OPINIÓN

Ser Pilo Paga no ayuda a superar la inequidad

La principal apuesta educativa del actual gobierno que aspira a convertirse en política de Estado, reproduce y amplía la desigualdad social en Colombia.

Andrés Felipe Salazar*
11 de septiembre de 2017
| Foto: Presidencia

Con esta columna, Semana Educación inaugura el nuevo espacio #VocesDeLaEducación en el que semanalmente se difundirá la opinión de un columnista invitado cuya labor y trayectoria profesional se enfoca en la promoción e impulso del sector educativo. De esta forma, nuestra revista busca dar voz a los expertos de la educación y promover el tan necesario debate en torno al sistema educativo actual en Colombia, sus deficiencias, virtudes y retos.

Recientemente Yaneth Giha, al frente del Ministerio de Educación (MEN), lanzó la campaña “Gen ciudadano” con la que se busca promocionar el respeto a las diferencias, el manejo de las emociones y, en definitiva, promocionar una serie de actitudes y competencias que cada individuo debe asumir de forma individual para transformar la realidad social y entendido como una responsabilidad a favor de la sociedad. Vale decir entonces que el objetivo de la campaña que encabeza la ministra es llevar la paz a la cotidianidad mediante la conciencia y la responsabilidad individual sobre la realidad colectiva. Algo así como: “se el cambio que quieres ver en el mundo”.

El nuestro es uno de los países más desiguales del planeta donde el 10 % de la población concentra más de cuatro veces la riqueza del 40 % más pobre. Cuenta, además, con uno de los índices de desarrollo humano más bajos de la región y una cifra de desigualdad en acceso a la tierra del 0,86 (siendo 0 nula desigualdad y 1 desigualdad absoluta). Esta inequidad ha sustentado en buena medida la reproducción de la violencia por tantas décadas. Así pues, sería lógico apostarle a la superación de la inequidad como una condición necesaria para la construcción de la paz.

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El MEN implementó durante el actual periodo del presidente Juan Manual Santos el programa Ser Pilo Paga como la principal apuesta de gobierno para la educación superior en Colombia. Hoy la ministra Giha concentra sus esfuerzos en hacer de ésta una política de Estado como forma de asegurar su continuidad en los gobiernos venideros. El programa le da la oportunidad de estudiar a los mejores bachilleres de niveles 1, 2 y 3 del Sisben en la Institución de educación superior acreditada que escojan, sin importar que sea pública o privada -ha sido cuestionado especialmente por la transferencia en más de un 90 % de recursos públicos a universidades privadas-, ya que el gobierno se hace responsable de los costos de matrícula y sostenimiento del estudiante con la condición de graduarse. En caso contrario, el joven deberá asumir la deuda por el total de los dineros invertidos en su educación.

Parte del éxito publicitario que tiene Ser Pilo Paga es aparentar ser un programa enfocado al cierre de brechas de desigualdad porque permite que los jóvenes de escasos recursos accedan a la educación superior de alta calidad, lo que tiene un alto crédito político.

Sin embargo, no es cierto que el programa ayude a superar la desigualdad. No solo por el hecho que la financiación de las carreras a los 40.000 pilos implique lo mismo en términos de recursos que se transfieren en un año al sistema de universidades públicas con más de 600.000 estudiantes, sino que, al hablar de inequidad, se hace necesario poner una especial atención en la procedencia de los beneficiarios del programa.

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Sabemos que estos jóvenes son de escasos recursos. Pero lo que no sabemos, o al menos lo que no se publicita, es que provienen mayoritariamente de las grandes capitales o centros urbanos como Bogotá, Medellín, Cali, Pasto, Barranquilla y Bucaramanga.

Los estudiantes que acceden al programa no son de Arauca, Chocó o Guajira y mucho menos de la ruralidad en Nariño, Putumayo, Cauca o los Santanderes. El problema es que al haber ubicado como criterio de selección un determinado y único puntaje obtenido en las Pruebas Saber 11 aplicadas de manera uniforme a todos los bachilleres del país, se acaba desconociendo las condiciones diferentes que existen entre los centros urbanos y las comunidades rurales. Uno de los factores son los niveles de calidad de la educación básica y media en donde a todas luces hay profundas brechas entre el campo y la ciudad por la ausencia de infraestructuras, docentes y acceso a recursos pedagógicos bibliográficos y tecnológicos.

Otro tema de preocupación surge al analizar que, además, estas pruebas estatales desconocen o excluyen el conocimiento de otros saberes propios de comunidades indígenas, afro, raizales y campesinas, poblaciones que ameritan de una especial atención para la garantía del derecho a la educación.

Publicitar Ser Pilo Paga como un programa que reduce la inequidad social cuando de entrada le niega la posibilidad de ingreso a los jóvenes de las comunidades rurales es un contrasentido porque son estos los llamados a ser la verdadera “generación de cambio” en sus territorios para que ahí, donde la violencia permea todos los ámbitos de la vida, llegue la paz.

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En la actualidad existen algunas alternativas que han demostrado ser mucho más efectivas en este sentido, como los son programas de admisión especial y movilidad que promueven algunas universidades como la Nacional, pionera al determinar criterios de evaluación específicos que les permiten a los aspirantes una competencia más equilibrada para ellos y sus contextos regionales. Además, durante los primeros semestres se hacen importantes esfuerzos de acompañamiento académico e institucional para lograr equiparar sus aptitudes y competencias con las de los demás estudiantes de la institución.

Es igualmente importante y significativo el esfuerzo de las universidades públicas que con su presencia y cobertura en las regiones abren el camino para la superación de las brechas entre el campo y la ciudad. Esfuerzos del sector oficial que hoy se ven amenazados y en estado de desmantelamiento por la falta de recursos. Una realidad que además las condena a competir entre ellas, minando la posibilidad de construir redes de cooperación para garantizar la calidad y cobertura en educación.

Las universidades, los universitarios y el conjunto de la comunidad educativa hemos demostrado nuestro compromiso con la superación de la inequidad para la construcción de la paz. Así pues, es importante que usted, ministra, active su gen. Que asuma en lo individual el papel y la responsabilidad que le corresponde para hacer parte de esta generación de cambio. Que permita que se abra un diálogo amplio y democrático para determinar entre todos las prioridades de la educación y no insista con hacer de Ser Pilo Paga una política de Estado que no se ha acordado con la comunidad educativa y que está lejos de responder a las necesidades del país.

La educación como derecho, como alternativa para el desarrollo, y la inclusión social, como condición necesaria de una sociedad democrática, es a lo que le apostamos los universitarios del país. Es así como activamos nuestro “Gen Ciudadano” para ser la generación del cambio que la ministra tanto promueve y que nuestro país amerita y reclama.

Adenda: Señor presidente, ampliar el presupuesto de la defensa cuando necesitamos llevar desarrollo a las regiones con educación, ciencia, tecnología e innovación, cosas que si se reducen en su proyecto de presupuesto general de la nación 2018 es una actitud que evidencia la herencia que lleva en sus genes.

Andrés Felipe Salazar
Secretario general de la Federación de Estudiantes Universitarios
Twitter: @AndresSalazarUN

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