ENTREVISTA
“El fútbol acaba la guerra”
Dairon Mosquera nació en Bojayá, Chocó, y fue testigo de la masacre que acabó con la vida de cientos de personas en 2002. Hoy juega en el Independiente Santa Fe y le contó su historia a SEMANA.
SEMANA: ¿Cuándo comenzó a jugar?
DAIRON MOSQUERA: Desde los 4 años. El fútbol fue una herencia, pues mis ocho hermanos lo jugaban. Mi vida en Napipí (corregimiento de Bojayá) fue muy chévere. Yo jugaba por pura recocha, hasta tres veces al día. El pueblo tenía una cancha y un equipo. El balón era del pueblo y nos lo íbamos rotando.
SEMANA: ¿Cómo llegó al fútbol profesional?
D. M.: Desde chiquito preferí el fútbol al estudio y siempre me destaqué. Tuve suerte, cuando la Alcaldía organizó un torneo y unos señores eligieron a un muchacho de cada vereda y corregimiento. Así llegué a Cali, donde pasé por dos clubes menores, y luego al Atlético Bucaramanga. De ahí pasé al Cortuluá, al Medellín y ahora estoy en el Santa Fe.
SEMANA: ¿Recuerda la masacre de Bojayá?
D. M.: Los guerrilleros vivían en el pueblo, pero no pasaba mucho. Ese día, sin embargo, yo estaba en casa con mi familia y de pronto oímos un tiroteo y luego un golpe tremendo. Estábamos asustados, pues sabíamos que debía haber muchos muertos. Esas cosas duelen.
SEMANA: Casi 5.000 personas abandonaron Bojayá. ¿Ustedes por qué se quedaron?
D. M.: Nadie quería que pasara lo que pasó, pero después volvió la normalidad y seguimos tranquilos. Hoy el municipio sigue un poco olvidado, aunque ahí se ha ido reconstruyendo.
SEMANA: ¿Considera que otros podrían ver su historia como un modelo por seguir?
D. M.: A mí me hace falta mi familia, pero cuando uno tiene un sueño pelea por él. En Bojayá hay gente orgullosa y pendiente de mí, que se vuelve hincha del equipo al que llego. El camino que me falta es largo. Yo quiero triunfar y llegar a Inglaterra y a la selección. Voy lento pero seguro.
SEMANA: Si pudiera hablarle a un político de su región, ¿qué le pediría?
D. M.: Que es necesario pensar en otras cosas. Allá se apoya muy poco el deporte. El fútbol puede acabar la guerra porque trae tranquilidad. Hay que quitarle el protagonismo a la violencia y darles espacios a los más pequeños para que se diviertan y se salgan de la guerra. Hay que darle la oportunidad a todo ese talento que hay.
SEMANA: ¿Está haciéndole fuerza al proceso de paz?
D. M: Claro. ¿Quién no va a querer la paz para Colombia? Creo que es difícil, pero no imposible. Hay que ir paso a paso para lograrla.