Especiales Semana

1989

El asesinato de Luis Carlos Galán, el regreso de la Selección Colombia a un Mundial de Fútbol, y la caída del Muro de Berlín, son los hechos más representativos de este año.

29 de enero de 2011

Muere Galán

El candidato presidencial fue asesinado el viernes 18 de agosto, en la plaza principal de Soacha.

Por Henry Mayorga Ávila*

“Me dieron”, dijo Luis Carlos Galán cuando le dispararon. Yo no era galanista, pero me gustaba su discurso. Llegué a la plaza de Soacha como a las cinco de la tarde con otros integrantes de la Junta de Acción Comunal del barrio La Despensa de ese municipio.

Eran dos los maestros de ceremonia. Uno de ellos nos conocía y nos dijo que nos acercáramos más, y quedamos a dos metros de la tarima.

Pasadas las siete de la noche, Galán llegó en una camioneta que era conocida en el pueblo como ‘la monja’, porque era blanca y encima tenía negro. Cuando anunciaron a Galán empezó a sonar pólvora. Él subió, levantó los brazos y ahí fue cuando le dispararon. Todo fue pánico.

Vi a un tipo de blanco, al que luego mostraron como uno de los asesinos, que tenía una pancarta de apoyo al candidato (foto). Luego, como a los treinta segundos, levanté la cabeza y vi mucha gente tirada. Pensé que era una matanza. Empezaron a sonar las sirenas y se demoraron mucho en llevar a Galán . Vi cuando lo subieron al carro azul y cuando se le cayó un zapato.

Al pararnos vimos a Julio César Peñalosa, político del municipio, tirado en el piso. Como a los veinte días murió porque la esquirla de un hueso se le introdujo en el cerebro. Me acuerdo de un muchacho vestido de blanco que recogió la pancarta y luego la tiró. Y me pareció extraño que mucha gente estuviera debajo de la tarima.

La Policía me investigó por estar tan cerca de la tarima, me mostraron fotos de los que estuvieron detenidos y les dije que a ellos no los había visto esa noche.

* Periodista, Soacha


¡Clasificados!

Pasaron 28 años para que la Selección Colombia regresara a un Mundial de Fútbol. El 30 de octubre se hizo realidad ese sueño.

Por Eduardo Villamizar*

Al finalizar el partido contra Israel, que ganamos 1 a 0, se me aguaron los ojos y me salieron lágrimas de felicidad. ¿A quién no? Habíamos obtenido la clasificación al Mundial de Fútbol Italia 90.

Vi el juego solo en mi casa, ubicada en Altos de Cabecera, porque no me gusta ver fútbol acompañado, las personas son muy negativas y algunas hasta insultan a los jugadores y al técnico mientras miran el partido. Había que verlo con calma, más sabiendo que habíamos empatado el primer juego 0-0, en Tel Aviv.

Cuando sonó el pitazo final, toda una fiesta se vivió en Colombia. La gente salió en sus carros, las personas tenían pintada en la cara la bandera, la algarabía y el grito de “Colombia, Colombia” se oía en toda la ciudad y el tricolor ondeaba en todas partes. La clasificación demostró que las cosas se pueden lograr con orden, porque teníamos los jugadores y por el trabajo realizado por Francisco Maturana .

* Empresario, Bucaramanga


Todo era ilusión

El Muro de Berlín cayó el 9 de noviembre, 28 años después de levantado.

Por Manuel Carreño*

La caída del Muro de Berlín y el cambio político que generó se volvieron parte del imaginario de todos aquellos que tenemos más de treinta años. Todo el proceso, desde la ‘Perestroika’ de Gorbachov hasta los alemanes que tumbaban con rabia aquella pared, se repitió miles de veces en los medios de esa época.

Incluso las canciones en la radio hablaban de eso. Scorpions, el grupo alemán, cantaba Wind of change, una especie de himno de la época que reflejaba perfectamente el sentimiento de extrema felicidad que se sentía en el ambiente. Tanta felicidad traía consigo una gran dosis de ingenuidad. La idea que se vendía a través de los medios era la del triunfo de la democracia y la recuperación de la libertad en el mundo. Todo esto de la mano de un libro: El fin de la historia y el último hombre, de Francis Fukuyama, el cual decía que el fin de la Guerra Fría implicaba el fin de las guerras ideológicas del hombre y el inicio de una época llena de paz, todo sobre la base de las democracias liberales de Occidente.

