PARO NACIONAL
“¡Queremos trabajar!”: el clamor de los empresarios, tras casi un mes de paro
El sector privado está al borde de la quiebra. Sus pérdidas son billonarias y los empleos de millones de colombianos están en juego. Análisis de SEMANA.
Se les quiebra la voz, sienten impotencia, dolor, rabia y desazón... y no es para menos. Sus sueños y los de miles de colombianos están en juego, por cuenta de la pandemia y las marchas, que ya completan tres semanas y no parecen tener un final a la vista.
Son empresarios colombianos y se enorgullecen de ello. Pero hoy, cuando las movilizaciones siguen afectando el abastecimiento y sus negocios están al borde de la quiebra, para muchos tirar la toalla parece ser la única salida. No es una decisión fácil, pero responde a una situación que se salió de control. Y se sumó a un año de restricciones, cuarentenas, pico y cédulas y toques de queda.
Los dueños de las compañías alcanzaron a ver la luz al final del túnel y muchos incluso se animaron a contratar más personal, retomar inversiones y poner en marcha proyectos. La parte más dura de la pandemia parecía haber acabado, al tiempo que la vacunación en Colombia avanzaba.
Lo que ninguno se esperaba era que unas semanas después, volvería la hecatombe. Una inoportuna reforma tributaria fue el detonante del levantamiento que hoy se vive en el país. Los ciudadanos, en su mayoría jóvenes, salieron a las calles a protestar y hoy mantienen su lucha.
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Desconsuelo
A diferencia de los primeros días, la tributaria ya no es la razón principal para marchar. Detrás del descontento hay decenas de problemas estructurales, que salieron a flote con la pandemia. Y aunque los colombianos tienen todo el derecho a manifestarse, en medio de ellos se han camuflado delincuentes que hoy tienen en jaque a la economía.
Para nadie es un secreto que el componente vandálico que ha aparecido en las marchas dista mucho de las manifestaciones pacíficas de miles de colombianos. Sin embargo, su efecto ha sido devastador y las cifras lo confirman. Según el Gobierno, las pérdidas que dejan los bloqueos y las movilizaciones superan los $ 10 billones.
El paganini ha sido el sector privado del país, que completa un año sin trabajar a pleno. Pocos han sido los empresarios que han podido salir adelante en medio del doble golpe mortal, que ha supuesto el coronavirus y el paro. La mayoría, con dolor, ha tenido que cerrar las puertas de sus negocios. Mientras que otros han debido presenciar cómo se los destrozan y saquean.
El caso más reciente se vivió en Buenaventura, donde turbas de personas se tomaron el comercio de la ciudad. Videos muestran cómo los manifestantes ingresaron a la fuerza a locales y minutos después salieron con cajas hurtadas, dejando atrás suyo los sueños de decenas de emprendedores y sus trabajadores.
De forma paralela, en la zona portuaria, cientos de personas rompieron las verjas de una terminal de contenedores, donde reposaban toneladas de café listo para exportar. Poco les importó que el grano llevara almacenado varias semanas, con todas las implicaciones que esto tiene para la economía nacional.
Las tristes escenas se repiten se lo largo y ancho del país: pollitos botados a las calles, miles de litros de leche desperdiciados, cerdos arrastrados y montados en motos, bodegas de café desmanteladas y miles de locales cerrados.
Como si fuera poco, en algunas regiones los empresarios han recibido amenazas de muerte si llegan a abrir sus negocios. Trabajar en medio del paro se ha convertido en una labor de alto riesgo. En la capital, por ejemplo, Fenalco denunció que los comerciantes fueron amenazados si se unen a las marchas.
Panorama devastador
En el Cauca, por su parte, los empresarios fueron declarados como objetivo militar si no apoyan el paro. Algunos, incluso, han sido atacados por vándalos al intentar abrir sus empresas o permitir que sus trabajadores ingresen a las fábricas.
Entre tanto, en el Valle y el Eje Cafetero a duras penas han logrado producir lo necesario para subsistir y esto se ha notado en los mercados durante las últimas semanas. La foto del desabastecimiento y los precios elevados se volvió pan de cada día en el suroccidente del país, donde se mantienen los bloqueos de vías.
El llamado del presidente Iván Duque para que la fuerza pública desbloquee las carreteras ha sido clave para que algunas sean despejadas. Sin embargo, en diversas regiones siguen imperando los ilegales. Basta con mirar las cifras.
