RELIGIÓN
La carta de los musulmanes al embajador francés
Representantes de un centro cultural islámico en Colombia condenaron el episodio terrorista en París.
Bogotá D.C. Colombia. 8 de enero de 2015; 18 de Rabi I, 1436 H.
Excelentísimo Señor
JEAN MARC LAFORÉT
Embajador de la República de Francia en Colombia
Ciudad
“Quién mata a una persona sin que ésta haya cometido un crimen o sembrado la corrupción en la Tierra es como si matase a toda la humanidad. Y quien salva una vida es como si salvase a toda la humanidad) Corán 5:32.
"Haz el bien a los demás como Dios ha hecho el bien contigo; y no quieras sembrar la corrupción en la tierra, pues, ciertamente, Dios no ama a los que siembran la corrupción". (28:77)
Apreciado Señor Embajador:
El centro Cultural Islámico en Colombia condena enérgicamente y lamenta profundamente el vil y cruel atentado terrorista cometido contra el periódico francés “Charlie Hebdo”.
El terrorismo y el odio sectario no tienen justificación para ninguna legislación divina o humana. Lo que realmente hizo grande a la civilización islámica en su era dorada durante muchos siglos fue la práctica de dos pilares fundamentales: el amor a la sabiduría y el amor a la humanidad. Podemos estar o no estar de acuerdo con viñetas o caricaturas sobre cualquiera de los grandes maestros creadores de civilización como Mahoma, Jesús, Buda, Confucio, Bochica o Kulkulkan pero existen valores absolutos e inviolables que no pueden ser relativizados como la vida, la libertad religiosa y de pensamiento; y la libertad de expresión.
En estos momentos de angustia que vive oriente y occidente por cuenta del terrorismo de origen sectario se nos impone una obligación y una responsabilidad histórica mayor. El mundo Islámico y el mundo occidental deben hacer frente a la doble intolerancia de sectores minoritarios que quieren vernos atrapados entre dos terribles opuestos: la islamofobia y la occidentofobia.
A la guerra de los falsos estereotipos como aquella de un Islam totalitario que quiere destruir a occidente se le oponen una visión igualmente aterradora de un occidente que quiere arrasar y destruir el Islam. Estas dos paranoias de sectores oscuros y minoritarios de ambos mundos nos están vendiendo una guerra entre civilizaciones que solo existe en sus mente febriles y carentes.
Como musulmanes occidentales, librepensadores y de la cultura del trópico, admiramos el brillante legado de la ilustración, del siglo de las luces, del siglo de Voltaire, de la revolución francesa. Y también admiramos esa obra enciclopédica y monumental del intelectual, filósofo y místico francés Rene Guenon, quien realizó uno de los mejores aportes a las religiones comparadas y al renacimiento de las tradiciones espirituales del cristianismo y el Islam. O la obra magistral de Henry Corbin rescatando para occidente la olvidada filosofía del mundo persa o los estudios sociológicos de Gilles Kepel.
Estimado señor Embajador, los gobiernos de las naciones de Europa, Norteamérica y América Latina, las universidades, y los medios de comunicación deben defender a toda costa un Islam del pluralismo en el mundo occidental, el cual ha quedado replegado por el avance implacable, retardatario y medieval de una lectura sectaria y minoritaria que cuenta con excesivas fuentes de financiación para su difusión e implantación. Es hora de reconocer que los gobiernos del mundo occidental en su afán de atraer los petrodólares de las ricas monarquías del golfo para fortalecer sus economías, terminaron firmando y sin saberlo, un cheque en blanco a la ideología religiosa que también han estado exportando algunos estados. Es más, algunos de estos príncipes y emires quieren hacer reformas políticas en sus sociedades pero están atrapados por el matrimonio indisoluble que firmaron sus antepasados desde siglo XVIII con la casta religiosa salafí-wahabi-takfiri.
Pensamos que es oportuno reflexionar sobre el éxito que ha tenido el estado y la sociedad Rusa para enfrentar la barbarie de estos grupos ebrios del falso dios de la violencia. En este estado multicultural, que es el más grande del mundo; el gobierno y la sociedad se unieron con todos los sectores religiosos moderados constructores de paz y armonía para poner a raya a quienes se tomaban a sangre y fuego hospitales, escuelas y teatros. Rusia es la única potencia que hasta el día de hoy encontró la fórmula para enfrentar estas nuevas guerras asimétricas del terror.
