Fentanilo, puerta al infierno
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Fentanilo, puerta al infierno

De mil personas que consumen fentanilo sólo tres sobreviven. SEMANA conoció que el cártel de Sinaloa está buscando la manera de traer laboratorios de esta sustancia a Colombia por lo que hay alerta en las autoridades.

17 de junio de 2023
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Sentado frente al televisor Franklin* empezó a sentirse incómodo, no sabía sí pararse o quedarse ahí mientras el fiscal Francisco Barbosa anunciaba en el noticiero que sus investigadores habían encontrado 163 ampolletas de fentanilo en una vivienda en la localidad de Kennedy en el sur de Bogotá, el pasado 27 de mayo, y que eran insumo para sustancias narcóticas que vendían al menudeo. “Esta es una droga que no se había visto en el país. Es la famosa droga que se denomina captagon en Siria, es la droga de los yihadistas”, dijo el jefe del ente acusador, aclarando que el fentanilo mata a 300 personas al día en Estados Unidos, tiene sacudida a África y algunos países árabes.

Franklin, un médico que intentó especializarse como anestesiólogo sabe los estragos que causa esa sustancia. Apenas vio la noticia recordó que es uno de los pocos sobrevivientes y le genera escozor cada vez que recuerda aquel medicamento que lo llevó a experimentar el máximo placer y pasar a la desgracia en tan solo segundos. “El fentanyl es la puerta al infierno”, dijo a SEMANA evidentemente inquieto.

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Hablar que esta droga solo hasta ahora llega a Colombia es relativo, ya ha causado estragos, sobre todo en trabajadores de la salud. El Fentanyl es utilizado en salas de cirugía y Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), para dormir a los pacientes. También la hay en parches para que la utilicen quienes sufren de dolores crónicos. Es un opioide sintético que en Colombia cuenta con una rigurosa reglamentación. Pero eso no ha sido límite para que se venda en el mercado negro. Cada vez hay más clientes que preguntan por esta sustancia. Es la misma que llaman droga zombie porque quien la consume solo vive para drogarse y se droga para vivir.

Las autoridades inicialmente identificaron que las ampolletas de Fentalyn eran desviadas, ya sea bajo la modalidad de hurto en clínicas y hospitales con complicidad de funcionarios o bajo la modalidad de fórmulas falsas, entre otras estrategias, que ellos llaman desvíos técnicos. La mayoría de los adictos de unas décadas para acá en Colombia, son médicos internistas, anestesiólogos, enfermeros y trabajadores de la salud. Con el paso de los años esas mismas ampolletas han terminado en manos de fabricantes de drogas sintéticas que le mezclan el fentanilo a una papeleta de tusi u otras sustancias que terminan siendo cócteles mortales. La estrategia de los microtraficantes es clara, el fentanilo genera una adicción 100 veces más potente que la heroína.

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Médico colombiano sobrevivió a la adicción al fentanilo: así fue su pesadilla

Médico colombiano sobrevivió a la adicción al fentanilo: así fue su pesadilla | Semana
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SEMANA habló con un médico colombiano que logró superar la adicción al fentanilo, la droga que está causando 300 muertes al día en Estados Unidos. Su impactante historia llama a la reflexión.

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“Es como un orgasmo”, recuerda Franklin que le dijo una paciente de 20 años que estaba sobre la fría cama quirúrgica. Él tenía 24 años y estaba realizando su segundo año de residencia en anestesiología, cuando ella le preguntaba una y otra vez cómo se llamaba el medicamento que le puso para sedarla. Esa fue la primera vez que él sintió la curiosidad de saber qué se sentía. Era el estudiante más destacado del semestre así que no generaba sospecha que leyera tanto sobre el tema, lo hacía en la biblioteca de la Universidad Nacional, en las salas de cirugía y en su casa. Pero quiso pasar por curiosidad de la literatura a la práctica. Sabía que corría el riesgo de morir por una reacción del fentanilo que hace que, a la altura del pecho, el aparato respiratorio se ponga tan rígido que cause un paro.

