Todo el mundo está de acuerdo en la necesidad de reformar los sistemas de salud y de pensiones en Colombia. En ambos casos se requieren ajustes importantes en materia de cobertura, equidad y sostenibilidad. Sin embargo, donde no hay acuerdos, ni dentro del gobierno, ni en el Congreso, es por cuál de las dos reformas empezar.
La semana pasada esto quedó en evidencia con el rifirrafe que sostuvieron los ministros de Hacienda, Mauricio Cárdenas y de Trabajo, Rafael Pardo, quienes públicamente discreparon sobre a cuál proyecto darle prioridad en la agenda que se llevará a las próximas sesiones legislativas.
Aunque es normal que al interior del gobierno los ministros tengan algunas diferencias, pues cada uno busca defender al sector que representa, este episodio hace pensar que falta más coordinación en el gabinete. Y especialmente llama la atención que a año y medio de terminar su mandato el gobierno no haya acordado a qué ponerle todo el énfasis en la agenda legislativa.
Esta no es la primera vez que una situación de esta naturaleza se presenta en la administración Santos. Cabe recordar cuando se suscitaron diferencias entre los ministerios de Hacienda y Vivienda por la ley de las 100.000 casas gratis a los colombianos más pobres. En el trámite de ese proyecto, mientras el ministro de Vivienda Germán Vargas Lleras sostuvo que esta no es una política coyuntural, sino la etapa inicial de un programa mucho más ambicioso de largo aliento, el ministro de Hacienda de entonces, Juan Carlos Echeverry, advirtió que debería ser un plan de choque y no permanente. Finalmente, la tesis del ministro Vargas Lleras se impuso.
Al igual que en ese episodio, en esta controversia hay dos pesos pesados del Ejecutivo midiendo sus fuerzas. Horas después de que el ministro Pardo presentara oficialmente la propuesta de reforma pensional, su colega Cárdenas sorprendió con un comunicado que a algunos les sonó a desautorización, pues afirmó que “este es un año complejo para tramitar una reforma pensional, máxime cuando tenemos urgencia de reformar el sistema de salud que es prioritario desde el punto de vista del bienestar”.
Pardo respondió que los dos proyectos se pueden tramitar al tiempo, pues entrarían por comisiones diferentes. “El Congreso y los congresistas tienen el mismo número de neuronas y a veces más que el resto de los colombianos”, dijo el ministro de Trabajo, para señalar que se pueden estudiar y tramitar varios temas y varias leyes al tiempo.
No será fácil ponerse de acuerdo. El ministro Cárdenas, desde que asumió la cartera de Hacienda, tenía claro que su mayor preocupación era la salud. En entrevista a SEMANA dijo en ese entonces que la reforma a las pensiones estaba en la categoría de las reformas importantes, y la salud en la de urgentes.
Por su parte, Pardo llegó al renacido Ministerio del Trabajo con el claro propósito de sacar adelante una reforma pensional. El programa de protección a la vejez – corazón de la iniciativa que hoy impulsa– fue el primero de los diez propósitos que presentó en 2009, cuando lanzó oficialmente su precandidatura a la Presidencia de la República y se comprometió a hacer realidad si llegaba a la Casa de Nariño en 2010.
En el gabinete han ido tomando partido. Para el ministro de salud, Alejandro Gaviria, obviamente la reforma de su sector es lo más urgente. Dejó la academia en la Universidad de los Andes para rescatar la salud del caos en el que se encuentra y en este sentido su proyecto de ley es indispensable para destrabar el enredo.
El ministro del Interior y jefe de la política, Fernando Carrillo, también tomó partido y no descartó que las dos reformas se puedan tramitar simultáneamente.
Algunos parlamentarios han comenzado a darle la razón al ministro Cárdenas. El presidente del Congreso, Roy Barreras, afirmó que Pardo tiene “una capacidad cerebral”para comprender que la reforma pensional requiere una socialización más amplia. Gilma Jiménez, de la Comisión Séptima, por donde deben tramitarse los dos proyectos, consideró que si la reforma a la salud es de verdad, habrá que “dedicarnos exclusivamente con nuestras neuronas al tema de la salud. Después podemos tratar el tema de pensiones”. Consideró que mandar los dos proyectos al tiempo es un acto de irresponsabilidad.
