Primero la perica, ahora el bazuko”, escribió esta revista en julio de 1983, cuando este último se había convertido en la droga más consumida del país, por encima de la cocaína y la marihuana. Quien la fumaba entraba en un estado de euforia, que era breve y causaba dependencia. Además, resecaba y dejaba amarilla la piel, quitaba el apetito y producía letargo. Se obtenía, según el ar-
tículo, de la salvia de la hoja de coca, rociada con bicarbonato y disuelta en gasolina, y la gente la llamaba coloquialmente ‘zuko’.
Hace 30 años, SEMANA dedicó su portada a ese “vicio del diablo”, que afectaba a ciudadanos de todas las clases sociales. Se podía comprar en todas partes: en la plaza de los Mártires, en el centro, en Ciudad Kennedy, en La Perseverancia. Las papeletas llegaban a los compradores camufladas entre flores, y a veces solo bastaba pedir una Coca-Cola o una caja de fósforos para dar a entender que lo que se quería era basuco. Además era un gran negocio, porque era posible producirlo de forma artesanal: algunos usaban hasta harina de plátano o maicena. Según estudios recientes, hoy 7.000 bogotanos son adictos a esta droga.