Entendieron que hay ideologías religiosas y visiones sectarias apocalípticas con las que no es posible ningún diálogo, armonía o convivencia. Aquellas sectas que se están exportando al mundo occidental y que sostienen falacias como: “No hay sino un solo Islam (no hay sino una sola verdad); el mundo está dividido entre el mundo de la guerra y el mundo del Islam; el mundo está dividido entre fieles e infieles; a la mujer hay que guardarla en su casa como se guarda una joya en un cofre; la filosofía y la mística (el sufismo e irfan) son una innovación (bida´) y por tanto infidelidad (kufr); quien construya y visite los mausoleos y santuarios de profetas, santos, sabios y héroes es un idolatra, estos lugares deben ser destruidos, y los peregrinos a estos lugares deben ser declarados infieles y eliminados. La música y la poesía están prohibidas. El diálogo, la cooperación y la amistad entre shiitas, sunitas y sufís es una herejía.” No hay que permitirlas.
Pensamos que no es muy difícil para un estado y sus servicios de inteligencia investigar con objetividad los grupos públicos y secretos que difunden estas ideas de confrontación. Nos sorprende sobre manera las estadísticas que hacen nuestros gobiernos occidentales de los efectos que produce el terror pero no se estudia seriamente sus causas. Y lo que más sobresale del inmediatismo mediático es la elaboración de listas de posibles responsables de los atentados de turno, pero casi nunca aparece la pregunta fundamental ¿A quién le conviene estos actos de barbarie? Hasta las más grandes instituciones religiosas del mundo occidental han terminado en una terrible confusión. Con el prurito del “diálogo interreligioso” han terminado legitimando sin saberlo a oscuras sectas provenientes del mundo musulmán que se presentan con un inusitado pietismo, mientras los líderes de sus organizaciones en Asia y África persiguen, desplazan, secuestran y asesinan a sus hermanos cristianos por lo que se entenderá porque el carismático Papa Francisco ha visitado en su corto reinado países como Jordania, Palestina, Turquía y ha hecho llamados desesperados a orar por la paz en Siria.
Apreciado Embajador, para enfrentar la oscura noche del sectarismo religioso y dejarlo sin argumentos son necesarias tres acciones y compromisos con los factores reales de poder del mundo occidental:
1. El mundo occidental puede negociar con los petrodólares de las monarquías ricas del mundo árabe pero no puede ni debe negociar sus valores supremos legitimando el salafismo-wahabismo, y todos los movimientos a los que esta pseudo visión ha dado origen.
2. La defensa a ultranza de un Islam del pluralismo; del diálogo y alianza entre civilizaciones; de la mística; la filosofía trascendental; un islam ilustrado: Un humanismo islámico.
3. Consagrar ante la UNESCO como patrimonio histórico, cultural y espiritual de la humanidad el legado de los grandes maestros civilizadores como Mahoma, Jesús, Buda, Lao Tse, Confucio, Kukulkan, Bochica, María, Fátima etc. Esto permitiría no solo una reforma de la academia para consolidar el diálogo y alianza entre civilizaciones sino que les daría herramientas más efectivas a nuestros gobiernos y legisladores para implementar en nuestros códigos penales sanciones ejemplares a quienes pasan olímpicamente de la sagrada libertad de expresión a la injuria y la calumnia.
Todos debemos estar comprometidos en la búsqueda de soluciones reales y objetivas que superen la retórica que hasta el momento se viene manejando en la guerra contra el terrorismo y que contribuyan efectivamente a la seguridad de nuestro hemisferio. Al mundo occidental no se le puede condenar a inventariar el terror. Una máxima sublime del sagrado Corán nos anima a decir estas palabras “Y cooperarás en la bondad y la piedad…” (5:2) Decía nuestro amado profeta Mahoma: “El amor a la patria es parte dela fe”.
Señor embajador, nuevamente le manifestamos nuestra solidaridad con el noble pueblo francés, su gobierno, las familias de las víctimas y los periodistas que trabajan en el arte de la caricatura.
Fraternalmente,
JULIÁN ARTURO ZAPATA FELICIANO, Imam
Co-Fundador del Centro Cultural islámico en Colombia
Miembro del Consejo Asesor Interreligioso del Ministerio del Interior
FANNY OCHOA O., Profesora
Co-Fundadora del Centro Cultural islámico en Colombia
Directora del Instituto Halal