El problema de fondo es político. La legislatura entrante se moverá en un ambiente muy complicado por la campaña parlamentaria y presidencial. El camino para los proyectos de ley del Ejecutivo será muy difícil.
Según un analista, cuando los parlamentarios comiencen a alinearse hacia el presidente Santos o hacia el expresidente Uribe, el ambiente se enrarecerá y las sacrificadas serán las reformas que estén en trámite. Incluso algunos sostienen que sería mejor que el gobierno no llevara ningún proyecto de ley ante el Legislativo.
Los escenarios potenciales de esta puja son tres. En uno la reforma de pensiones de Pardo es empujada en el Congreso mientras que en otro la de Gaviria es la elegida. Una tercera opción es que el gobierno impulse ambas iniciativas de manera simultánea.
Los argumentos para optar por la de la salud son de orden técnico, financiero y de bienestar de la población. Además de la necesidad de resolver el enredo en que se encuentra el sector, el tema financiero ha comenzado a preocupar a raíz de la reforma tributaria. La eliminación de parte de los parafiscales de la salud –que ahora irán por cuenta del Cree (el nuevo impuesto a las utilidades de las empresas)– genera incertidumbre en cuanto al recaudo. Las cuentas del gobierno indican que habrá 5 billones de pesos anuales para la salud desde 2014. No obstante, según analistas, habría un desfase que desfinanciaría al sector. En este sentido, la reforma del ministro Gaviria apuntaría a corregirlo con un eventual aumento en la cotización a las personas.
Algo que favorece la presentación de la reforma a la salud es que el presidente es partidario de socializar más la reforma pensional. El ministro de Hacienda dejó bien claro que por el momento ninguna propuesta pensional es definitiva. En ese sentido, una posible salida al choque ministerial sería darle más tiempo al proceso de concertación antes de llegar al Congreso, y en este caso, el camino quedaría libre para la iniciativa de salud.
Es evidente que la propuesta de Pardo no cayó bien entre los fondos privados de pensiones. Santiago Montenegro, presidente de Asofondos, señaló que algunos dineros que hoy manejan los fondos, se irían a la Nación de aprobarse el nuevo esquema. Con esto, afirmó, se corre el riesgo de que los dineros sean invertidos en cubrir la deuda del Régimen de Prima Media y dejarían de ser ahorros o inversiones en el mercado de capitales. Los trabajadores tampoco están convencidos de la iniciativa del ministro deTrabajo y otros la consideran bien intencionada, pero ven difícil su implementación.
Aunque ambas reformas son importantes, difieren en su viabilidad política. La pensional es una iniciativa que despierta mucho más polémica y enciende más alarmas entre la opinión pública. Esta última, por su parte, se sintoniza con urgencias cotidianas de un número mayor de colombianos. Si ambos proyectos se presentan en simultánea, en comisiones diferentes, a lo que se inclinan Carrillo y Pardo, el gobierno correría el riesgo de que el trámite legislativo se enrede y terminen hundiéndose las dos. Esto sería el peor de los escenarios.
El manejo parlamentario no es la única consideración política que el presidente Santos tendrá que manejar. Si la Casa de Nariño no respalda al ministro Pardo en su propósito de presentar la reforma pensional, esto constituiría un duro golpe para el excandidato presidencial del liberalismo. No solo una parte importante de su agenda quedaría sin aprobar sino también golpearía directamente la confianza dentro de la coalición de Unidad Nacional. Si de apoyar la reforma de salud se trata, el ministro Gaviria cuenta con las credenciales técnicas requeridas, pero su manejo político en este gobierno está por estrenarse. Así las cosas, algunos creen que en este pulso el ministro de Hacienda está ganando puntos. Sin embargo, cuando hay política de por medio, la parte técnica está en desventaja.
¿Quién ganará el pulso en este nuevo episodio? Aunque el presidente Juan Manuel Santos tiene la última palabra en esta controversia, su decisión no es sencilla. Lo mejor sería que se pongan de acuerdo y todos tiren para el mismo lado. La sensación de descoordinación cuando el gobierno entró en la recta final no es conveniente.