Entrevista

¿Para qué sirven los filósofos?

El docente e investigador de la Universidad Nacional, Ignacio Ávila, asegura que la filosofía, como otras disciplinas no responden a criterios de utilidad, sin embargo, hace un recuento de algunos logros históricos en los que han estado presentes filósofos.

20 de mayo de 2017
| Foto: Tatiana Rojas

¿Por qué sigue existiendo la filosofía en un contexto en el que la educación es principalmente una herramienta para el crecimiento económico? ¿Preguntarse cómo quiero vivir o qué es el perdón, servirá de algo para  la globalización económica, que tanto preocupa a los dirigentes del mundo?

Semana Educación habló con el investigador y docente del departamento de Filosofía de la Universidad Nacional, Ignacio Ávila Cañamares y PhD de la Universidad de Warwick, sobre la utilidad de esta disciplina que, aunque cada vez su relevancia en el sistema educativo mundial es menor - en el 2016 la Universidad Complutense de Madrid planteó la idea de cerrar su Facultad de Filosofía-, Ávila asegura que puede ser peligroso despreciar las humanidades, más si se juzgan bajo el criterio de la utilidad: “existen disciplinas que son valiosas intrínsecamente”,  y agrega que además de generar un peligro para nuestra calidad de vida, podrían ponerle fin a la democracia.

Para este docente e investigador, el sistema educativo colombiano no proporciona el escenario ideal para que existan más filósofos, y concuerda con la filósofa norteamericana, Martha Nussbaum, profesora de Derecho y Ética en la Universidad de Chicago, en que la educación está basada en habilidades económicamente rentables y ha descuidado las disciplinas que ayudan a  mejorar la capacidad para criticar problemas globales complejos.

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En ese sentido, Ávila asegura que, aunque en Colombia la producción científica de los filósofos es limitada, por ejemplo,  frente a los 70 estudiantes que ingresan cada año al programa de Filosofía en la Nacional, los filósofos están en inmiscuidos en todas las disciplinas y han aportado ideas cruciales en diferentes épocas, por lo que es extraño que aún la gente se pregunte: 

Semana Educación (S.E.): ¿Para qué sirve la filosofía?
Ignacio Ávila (I.A.): 
Por un lado la filosofía es tremendamente útil, pero por otro lado, la pregunta tiene un supuesto que es muy cuestionable. Se trata de que todo tiene que servir para algo, creo que  no todo se debe juzgar con criterios de utilidad e inutilidad. Por ejemplo, un puente es útil porque sirve para que pasen los carros, pero una obra de arte ¿es útil? Puede que sí,  porque produce un deleite estético en la persona que la ve o escucha, pero tiene una utilidad distinta a la que tiene el puente.  Entonces, creo que uno podría decir algo así de la filosofía y de ciertas áreas que no permiten transformaciones del mundo, por ejemplo la astronomía, no sirve estudiar galaxias, pero es intrínsecamente valioso saber cómo es el universo.

S.E.: ¿Vale la pena estudiar filosofía?
I.A.:
Si nos detenemos a analizar la utilidad de la filosofía, hay varios cosas que son importantes, una de ellas es que me parece que la filosofía podría jugar un papel clave en la formación de ciudadanos.  El país necesita ciudadanos más pluralistas, más tolerantes,  y creo que en eso la filosofía tiene mucho que aportar, porque tienen una actitud inquisitiva, una actitud de no tragar entero y eso es fundamental para formar ciudadanos con criterio.

S.E.: ¿Cuándo la filosofía ha sido clave para el desarrollo?
I.A.: Muchas de las ideas importantes en política, si bien han tenido su origen en la filosofía o bien los filósofos han contribuido a ellas. En el siglo XVII , una época en la que Europa estaba atravesando por la violencia entre católicos y protestantes por un deseo de ambas religiones en conflicto de imponerse la una a la otra. Entonces unos filósofos, preocupados por la matazón, se pusieron a pensar cómo se podía lograr que en una misma comunidad diferentes religiones pudieran convivir sin agredirse, de ahí surge la idea del estado laico, es decir que el estado y el poder eclesiástico tienen que separarse. Esa idea es fundamental en la historia.

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S.E.: Y actualmente...
I.A.: 
Ahora, muchas de las campañas que estuvieron detrás del No en Colombia, de la elección de Trump, estuvieron basadas  en mentiras, en consignas populistas, esa forma de proceder es muy poderosa como arma política, convence a mucha gente, pero si las personas tuvieran una sensibilidad filosófica mayor, sería mucho más difícil manipularlos. En ese sentido, si la gente tuviera la capacidad para criticar problemas globales complejos no estaría en peligro la democracia.

