SEMANA: ¿Por qué decidieron vender Isagén?
MAURICIO CÁRDENAS: En este momento en el país hay un consenso acerca de la necesidad de solucionar el cuello de botella que representa el atraso en la infraestructura de transporte. Por eso, queremos cambiar un activo existente por uno indispensable que hoy no tenemos.
Vamos a vender una empresa energética que seguirá prestando el mismo servicio, así cambie de accionista, por una infraestructura de carreteras que el país necesita urgentemente para modernizarse y competir en el mundo globalizado.
SEMANA: Esas eran las mismas razones que se aducían en 2010, ¿por qué entonces el expresidente Uribe y el exministro Óscar Iván Zuluaga se han opuesto de manera rotunda? ¿Usted cree que hay consideraciones políticas?
M.C.: No tengo la menor duda, porque de lo contrario es inexplicable. Esa venta estaba incluida en el plan financiero del exministro Zuluaga. Y el contrato con los banqueros de inversión que están asesorando al gobierno lo firmó precisamente el gobierno de Uribe. Nosotros lo heredamos y simplemente continuamos con ese contrato.
SEMANA: Pero la tendencia mundial en el momento es que la generación de energía sea un asunto casi vital para el Estado.
M.C.: Eso no es cierto. El gobierno tiene que ser un buen regulador pero no dueño. Colombia es un buen ejemplo de eso. Desde que el sector privado tiene un mayor peso en la generación de energía las cosas funcionan mejor que cuando todo dependía del sector público.
SEMANA: Se está diciendo que ustedes están cortos de plata porque el recaudo tributario esperado no se ha cumplido y necesitan llenar el hueco con esta venta.
M.C.: Eso tampoco es verdad. No he podido saber cuál es el hueco fiscal que vamos a tapar. En 2010 el déficit del sector público fue de 18 billones de pesos. En 2012 cerramos con un superávit de 2 billones de pesos, algo sin precedentes desde hace exactamente 50 años.
SEMANA: ¿En qué se van a utilizar los recursos?
M.C.: La propuesta del gobierno es destinarlos a un Fondo de Infraestructura Nacional cuya única finalidad es realizar los aportes de la Nación a proyectos que muy pronto serán licitados por parte de la ANI. Nuestro compromiso explícito es destinar esos recursos a construir las carreteras para la prosperidad. Ni un solo peso de la venta que se estima en 4,5 billones se va a utilizar para gastos de funcionamiento.
SEMANA: ¿Qué garantía tienen de que conseguirán esa plata?
M.C.: Cuando hay una puja se maximizan los precios y este es un activo que tiene muchos interesados. El Consejo de Ministros puso una base de 2.850 pesos por acción. Esto es 300 pesos por encima del promedio al que la acción se ha transado en los últimos seis meses. Y eso es solamente una base, pues esperamos que en la segunda ronda el precio aumente sustancialmente.
SEMANA: No le parece que 4,5 billones de pesos (que se conseguirían con la venta de Isagén) frente a los 40 billones de todo el paquete de infraestructura no hacen una gran diferencia y, sí se perdería un activo valioso para el país?
M.C.: Mi lectura es exactamente la opuesta. El programa de infraestructura es de tal magnitud que el país tiene que hacer grandes esfuerzos para obtener los recursos. La venta de Isagén es uno de ellos.
SEMANA: ¿Por qué vende hoy si usted ha dicho que solo necesita los recursos para 2014?
M.C.: En primer lugar estos procesos no se hacen de la noche a la mañana. La ley 226 de 1995 establece un proceso dispendioso en términos de tiempo. En una primera ronda podrán comprar acciones los empleados, exempleados, pensionados, fondos de empleados y fondos de pensiones, entre otros.
Esta etapa toma aproximadamente tres meses. Después viene la venta al accionista estratégico, que requiere un trabajo muy detallado. Como se imaginará, para el potencial comprador analizar una compañía y alistar un cheque de más de 4,5 billones de pesos se requiere tiempo. Además, esperar un año no va a mejorar el precio al que vamos a vender.
SEMANA: ¿Por qué en lugar de vender Isagén no salen a bolsa con el 10 por ciento de Ecopetrol, un negocio que les daría mucho más dinero y el gobierno no perdería una gran empresa?
M.C.: Sencillamente porque la rentabilidad es mucho mayor en Ecopetrol que en Isagén. Este año, Isagén le pagó a la Nación dividendos por 108.930 millones de pesos, lo que significa una rentabilidad sobre la inversión de 2,4 por ciento anual mientras que la rentabilidad por dividendos de Ecopetrol está hoy en 6,7 por ciento.
Otra métrica de comparación que corrobora lo mencionado, es la rentabilidad sobre patrimonio que en 2012 para Isagén fue de 13 por ciento y en Ecopetrol de 22 por ciento. Además en mi concepto basado en años de trabajo con estas dos empresas, las perspectivas de crecimiento de Ecopetrol son más altas que las de Isagén.
SEMANA: ¿Y por qué no esperan a que entre en operación Hidrosogamoso? Según los críticos, cuando eso suceda, Isagén podría valer mucho más.
M.C.: Esa central entrará en funcionamiento en cuestión de meses y nosotros estamos vendiendo a Isagén como si ya Hidrosogamoso estuviera operando. Los ingresos que generará esta nueva central se los estamos cobrando por anticipado a quien vaya a comprar la empresa.
SEMANA: Al quedar Isagén en manos completamente privadas, ¿se podría presentar un problema o más bien una dificultad para hacer nuevas hidroeléctricas?
M.C.: Para nada. Como resultado de la regulación, la decisión de construir hidroeléctricas responde a necesidades del país y a señales de mercado, no a imposiciones del gobierno. En la subasta de expansión que se realizó en 2011 se demostró que había suficiente interés de empresas privadas para construir centrales hidroeléctricas. De hecho, la que propuso Isagén no fue adjudicada pues se presentaron otras más atractivas.
SEMANA: Pero si todo es tan claro, ¿por qué tanta oposición?
M.C.: Es que ha habido falta de información. Soy de familia antioqueña y por eso entiendo perfectamente que Isagén es un icono regional. Por eso hemos puesto como condición para la venta que la sede de la compañía debe permanecer en Medellín. Los empleados tampoco tienen por qué preocuparse. Allá no hay burocracia sino excelencia, que es lo que quiere cualquier inversionista. También se dice que las tarifas van a subir y ustedes son los primeros en entender que, entre más jugadores haya, más beneficio para los usuarios. Y como esos malentendidos ha habido otros.
SEMANA: ¿Y no le parece a usted que una decisión tan trascendental no debe tomarse en el último año de un gobierno, sino más bien dejársela al próximo?
M.C.: Es que la política de infraestructura no debe ser vista como una política de gobierno sino como una de Estado. Nosotros hemos cumplido con todos los aportes a los proyectos que heredamos del gobierno anterior, muchos de los cuales eran simplemente unos contratos firmados.
Como el ciclo de los proyectos de infraestructura excede el de los gobiernos, lo responsable es dejar programados los recursos con que se van a financiar las obras. Llevamos meses preparando esta operación, así que le pediría a los precandidatos que no le metamos política a un tema que requiere soluciones y no retórica.