Consiguió en una colega suya la cómplice perfecta para lo que consideró una aventura más. Ella monitoreó su respiración mientras él se inyectaba con la aguja llena de fentanilo que se había robado de la farmacia del hospital. “Sentí mucha paz y tranquilidad, mi alma iba y volvía. No era como un orgasmo, era mejor. La verdadera felicidad”, confiesa. Aclara que esa sensación duró, por mucho, dos minutos y que nunca más volvió a sentir lo mismo. La segunda vez no tuvo éxito. La tercera solo quería no estar enfermo, porque el síndrome de abstinencia empezó casi de inmediato, dolor abdominal y en las piernas. Mantenerse de pie le costaba.

Tenía que meterse al baño del hospital cada dos horas para inyectarse, se pinchaba en la vena de los pies e incluso en el pene para que no fuera evidente entre los compañeros que se estaba drogando. Dice que el efecto no era el mismo. Los buzos manga larga se convirtieron en aliados. Hoy muestra que sus venas están casi calcificadas de tanto Fentanyl que se inyectó. En el hospital se dieron cuenta de que las ampolletas se estaban perdiendo, no era difícil pensar que era él, del joven responsable y disciplinado no quedaba nada. Así que las escondieron.

Él empezó a hacer fórmulas falsas a pacientes que no existían y él mismo las reclamaba en la droguería, un día dejaron de venderle y Franklin consiguió alguien que de manera ilegal le surtía. Pagaba por la droga cinco veces más de lo que costaba en realidad. Vendió todas sus pertenencias para poder comprar, necesitaba en promedio 10 ampollas al día. Empezó a robar las joyas de su mamá. “Un día ella entró a bañarse y se quitó una cadena gruesa de oro que usaba a diario, cuando salió ya no estaba. Esa quizás fue la tapa. Ella y mi hermano se fueron de la casa, cuando regresé ya no había nadie y empecé a vivir en la calle”, recuerda.

Todo lo que narró, pasó en un mes. “El fentanyl lo acaba a uno muy rápido”, afirma. Estando en la calle intentó atracar una droguería y terminó en una persecución de película. “El fentanilo lo lleva a uno a las cárceles, hospitales y cementerios”, dice el doctor Franklin. Esa historia que sucedió hace más de 10 años no ha cambiado, hace un par de semanas murió otro médico por sobre dosis de fentanilo. Muchas de esas muertes quedan en secreto por no afectar la reputación de las instituciones. Lo preocupante hoy en día es que la droga que genera que de 1.000 personas que se vuelven adictas sobrevivan solo 3, según estadísticas de estudios internacionales, ya está en el radar de grupos narcotraficantes de México y Colombia, por la rentabilidad que genera y la practicidad en producción.

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La DEA ha alertado que la cocaína está siendo reemplazada por el fentanilo. El mercado en Estados Unidos, crece y crece. Así que los narcotraficantes están buscando otras alternativas. Los países asiáticos son los que más producen precursores de fentanilo sintético, China seguido de India. Estos son enviados a mercados en Estados Unidos, México y Chile. A Colombia solo lo habían visto como un país de tránsito, aparentemente. SEMANA conoció que el fentanilo está ingresando al territorio Nacional desde Ecuador por carretera, a partir del 2019 han hecho pequeñas incautaciones en municipios del Eje Cafetero, como en Armenia, Pereira y Manizales. También en otras regiones como Neiva, Bogotá, Medellín y municipios del Valle del Cauca.

Casualmente esas eran las zonas que iban a visitar dos hombres de nacionalidad mexicana capturados en el aeropuerto El Dorado, por uniformados de la Dirección de investigación criminal e interpol de la Policía Nacional (Dijin) que trabaja de manera mancomunada con la DEA en la lucha contra el crimen trasnacional. Los dos hombres que responden a los nombres de Félix Gutiérrez y Francisco Mariano, en realidad son miembros del cártel de Sinaloa, el mismo que durante años fue liderado por el Chapo Guzmán, antes de su nueva captura, pero que sigue teniendo tentáculos en las organizaciones del narcotráfico más temidas del mundo. Los miembros de esa organización que llegaron a Colombia, al parecer, pretendían hacer contactos para traer químicos capacitados por asiáticos y crear en Colombia laboratorios de fentanilo.