S.E.: Hay muchos ejemplos en los que se evidencia la importancia de esta disciplina, ¿Por qué seguimos sin entender su utilidad?
I.A.: 
Creo que tiene que ver más con los valores culturales, supongo por la influencia del narcotráfico, en el sentido que existe una cultura como traqueta. No quiero decir con eso que los colombianos somos narcotraficantes, no es esa la idea. Lo que quiero decir es que hay muchos valores de la mafia que terminaron en la sociedad, entonces la idea de que lo que uno debe hacer en la vida es ganar mucha plata, y tener poder, es lo que es valioso.

Entonces, con una cultura así, es más fácil despreciar cosas que son muy valiosas como el arte. Y por otro lado, tendríamos que ver si la educación en el colegio está pensada para que algo como la filosofía pegue,  por ejemplo si el sistema educativo está dirigido a incentivar la curiosidad, o a otro tipo de habilidades.

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S.E.: Aún con este panorama, ¿hay muchos jóvenes que quieren ser filósofos?
I.A.: 
En este departamento hay muchos estudiantes que ingresan a la universidad para estudiar filosofía. Cada año ingresan 70 estudiantes. Siempre llega gente con mucha curiosidad, a veces no saben bien qué es lo quieren, pero si existen inquietudes que hacen parte de la naturaleza humana, pues la gente va a seguir planteando problemas filosóficos durante mucho tiempo.

S.E.: ¿Podría nombrar algunas de las motivaciones de esos estudiantes?
I.A.:
Algunos ingresan por preocupaciones personales y existenciales, quieren saber qué hacer con su vida. Otras veces entran por preocupaciones políticas, en el sentido de tratar de entender la realidad nacional y mundial. Otros ingresan con preocupaciones más abstractas: “quiero saber qué es la belleza, qué es el bien, qué es la verdad”. En una época en la maestría, tuvimos muchos psiquiatras, y es porque querían entender la mente, desde la filosofía.  

S.E.: Unas de las críticas habituales que se hace a la filosofía es que están haciendo las mismas preguntas de hace 2000 años. ¿Por qué debemos seguir insistiendo en ellas?
I.A.:
No es claro que la filosofía trate las mismas preguntas y aún si son las mismas preguntas en algunos casos, no es claro que se aborden de la misma manera.  Yo no sé si hay progreso o no en filosofía, pero la manera en cómo vemos muchas cosas ahora, es distinta en cómo las vio Platón, y son distintas entre otras cosas, gracias a Platón.

Por otro lado, no es claro que la filosofía siempre tenga un cuerpo estático de preguntas, hay preguntas nuevas, por ejemplo, tenemos una discusión en una clase de filosofía acerca de la pornografía tratada desde la filosofía feminista. Hablamos sobre si la pornografía es una forma de subordinar a las mujeres, es un debate que a Platón no se le habría ocurrido, porque en esa época no había pornografía, a menos no como la que hay ahora, es un debate del siglo XX.

S.E.: ¿Hay preguntas que ya no hacen?
I.A.: Los filósofos medievales se preguntaban con frecuencia la naturaleza de los ángeles, cómo existen, si existe Dios. Ahora, el centro de la filosofía es otra.

S.E.:¿Qué se están preguntando los filósofos actuales?
I.A.:
Es difícil responder de manera general, pero  hay nuevas áreas como la filosofía feminista que es del siglo xx, porque es donde aparece la revolución feminista y política, por ejemplo: ¿debe reflexionar el estado sobre lo que ocurre en el hogar? o ¿ es una esfera íntima y por lo tanto nadie se puede meter? Pero en el hogar es muchas veces el sitio donde ocurren los abusos contra las mujeres. Son preguntas de nuestro tiempo, preguntas sobre impacto de las redes sociales, del cambio climático.

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S.E.: ¿Hay filósofos preguntándose sobre lo que está pasando con el proceso de paz?
I.A.: 
No sé si existen filósofos que estén pensando qué vamos a hacer con las Farc, pero sí sé que los conceptos que están detrás del proceso de paz, son ideas filosóficas. No sé qué tan aterrizadas estén a la realidad, pero hay mucha literatura sobre el perdón, cómo entender el perdón en una sociedad de posacuerdo o sobre la justicia transicional, cómo balancear la verdad y justicia. De hecho uno de los artífices del proceso de paz es filósofo, Sergio Jaramillo, él fue el que lo pensó conceptualmente.

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