en 2008–. De ese volumen 3,5 millones de barriles se extraen gracias al fracking.

El estudio del Servicio Geológico llamó la atención sobre Oklahoma, en donde los sismos –dice– son ahora “cientos de veces” más frecuentes que en la década de los cincuenta. Antes en ese estado se inducían uno o dos sismos por año, de magnitud 3, y ahora se están registrando uno o dos al día.

En 2011 el centro de Oklahoma sufrió el terremoto más poderoso – de 5,6 grados de magnitud- provocado por las acciones del hombre. “Hay una sólida relación entre la mayor actividad sísmica y las grandes cantidades de aguas residuales subterráneas procedentes de la inyección de líquidos a presión sobre las rocas para la extracción de petróleo y gas”, dice el estudio.

Si bien Oklahoma es uno de los estados más afectados, también se mencionan otras regiones donde esta práctica ha causado sismos. Entre ellas Colorado, Kansas, Arkansas, Alabama, Ohio, Nuevo México y Texas. Estos estados aparecen ahora en los mapas de mayor peligrosidad sísmica, es decir, que están en riesgo de registrar movimientos telúricos en el futuro.

“Estos terremotos se producen a un ritmo mayor que nunca y plantean un riesgo muy grande para las personas que viven cerca”, sostuvo Mark Petersen, director del proyecto. Anotó que en estas regiones se registraron 99 sismos en promedio entre 2009 y 2013, pero el año pasado se reportaron 659.

El informe se conoció dos días después de que el gobierno de Oklahoma reconoció que la oleada de terremotos que se viene registrando en esta zona del país es consecuencia de las actividades del fracking. Hace cuatro meses el estado de Nueva York prohibió esta actividad ante los riesgos en la salud, con base en un estudio científico sobre la posible contaminación del agua y del aire.

Un duro debate

Este informe se suma al publicado el año pasado por la prestigiosa revista Science en la que llega a conclusiones similares. Pero aunque el análisis del Servicio Geológico de Estados Unidos vuelve a encender la polémica es muy difícil que Estados Unidos prohíba esta actividad en todos sus estados.

Una de las principales razones es que el fracking provocó una revolución energética en esa nación, que pasó de ser una de las grandes importadoras de hidrocarburos del planeta a una de las mayores productoras. Al ritmo que va, podría convertirse en menos de 20 años en un país autosuficiente en producción de crudo, lo que asestaría un duro golpe a los tradicionales productores mundiales. Solo el estado de Texas produce hoy lo mismo que naciones como Irán –2,5 millones de barriles diarios- .

Estados Unidos es el principal consumidor de petróleo del planeta con cerca de 18 millones de barriles diarios, es decir, el 20 por ciento de la demanda mundial. Por eso cualquier jugada que haga en el sector de hidrocarburos tendrá un gran impacto en la geopolítica mundial. Al ser autosuficiente, el país del norte perdería su interés estratégico en el Medio Oriente y sería aún más aliado de la Unión Europea que tiene una alta dependencia del petróleo de Rusia, su archirrival.

Adicionalmente, es difícil frenar el fracking por el inmenso poder de las grandes compañías petroleras que invierten cuantiosos recursos para aumentar sus reservas de hidrocarburos. En esta industria trabajan miles de millones de personas que se resistirían a cambiar de actividad.

En el otro lado de la balanza están las personas que viven cerca de las zonas productoras, que se han visto afectadas por el fracking. En Estados Unidos cada vez aumentan más las protestas de ciudadanos que piden prohibir esta técnica, que lleva varias décadas de experimentación pero que solo desde hace unos años comenzó con pleno furor con los yacimientos Eagle Ford, en Texas. Pero no solo en Estados Unidos hay oposición. También en Europa los ciudadanos rechazan el fracking y en Francia, por ejemplo, está suspendido.

Colombia no ha sido ajena al debate. Aunque en el país todavía no se ha llegado a la primera explotación de hidrocarburos no convencionales, las petroleras insisten en la necesidad de que el gobierno expida pronto normas para evitar que la nación pierda su independencia energética y tenga que importar petróleo, lo que agravaría la situación de las finanzas públicas.

La Asociación Colombiana del Petróleo (ACP) sostiene que con un proceso riguroso en Colombia es posible evitar inconvenientes relacionados con el fracking. Para algunos, pesa más la urgencia de aumentar las reservas de crudo que se están acabando y solo alcanzan para siete años. Con la fracturación hidráulica se podrían triplicar de aquí a 15 años.

Lo cierto es que ante una mayor demanda mundial de hidrocarburos y mientras se encuentren otras fuentes energéticas que reemplacen el petróleo, el debate sobre las técnicas para extraer más crudo y sus consecuencias seguirán llamando la atención de la humanidad. Y el fracking seguirá en el primer lugar de la controversia.