Colombia no fue ajeno a ese optimismo, en años en los cuales la apertura económica y la nueva Constitución nos vendían la idea de que un nuevo país era posible. Al final las promesas de un mundo perfecto se desvanecieron con los conflictos internos en los países de Europa oriental. Fukuyama se equivocó, la historia no se acabó. Ni todos fuimos felices.

* Profesor, Bogotá


El temor era latente

El ataque del cartel de Medellín al DAS dejó al menos cien personas muertas y unas seiscientas heridas.

Por Jorge Iván Pulgarín*

Las personas que no sufrimos una pérdida humana por los ataques del cartel de Medellín tuvimos suerte. A nosotros la explosión ocurrida en el DAS apenas nos dejó daños en el local de cristalería que teníamos a unas dos cuadras de la detonación. Un empleado resultó levemente herido, y, como muchos, tuvimos el temor latente de que el ataque nos pudo haber tocado.

Hacia las 7:30 de la mañana ocurrió la explosión de 500 kilos de dinamita camuflados en un bus. Llegar al local fue una odisea. Tocaba demostrar que uno era el dueño del negocio y súmele el caos tan bravo que había en la zona. Unas imágenes duras.
Cuando llegué vi al empleado con un golpe en la cabeza porque le cayó un artículo encima. Había daños en la bodega y se perdió el material que estaba allí.

Uno llegaba a la zona e iba directamente a lo suyo. Me acuerdo sobre todo del cráter tan grande que dejó la explosión y la destrucción total de la fachada del DAS.
Aunque en mi negocio los daños no fueron mayores, el plástico fue nuestro techo durante un mes, pues las tejas salieron a volar por todas partes.

Los días finales de los ochenta fueron duros. Con tanta bomba uno no salía a la calle, me sentía preso en Bogotá.

* Empresario, Bogotá


“¡Seguimos adelante!”

A las 6:43 de la mañana del 2 de septiembre, un carro bomba puesto por la mafia destruyó las instalaciones del diario ‘El Espectador’.

Por Arturo Boada*

Recuerdo ese día porque los sábados duermo hasta tarde y esa mañana un estruendo me despertó antes de las siete de la mañana. Me senté en la cama y no pude volver a dormir. Después, cuando escuché las noticias en la radio, me enteré de lo ocurrido. El narcotráfico le daba un nuevo golpe a la sociedad colombiana, esta vez contra los únicos que se habían atrevido a denunciarlo: los Cano. Gran parte de las instalaciones de El Espectador estaban destruidas y muchas personas habían resultado heridas. Los medios se solidarizaron, todos hablaron del diario y su lucha contra la mafia. Sin embargo, lo más impactante –y algo que nadie imaginó– fue que al día siguiente El Espectador saliera a circulación. Ese día madrugué a comprarlo y el titular de primera plana decía: “Seguimos adelante”.

* Economista, Bogotá


“Que el Señor nos proteja”

La violencia generada por Pablo Escobar en Colombia causó terror en varias ciudades del país, pero en ninguna como Medellín.

Por María Inés Rincón*

Afinales de los años ochenta vivimos con mucha zozobra en Medellín. Antes de salir de la casa, uno le pedía al Señor que lo protegiera, que lo llevara con bien, porque uno no sabía si iba a regresar por la noche. Pero salíamos y seguíamos con los sueños.

Y ni qué pensar cuando mis hijos se iban para el jardín. La vida debía seguir. Teníamos que ser conscientes de la situación, y no les podíamos transmitir el miedo. Pero ellos sabían lo que pasaba. La prueba está en que no nos podíamos demorar, porque ahí mismo mi hija mayor llamaba a la abuela a decirle que nos estábamos tardando.

Los días en esos años empezaban a las 5:30 de la mañana, me bañaba, me arreglaba y estaba pendiente de los niños para que se fueran a las ocho a la guardería en Envigado, no sin antes darles la bendición.

Luego salía de mi casa en Laureles y me iba a la oficina en Itagüí. Me subía a mi Renault 6 y cogía la autopista. Desde esos años me dedico a las asesorías contables.
Tuvimos la fortuna de no ser víctimas directas de las explosiones, pero sí lo éramos indirectamente todos los días. Creo que muchos de los que vivimos en Medellín nos salvamos varias veces de las bombas. Fue muy duro.

* Asesora contable, Medellín