SEMANA conoció un documento de la Fiscalía colombiana en la que retoman apartes de la solicitud de extradición que hacen las autoridades de Estados Unidos. Señalan que tanto Mariano como Gutiérrez participaron en “concierto para distribuir, importar, fabricar y distribuir a bordo de una aeronave registrada en los Estados Unidos 400 gramos y más, de mezclas y sustancias conteniendo una cantidad detectable de fentanilo”, se lee en el documento al que se tuvo acceso. Además, estos hombres también traficaban ametralladoras y artefactos de destrucción en relación con el delito de tráfico de drogas. Los miembros del cártel de Sinaloa que pretendían liderar el mercado de fentanilo en Colombia están detenidos en una de las cárceles de Bogotá a la espera de su extradición.

La DEA tiene identificadas cuatro recetas claves para fabricar fentanilo, las autoridades de todos los países ya tienen el perfil químico de la sustancia detallando las moléculas que lo componen. El fentanilo ya no solo se consigue en ampollas, ahora se encuentra en polvo, en píldoras e incluso en cristales que se derriten en zonas húmedas como los ojos, lengua, ano y vagina. En el Centro Internacional de Estudios contra el Narcotráfico de la Policía Nacional de Colombia, único de esa especie en Latinoamérica, reportan que al país ya ha llegado fentanilo con alteraciones químicas unas con para-flourofentanilo, otras con beta- hidroxi-tiofentanilo y algunas que llegan de Estados Unidos que se mezclan con heroína.

Las criptomonedas han sido pieza clave en la venta de precursores de fentanilo desde 2018, según la plataforma de análisis blockchain, Chainalysis. Eso se pudo detectar al identificar criptodirecciones asociadas a tiendas de productos químicos sospechosas de vender precursores de fentanilo en América Latina, América del Norte, Europa y Asia, moviendo más de 37.8 millones de dólares en criptodivisas en los últimos cinco años.

La Oficina de Control de Activos Extranjeros alertó en 2019 que varios ciudadanos chinos participaban en el tráfico internacional de opioides sintéticos, precursores químicos y que blanqueaban su dinero a través de Bitcoin.

Muchos jóvenes están comprando papeletas de drogas sintéticas, sin saber en realidad qué contienen. Al ingresar al Centro Internacional de Estudios contra el Narcotráfico de la Policía Nacional de Colombia y tomar una muestra de fentanilo, los químicos del lugar se ponen guantes y antes de destapar el frasco con la sustancia qué está con doble cobertura de plástico, aíslan el fentanilo a través de un vidrio de extrema seguridad, porque solo 1,2 miligramos bastan para matar a alguien, es altamente tóxica comparada con la cocaína, que su dosis letal es de 1 gramo.

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El equipo periodístico de SEMANA, incognitamente, recorrió puntos claves del microtráfico en Bogotá en barrios como San Bernardo, Plaza España y otros puntos del centro de la ciudad. Es normal que le ofrezcan marihuana, bazuco, tusi, cocaína. Cuando se pregunta por el fentanilo, la voz de los traficantes baja. Se ponen nerviosos y dicen “eso es delicado, se la consigo, pero no de tanta boleta”, acto seguido lo llevan a presentarlo con personas que no parecen del sector, mucho mejor vestidas, verifican que no tengan cámaras escondidas, ni micrófonos y ponen cita para entregarlos horas después. No dan precio exacto, todo depende de la triangulación con otras bandas criminales y la oferta de la sustancia.

El director de la Policía, general William Salamanca, desde el primer día en su cargo advirtió a las mafias que su esfuerzo estará encaminado a no dejar que el mercado de fentanilo ilegal se apodere de la población colombiana, será tema clave en cumbres de Ameripol y otras internacionales. En 2021 a la sala de urgencias de un hospital de Cartagena, llegaron dos jóvenes que no superaban los 25 años, al borde de la muerte. En sus bolsillos encontraron dos papeletas, era un cóctel de drogas sintéticas. Requirieron ser preparados para intubación, el médico les aplicó Fantanyl para realizar el procedimiento, casi mueren de una sobredosis. Cuando el equipo de toxicólogos de antinarcóticos revisó las sustancias que consumieron se dieron cuenta que tenía fentanilo. Alcanzaron a actuar a tiempo y les salvaron la vida. Lo que pasó frente a su adicción después de eso se desconoce.

