PRESENTACIONES
Seis gestos de oradores profesionales y su significado en los negocios
Algunas de las expresiones no verbales más importantes que se deben dominar para tener éxito en los negocios.
La mayoría de las personas no están conscientes de los movimientos de
sus manos cuando realizan una exposición importante. Según Juan Carlos Lecompte, experto en comunicación estratégica y storytelling, la perfecta
sincronía entre el discurso, el movimiento del cuerpo y lo que hacemos
con las manos logran en los interlocutores: comprensión, credibilidad y
confianza.
Semana Educación seleccionó una lista con los seis gestos más usados por
líderes políticos y empresariales, que si se practican con frecuencia,
ayudan a proyectar la imagen profesional deseada.
1. Heroico: lo usan negociadores, políticos y empresarios para
añadir dramatismo a su discurso. Sobre todo, cuando el objetivo es
presentarse como líder frente a la solución de un problema. Era el gesto
batuta de Jorge Eliecer Gaitán.
¿Cómo hacerlo? La curvatura de los dedos se asemeja a tener una
pelota de tenis en la mano. En la medida en que el discurso es más
dramático, algunos oradores alzan la mano, incluso por encima de la
cabeza.
¿Qué puede salir mal? Según los expertos, este gesto necesita de
muchas horas de práctica y debe usarse dependiendo del contexto para no
ser visto como una persona arrogante o impotente.
2. Exacto: la mayoría de los empresarios lo emplean para dar un
dato estadístico, una cifra importante o para informar de una tarea que
se debe cumplir al mínimo detalle. En la política, lo usan, entre otros,
la Canciller de Alemania Angela Merkel y el presidente de Colombia Juan
Manuel Santos.
¿Cómo hacerlo? Se junta el dedo índice y pulgar extendiendo por
completo los demás. En cuanto la mano se acerque al rostro su
significado es de "pequeñez", si por el contrario se acerca al torso,
significa "exactitud".
¿Qué puede salir mal? En algunos países el uso de gestos que unan el pulgar con cualquier otro dedo pueden ser vistos como obscenos.
3. Poderoso: un gesto prácticamente universal. Representa la
expresión máxima de poder, determinación y resistencia. Los oradores lo
usan para enfatizar los puntos claves del discurso o cuando este llega a
su mejor momento y desean terminar la intervención de manera
contundente. Es uno de los gestos que más usaba Nelson Mandela.
¿Cómo hacerlo? Según la intensidad del mensaje, se agita el puño
rápidamente de arriba a abajo, acompañándolo de otras expresiones del
cuerpo, mirada y tono de voz.
¿Qué puede salir mal? Si el público no se ha "enganchado" con el
tema que se está exponiendo, el uso de este gesto termina por restarle
credibilidad al discurso.
4. Honesto: Es quizá una de las expresiones del lenguaje no
verbal más útiles para mostrar confianza y sinceridad. En un discurso,
es una exhibición directa de honestidad con el interlocutor. Lo usaba
Steve Jobs en sus intervenciones.
¿Cómo hacerlo? Extender una o ambas manos en una posición neutral, con los dedos juntos y el pulgar ligeramente hacia arriba.
¿Qué puede salir mal? Si se usa por demasiado tiempo puede parecer una expresión forzada, transmitiendo un mensaje opuesto al deseado.
5. Directo: Uno de los gestos más persuasivos que existen. Comunica
flexibilidad y trabajo en equipo. En los negocios se emplea para hablar
sobre metas, objetivos y estrategias o, con los dedos juntos, sobre
dirección y determinación. Lo usa, entre otros, el presidente de los
Estados Unidos Barack Obama.
¿Cómo hacerlo? Con el pulgar levantado, extender la palma de la
mano hacia un costado realizando ligeros movimientos. Útil para
enfatizar palabras con mayor fuerza o marcar el ritmo del discurso.
¿Qué puede salir mal? Es un gesto cómodo de hacer. Si no se
controla su uso, un orador puede pasar más de 15 minutos agitando la
mano de un lado a otro y solo conseguir cansar a su público.
6. Cercano: Los expertos en storytelling lo usan para que el
auditorio se conecte emocionalmente con una parte del discurso o se
contagien con la pasión del mensaje que transmiten.
¿Cómo hacerlo? Mover una o ambas manos hacia adelante y luego devolverlas hacia el torso, con las palmas hacia el pecho.
¿Qué puede salir mal? Exagerar esta expresión puede hacer parecer al orador como ególatra o narcisista.
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