COLUMNISTA

No hay que ser doctor para triunfar

Gina Parody, directora general del SENA, dice que ser técnico o tecnólogo no es menos importante que ser profesional.

Gina Parody
23 de abril de 2014
Foto: Dinero

Andrés Camargo tiene 18 años y es coordinador de calidad de una de las empresas de productos químicos más importantes del Caribe. Andrés no es Ingeniero Industrial. Es tecnólogo en gestión integrada de la calidad que ofrece el SENA en Barranquilla.

Leandro Villa es administrador de obras civiles y mantenimiento de una reconocida empresa nacional. Leandro no es ingeniero civil. Se formó como tecnólogo en obras civiles en el SENA.

Keiry Narváez es chef de la embajada de Colombia en España. Keiry no es gastrónoma con título profesional. Es técnica en Cocina, egresada del SENA en el Valle del Cauca.

Estos son algunos ejemplos que demuestran que ser técnico o tecnólogo no es menos importante que ser profesional. Mientras en Colombia seguimos creyendo que para ser exitoso hay que ser doctor, países como Alemania han reconocido la importancia de la formación técnica y tecnológica y hoy nos llevan la delantera.

Allí más del 60% de los bachilleres salen rumbo al sistema de formación dual que les permite aprender diferentes oficios, complementando la teoría con prácticas remuneradas en las empresas. El resultado: altas posibilidades de enganche laboral para los aprendices y talento humano formado con calidad y pertinencia para las compañías.

Las cifras lo demuestran. Alemania es el país con el índice de desempleo juvenil más bajo de la Unión Europea. Además es el único que ha conseguido reducir este porcentaje en los últimos años. En el 2007 era del 11,9 % y ahora es del 7,4 % por ciento, mientras que en España en el 2.007 era del 22,9 % y ahora del 55 %. Un logro admirable, sobretodo, si recordamos la preocupante cifra de 73 millones de jóvenes desempleados en todo el mundo.

La razón de este impulso es que los técnicos y tecnólogos desarrollan competencias prácticas relacionadas con las ocupaciones que demandan los sectores productivos. Los técnicos con los conocimientos plenos de un determinado oficio y los tecnólogos con habilidades adicionales de tipo administrativo y de gerencia.

En ambos casos, con una ventaja extra: es formación flexible que se puede anticipar y adaptar a las necesidades específicas del mercado laboral.

Para comenzar a transitar el camino que Alemania emprendió hace por lo menos 45 años tenemos un primer reto: creer en la formación técnica y tecnológica, dejar de pensar que es educación de menor nivel. Casos como el Andrés, Leandro y Keiry pueden ser la inspiración para empezar a ponerle fin a ese estigma.