“Yo creo que las autoridades tienen que actuar pronto porque no hay adictos crónicos al fentanilo, mueren rápidamente. Siempre sucede en población joven que tiene grandes cosas que ofrecer al país”, puntualiza Franklin recordando un sin número de adictos a los que el fentanilo los abrazó tan fuerte que los ahogó.

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¿Cómo pudo un adicto al fentanilo superar su dependencia?

El médico sería uno de los pocos sobrevivientes a la sustancia. Y algo sobrenatural fue lo que le dio el pase de salida de lo que él llamó “Un infierno”.

Una de las frías y desconsoladas noches que arropaban la llamada Calle del Cartucho, estaba Franklin sentado en un andén a la espera de que su expendedor de fentanilo le llevara las dosis de la noche. La ansiedad lo carcomía, llevaba más de 24 horas sin consumir. Durante varios meses trató de desintoxicarse sin éxito, incluso lo habían hospitalizado en clínicas de Bogotá.

Estaba tan sumergido en el consumo que su familia, aparentemente le había dado la espalda, “Mi mamá después me confesó que le había pedido a Dios que me llevara, que yo ya estaba sufriendo mucho”, relata.

Vio a su mamá , su papá y hermano ahogados en llanto, “Mi Padre se preguntaba qué había hecho mal, y realmente él no hizo nada mal”, dice que ninguna reflexión que hiciera le daba las fuerzas para dejar de lado la droga zombie. Pero confiesa que él no era feliz con la vida que llevaba. No quería vivir en la calle, pero su deseo de consumir era más grande.

Esa noche dos hombres llegaron a sentarse cerca a él en el andén, ellos eran adictos al bazuco. Uno tenía en sus manos dos fósforos y un cigarrillo de la sustancia tóxica. El otro no tenía fósforos. El primero tuvo que retirarse y le pidió al segundo que se los cuidara. Franklin alcanzó a ver que este prendió los dos cerillos para encender su “bicha”. Cuando llegó el otro y notó que los únicos fósforos que tenía ya no existían sacó un arma de fuego y descargó todos los cartuchos sobre el que le había quitado lo suyo. “Yo alcancé a correrme para que ninguna de esas balas impactara sobre mí”, confiesa Franklin que ver que la gente se mataba por unos fósforos lo aterró y caminó hacia al norte de la ciudad.

Sobre la avenida Caracas se tiró al piso de rodillas y mirando al cielo dijo: “Dios si usted existe sáqueme de acá”. Siguió caminando aparentemente sin rumbo fijo, era como si alguien lo guiara según recuerda. Pero, aclara que no había nadie a su lado. Después de una larga caminata miró un letrero que decía “12 pasos”, es un establecimiento de narcóticos anónimos. Entró y las personas que estaban en el lugar lo recibieron con afecto, cómo si lo estuvieran esperando.

“Llevaba tiempo sin sentirme así, me acogieron pese a que llevaba muchos meses sin ni siquiera bañarme. Me dieron comida”, asegura que ese fue el inicio de un proceso largo que aún alimenta.

A esa entidad de los 12 pasos le debe lo que hoy es: médico, con una esposa y tres hijos, los dos pequeños no saben de la tragedia que tuvo que atravesar su padre. Cuenta que en su momento no recibió del sistema de salud el apoyo que requería. “Me tocó poner una tutela porque los tratamientos de salud mental no eran cubiertos”, indica.

Aún se pregunta, ¿por qué está vivo si de cada 1000 consumidores solo 3 se salvan?, ha sido padrino de otros adictos que luchan por dejar de lado el vicio y que lamentablemente ha tenido que ver morir en el proceso. “Es que no hay adictos crónicos al fentanilo, dejan de existir”, recalca. Algunos que lo conocen creen que su recuperación fue un milagro, otros que sus conocimientos en anestesiología no le permitieron excederse en las dosis que se aplicaba. Franklin está convencido que su misión es contar su historia, para que quizás personas que tienen en sus genes hasta en tercera generación, el gusto por el trago o la marihuana que parecieran inofensivos se abstengan de probar esas sustancias porque pueden ser la puerta a la peor pesadilla. “La curiosidad y los genes son una mezcla mortal, siempre se va a querer probar algo más fuerte”, concluye.

