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José Miguel Santamaría Uribe

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La crisis del agua

La situación que está viviendo Bogotá con el agua estaba cantada hace rato y nos va a durar un tiempo. Las soluciones de fondo son muy demoradas. Por la falta de planeación a largo plazo, llegamos a donde estamos.

José Miguel Santamaría
19 de abril de 2024

Los más optimistas creen que el racionamiento de agua durará, mínimo, un año, con la agravante de que se extienda a cortes de energía también. Nadie ha hablado del impacto tan grande que esto trae para una economía ya maltrecha como la que tenemos. Muchos negocios se van a ver perjudicados con las medidas, por ejemplo, el sector de alimentos y bebidas y el del entretenimiento, que son grandes generadores de empleo formal.

Todavía me sigo preguntando si en el empalme de Claudia López con Carlos Fernando Galán se habló de esto y si le dijeron la verdad al gobierno que entraba. Nadie entiende por qué se demoraron cuatro meses en tomar medidas si el nivel de los embalses ya era crítico en diciembre. Ya es hora de que los bogotanos sepamos la verdad sobre el legado de la administración de Claudia López.

Las medidas de racionamiento hasta ahora impuestas son totalmente insuficientes. Poner un día sin agua por sectores, cuando hay tanques de almacenamiento, da risa. O salir a multar a quienes utilicen más agua de la que considere un funcionario público se debe gastar, peor. La única solución real para disminuir el consumo de agua es subiendo su precio de manera considerable, para que duela si es mal utilizada.

Cualquier solución de fondo es demorada. Se debieron hacer obras de infraestructura hace rato. Chingaza 2, que el mismo Petro no sacó adelante en su alcaldía, es una de esas. Que una ciudad como Bogotá dependa solamente de Chingaza y Tibitoc es grave, cuando además tiene que proveer agua en bloque a muchos municipios de la Sabana: nunca han hecho ninguna infraestructura.

Lo que está pasando en Cundinamarca es patético. Un departamento tan rico, pero tan mal manejado por años, hace que hoy pocos municipios tengan solucionado su problema de aguas. Hay innumerables ejemplos de malos manejos, corrupción y elefantes blancos por todas partes. Solo ver el ejemplo de La Mesa o Villeta es suficiente para entender la magnitud del problema.

Lo peor es que, seguramente, el racionamiento de luz también viene en camino. Expertos dicen que ni teniendo Hidroituango al cien por ciento estamos cubiertos para el 2025, año en que, muy probablemente, será más complicado. Hoy, ya casi el 50 % de la energía que consumimos proviene de fuentes diferentes a la hidráulica, de las termoeléctricas que Petro quiere acabar. Imagínense en el lío que estaríamos si le hiciéramos caso.

Cada día se piensa más en que estas crisis del agua y la energía son inducidas para generar la incertidumbre y el caos que necesita el gobierno del cambio para llevar a cabo su permanencia en el poder, su constituyente y el decrecimiento de la economía, que tanto se pregonó al principio del gobierno. Dios nos ampare si este era el cambio que vamos a padecer.

Es un pesar que un país como Colombia, que está en lo alto del ranking de mayores productores de agua, esté en esta situación.

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