ENTREVISTA

"La mata de coca tiene sus raíces en Italia"

El escritor y periodista italiano Roberto Saviano, famoso en el mundo por su libro Gomorra, publicó una nueva investigación titulada ‘ZeroZeroZero’, sobre el tráfico global de cocaína.

Andrés Palpati
1 de agosto de 2015
| Foto: A.P.

Semana: ¿Dónde está en este momento?

Roberto Saviano: En Roma, pero pronto iré a Estados Unidos. Prefiero vivir allá porque en Italia ando con siete guardaespaldas y dos camionetas blindadas.

Semana: ¿Cómo es su vida?

R. S.: Complicada. No tomo decisiones solo y planeo todo con tres días de antelación. Todo por culpa de lo que escribí sobre la mafia italiana en mi libro Gomorra en 2006, lo cual me creó una especie de cortocircuito psicológico. Este consiste en que no sé si es culpa mía o culpa del que me quiere muerto que me haya tocado vivir así.

Semana: ¿Entonces por qué sale ahora con una denuncia global?

R. S.: Porque la estructura de la mafia y el narco-capitalismo no pueden ser contados solo a través de Italia. La mata de coca es una mata extraña que tiene sus raíces en Italia y sus hojas en Colombia. Para mí, investigar globalmente significa poder encontrar la prueba de que esto no es un problema local de Bogotá, de Caracas, de Nápoles o de Ciudad Juárez, sino de todo el planeta.  

Semana: Una conclusión de su nuevo libro es que entender el tráfico de cocaína permite comprender el mundo. ¿No es raro decir eso justo cuando las drogas sintéticas se toman el mercado?

R. S.: Lo que distingue a la cocaína de las drogas sintéticas es que la primera te deja funcionar. Las sintéticas no te hacen adicto a la vida como sí lo hace la cocaína. La coca es la droga reina.

Semana: ¿Ha probado alguna droga?

R. S.: No. Y no por motivos morales, sino por una experiencia de vida. Cuando yo era adolescente, las mafias en Italia nos prohibían usar drogas. Luego crecí y nunca lo hice. Y ahora he leído tanto sobre el tema que actualmente me disgusta pensar en su uso. Pero admito que me causan curiosidad sus efectos. En todo caso, si hoy la probara, pensaría que me estoy traicionando.

Semana: ¿Cómo hizo la investigación para ‘ZeroZeroZero’?

R. S.: Tuve que cambiar mi forma de trabajar, ya que hoy por hoy siempre estoy escoltado. En Israel o Brasil mi cara es menos conocida y pude moverme con más facilidad. En todo caso, logré hablar con jueces y hacer numerosas entrevistas y hasta disfruté el hecho de haberme convertido en una especie de autoridad en este tema. Así, las fuentes me pasaban documentos más fácilmente. De todas formas, mi movilidad está muy reducida.

Semana: ¿Investigó también en Colombia?

R. S.: No, tuve que estudiar al país de lejos. Hablé con empresarios. Y usé estudios como uno de la Universidad de los Andes escrito por Alejandro Gaviria y Daniel Mejía, que habla de cómo se recicló el dinero que salió de Colombia hacia Europa y América del Norte. De ahí puede concluirse que beneficiado del narcotráfico no es América Latina, sino algunos países del hemisferio norte. La Camorra y la ‘Ndrangheta, por ejemplo, han invertido en Alemania.

Semana: ¿Y a qué conclusión llegó sobre las mafias colombianas?

R. S.: Pienso que el error de los carteles en Colombia fue haberse prestado para la política, cosa que no pasó en México y en Italia. Una cosa es tener una relación con la política. Otra muy distinta es participar.

Semana: ¿Qué más halló sobre Colombia?

R. S.: Cuando uno explora el mundo de la coca encuentra cosas increíbles. Hoy pienso que para los colombianos las cosas han cambiado mucho con respecto a lo que eran en tiempos de Escobar, el Cartel de Medellín, el de Cali, Mancuso y los años más críticos de las Farc. Ahora bien, estoy convencido de que esto no se debe al Plan Colombia, sino a que los mexicanos se adueñaron del negocio de la coca y han sabido gestionarlo. Pablo Escobar no supo hacer esto último y, además, tenía ambiciones políticas. Considero que los carteles que siguieron al de Escobar han sido más poderosos. Y se cuidaron de tener esa imagen estrafalaria, con Hacienda Nápoles e hipopótamos incluidos.

Semana: Su libro contiene detalles sobre Mancuso. ¿De qué se tratan?

R. S.: Logré sacar todo lo que les dijo a las autoridades italianas. Él es hijo de una familia de Sapri, una ciudad en una región disputada por la Camorra y la ‘Ndrangheta, y fue el primer colombiano en establecer vínculos con esta última mafia. Habla italiano, tiene sangre italiana e introdujo en Colombia las reglas de la mafia italiana. Las AUC le vendían droga a la gente de Calabria mediante compromisos de palabra. No era necesario dar un anticipo. Los calabreses y las AUC tenían una relación más familiar que de negocio.

Semana: ¿Tiene la mafia colombiana todavía vínculos con la italiana?

R. S.: Sí. La relación Colombia-Italia tiene 50 años, y por ella sobrevive la criminalidad colombiana. No es por nada que muchos italianos se refugian en Colombia. Las Farc, aunque nunca tuvieron una relación directa con la mafia italiana, sí se beneficiaron de ella.

Semana: ¿Qué les recomienda hacer a los colombianos para liberarse de los fantasmas de la mafia?

R. S.: Hablar sobre el tema ya es liberador, pero hay que hablar de una manera diferente. Colombia debe cambiar el imaginario de ser un heredero del narcotráfico. Para mí, un camino es la legalización. Primero de las drogas ligeras, luego de las pesadas. En Uruguay, José Mujica expulsó de esa forma a los carteles de su país.

Semana: ¿Y cómo puede hablarse de otra forma?

R. S.: Mira, yo estoy cansado de escuchar hablar de narcos mexicanos, narcos colombianos… El término ‘narco’ es un eufemismo porque hace parecer que solo venden droga. En realidad, deben llamarse mafiosos.

Semana: Usted conoce desde niño lo que es vivir cerca de las mafias, ¿se identifica con Colombia?

R. S.: Sí. Y creo que los colombianos deben ver cómo enfrentan una realidad: la de que los narcotraficantes llegaron a ser vistos como héroes por la población. Colombia va a salir de la sombra hablando y no escondiendo la realidad. Yo entiendo que para un colombiano es molesto que solo le hablen de cocaína y narcos y no de las cosas bellas del país. Pero lo fundamental es que el silencio no se convierta en la forma de escapar de este lugar oscuro.