OPINIÓN
Cómo incorporar las TIC en la educación
Resulta prioritario reflexionar sobre la implementación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en las aulas. y es que ninguna herramienta genera impacto por si sola.
Recientes estudios de la OCDE y la Unesco muestran que existe un alto impacto del uso de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) en la calidad de la educación. Otros, por el contrario, presentan una baja correlación entre el uso de las TIC y el desempeño en las pruebas de áreas básicas
Ante estas dos posturas, cabe preguntarse cómo se puede potenciar el valor de las TIC para apoyar la calidad de la educación. También cuáles son los factores que aún no han sido explorados al respecto
De las pesquisas recientes de la OCDE y de la Unesco, se podría inferir que para fortalecer la calidad de la educación a través de las TIC se requiere considerar elementos adicionales más allá de la simple infraestructura.
Resulta fundamental resaltar que ninguna herramienta genera impacto por sí sola. De hecho, el resultado puede ser todo lo contrario si es utilizada de forma inadecuada o sin un propósito claro. Puede incluso menoscabar el propósito inicial de su introducción en cualquier sistema.
Al revisar las actividades en que los estudiantes emplean las TIC, se entiende por qué la herramienta no está generando una transformación. Se utilizan para navegar por Internet sin un propósito claro, para copiar y pegar información. Así, los estudiantes no generan competencias contundentes, como asegura la OCDE.
El ideal a alcanzar debería ser que las competencias en áreas básicas del conocimiento se fortalezcan a través de las TIC. Para ello debe haber un acompañamiento, por un lado, desde el desarrollo profesional docente y, por otro, de los contenidos relevantes y de calidad. Estos deben generar interés en los estudiantes, visualizar de forma amena los conceptos, motivar la resolución de problemas en la vida diaria, fomentar la creatividad, promover el trabajo colaborativo y convertir en accesible la educación a toda la población, entre otras.
El problema es que se ha partido de concepciones inadecuadas: la creencia de que los estudiantes, al ser nativos digitales, saben cómo usar las TIC en su beneficio de manera innata.
El maestro debe cobrar un valor único y esencial, como guía y tutor de sus estudiantes hacia el conocimiento y fortalecerlo a través de las TIC, tanto en el aula de clase, como fuera de ella.
Para que no fallezca en el intento, los modelos de formación que recibe deben simular su contexto real y resolver las problemáticas que se le presentan más a menudo. También es imprescindible tener un alto componente de práctica y uso, monitorear su avance y acompañar su gestión en el aula de clases. Esto al menos al inicio, lo que requiere de tiempo y dedicación, gestión similar a la realizada por Computadores para Educar que ha mostrado impactos contundentes en la calidad de la educación.
Sin embargo, en algunos casos, la formación de maestros ha tendido a ser breve y se limita al manejo básico de una herramienta en particular, desperdiciándose su capacidad de transformación.
La conclusión es que las TIC por si solas no pueden generar impactos en la calidad de la educación. Sólo si se fortalecen los conocimientos básicos de las áreas disciplinares, se cuenta con una formación profesional docente pertinente, se tienen contenidos adaptativos e involucrados en el área disciplinar y se aprovecha el tiempo que los estudiantes dedican en su casa a estudiar, se van a generar impactos cuantificables en la calidad de las educación.
En definitiva, no es posible desarrollar competencias para los profesionales de mañana, con las tecnologías de hoy y las prácticas pedagógicas de ayer.
*Consultora en Apropiación TIC para el Desarrollo y el Fortalecimiento de la Educación