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Ya van 21 muertos por el consumo de fentanilo en Colombia: los testimonios de las víctimas y los adictos son alarmantes

SEMANA revela que, entre 2022 y 2023, 21 personas murieron en el país por consumir esa mortal droga, que es una amenaza en el mundo. Las historias de las víctimas y los adictos son desgarradoras.

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Según estadísticas oficiales de CDC WONDER Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, más de 106.000 personas murieron en los Estados Unidos por sobredosis relacionadas con las drogas en 2021, incluidas las drogas ilícitas y los opioides recetados.

El Centro Nacional de Estadísticas de Salud realizó una gráfica que muestra el número total de muertes por sobredosis en el país norteamericano y que están relacionadas con ciertas drogas ilícitas o de prescripción. El tiempo que analizan es desde 1999 hasta el 2021. En las estadísticas también se evidencia la cantidad de muertes por género. Se estima que en el último año y medio las cifras van en aumento.

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Es importante señalar que el fentanil es una de las principales causas de muerte. La metadona es más potente que el fentanilo

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Se estima que en promedio mueren al día 200 personas en Estados Unidos por esta sustancia. Se calcula que la DEA incautó en 2021 tanto fentanilo que alcanzaría para darle una dosis a todos los pobladores de ese país.

Según un informe que presentó la OMS, en junio pasado, durante el 2021 la mayoría de las muertes por sobredosis en Norteamérica se atribuyen a esa droga, cuya producción podría estar en aumento.

EUROPA:

Después de Estados Unidos Alemania es el país con mayor consumo de esta sustancia. El Informe Europeo sobre Drogas 2023 así lo reveló, indicando que atraviesan una crisis de consumo de narcóticos.

Alemania ocupa el primer lugar de muertes causadas por estas sustancias, se registraron en 2021, mil 826 decesos. Solo en 2022 se conocieron 40 drogas nuevas, el tema es que en varias oportunidades están mezclando el fentanilo con sustancias ya conocidas. Lo que preocupa a las autoridades por su alto poder adictivo. En ese país han encontrado más de 900 sustancias que son mezcladas con varios químicos y que sé que comercializan en polvo, pastillas, entre otras presentaciones.

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Entre todos podemos cerrar la puerta al infierno

Más allá de lamentarnos por una realidad que amenaza al mundo entero, la mejor manera de prevenir la problemática es frenar el ingreso de este tipo de sustancias; tarea que no solo corresponde a las autoridades sino también a la población en general. Por esa razón el equipo periodístico de Revista SEMANA, en pro de hacer una barrera de contención a la tragedia que afrontan cientos de familias, sirve de puente para recepcionar las alertas que existan de comercialización de fentanilo o drogas sintéticas en las que se sospeche que puede existir mezclas con el mortal químico.

* Si sospecha que alguien está comercializando fentanilo, puede escribir al correo abarreral@semana.com y bajo el anonimato la información será suministrada a las autoridades competentes.

* Linea 167, linea antinarcoticos, se asegura reserva y se puede denunciar cualquier tipo de información como cibernarcotrafico, ollas de expendio o todo lo relacionado con drogas ilícitas a nivel Colombia. Llamada gratis y desde cualquier parte del país.

¿Se pueden identificar señales de una sobredosis?

Una de las maneras de evitar la muerte de un adicto al fentanilo es identificando los signos de una sobredosis:

* Si ve que las pupilas están contraídas, es decir, que se hacen tan pequeñas como una cabeza de alfiles, es un indicio de alerta, a eso se suma la perdida de conocimiento o un sueño profundo.

* La respiración que quien está sufriendo la sobredosis se hace lenta y débil, sin contar que los producen son de atragantamiento.

* Empieza a sudar frio y su cuerpo se torna flácido, incluso pueden aparecer manchas en la piel, labios y uñas.

Si eso llega a pasar lo más importante es tratar de llevarlo al centro de salud más cercano.

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