Los gremios del campo no dudan en alertar que están en inminente riesgo de quebrar, teniendo en cuenta que sus pérdidas se acercan a los $ 2 billones. Los bloqueos los han puesto en jaque y ya ha generado que incumplan compromisos a nivel nacional e internacional.
El cafetero ha sido uno de los sectores más golpeados con una ironía y es que fue uno de los campeones en crecimiento de la economía entre enero y marzo. A pesar de lo anterior, los bloqueos han impedido el tránsito de al menos 1.200 tractomulas con café y la exportación de cerca de 800.000 sacos, según el gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez.
Si en el campo llueve, en las ciudades no escampa. Tres semanas de paro tienen al borde de la quiebra a cientos de empresas de la construcción y el comercio. En el primer caso, la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol) fue enfática en decir que cerca de medio millón de empleos están en la cuerda floja.
En cuanto a centros comerciales, más de 30 han sido objetos de vandalismo, y ni qué decir del desplome en ventas. Carlos Betancourt, presidente de Acecolombia, gremio del sector, señala que, en algunas ciudades, las ventas han caído hasta un 80 % y 90 %, frente a lo que venían registrando en la pandemia. Esto los ha llevado a registrar pérdidas por más de $ 200.000 millones.
Por su parte, Alfredo Reyes, presidente de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, dice que “ante la circunstancia de la covid-19, los hogares cerraron sus puertas a reformas y ampliaciones, al igual que en el segmento de la arquitectura comercial y vivienda (distinta a la VIS). En general las ventas se redujeron aproximadamente en un 25 % a 30 %”.
Mientras que Alexandra Suárez, directora ejecutiva del Autorregulador Nacional de Avaluadores, indica que “en estos momentos tan coyunturales es de alta relevancia que la rama judicial y los tribunales de arbitramento elijan avaluadores con larga experiencia y especialistas en la categoría de interés para que los peritajes sean lo más justos posible para las partes”.
Por donde se le mire, la situación es crítica e insostenible para el sector privado, pero también para millones de colombianos que han logrado mantener sus puestos de trabajo. No hay que olvidar que la pandemia ya había causado un duro golpe para el bolsillo de los hogares, quienes el año pasado perdieron más de $ 30 billones en ingresos, según Anif.
Esto, además de generar un desplome en el consumo privado, llevó a que la pobreza en Colombia retrocediera 10 años de avances.
Golpe mortal
El panorama es tan delicado, que para muchos empresarios la única forma de mantenerse en pie es despidiendo a parte del personal que tienen contratado. Quedarse sin trabajo sería la peor noticia en tiempos en que el país sigue sintiendo el coletazo del coronavirus.
En medio de esta situación, desde diversos sectores reiteran su llamado al Comité del Paro y los manifestantes para que desbloqueen las vías y les permitan trabajar. Pero, además, le ruegan al Gobierno para que retome las riendas, ahora que la economía volvió a cuidados intensivos.
Sus palabras hablan por sí solas: “Se perdió el control”, “no hay autoridad que valga”, “poco les importamos”. Consideran que, cuanto antes, los mandatarios deben priorizar una agenda para que el país vuelva a la normalidad.
Mientras esto sucede, el gabinete de Iván Duque y el Comité del Paro mantienen sus reuniones, de cara a lograr acuerdos que permitan desescalar las marchas. Sin embargo, su lento avance puede generar que miles de empresas se declaren en quiebra y, con ellas, se pierdan los puestos de millones de personas.
Lo que está en juego no es poco. De hecho, el país ya recibió un campanazo de alerta esta semana, cuando Standard & Poor’s le quitó la nota de grado de inversión.
Si este panorama se presentó con la pandemia y apenas tres semanas de manifestaciones, expertos consideran que un paro indefinido sería mortal para la economía. Las cifras del primer trimestre confirman que la reactivación económica y la vacunación son determinantes para que las cuentas nacionales y el empleo retomen el rumbo que traían antes de la pandemia.
Llegó la hora de que manifestantes y autoridades se encierren a negociar y no se levanten de la mesa hasta no llegar a acuerdos. En el entretanto, es vital que le permitan al sector privado retomar sus actividades, si se quiere que los colombianos y el país salgan adelante. Así lo piden los empresarios, quienes, al unísono, revelan su principal reclamo: “¡Queremos trabajar!”.