PERFIL

Embajadora del Pacífico

Ana Lucía Caicedo, de Tumaco, es la única oceanógrafa graduada de esa región. Tras estudiar con grandes dificultades, ahora prepara su doctorado en Ciencias del Mar. Su objetivo: conocer a fondo el fenómeno de El Niño para bien de la seguridad de su región. Por Ángela Posada-Swafford.

15 de abril de 2017
| Foto: Diego Mojica y Ángela Posada-Swafford

El estrecho de Gerlache, en la península Antártica, amanece cubierto con un extenso campo de hielo. A bordo de una lancha, bien lejos de su Tumaco natal, la oceanógrafa de 32 años de la Dirección General Marítima sede Pacífico, Ana Lucía Caicedo, observa a dos buzos de la Armada Nacional sumergirse en el agua gélida de la costa para colocar sobre el lecho marino un instrumento protegido dentro de un armazón de metal.

Es un mareógrafo. Un delicado aparato que mide oleaje, corrientes y nivel del mar. El plan de Caicedo, junto con el capitán de navío Ricardo Torres, director científico de la III Expedición Antártica Colombiana, es recoger los valiosos datos tres semanas después. Junto con la información de boyas colocadas en puntos estratégicos en el Pacífico colombiano, Caicedo, la primera y hasta ahora única oceanógrafa graduada en esta área del país, quiere nada menos que entender cómo las olas antárticas afectan las costas del Pacífico.

“La Antártida está lejos de Colombia, pero las olas que nacen en este continente de hielo podrían estar afectándonos de varias formas; lo que queremos es generar herramientas para el país, en temas de seguridad en la navegación y acciones de mitigación frente a amenazas de origen marino”, dice.

Venir a la Antártida era quizás lo último en su mente cuando entró al bachillerato. Iba al colegio en la mañana, y en la tarde trabajaba en la panadería con que su madre levantó a sus cuatro hermanos mayores. Ella quería estudiar Ingeniería de Sistemas, pero lo veía difícil por la situación económica.

Le recomendamos: Sin ciencia no se garantizará el futuro

Ya que no podía ir a Pasto entró al Sena en Tumaco a estudiar Hotelería y Turismo, solo porque la carrera incluía sistemas. “Mientras tanto, mis hermanos habían logrado irse a la Universidad de Nariño, y me contaban cosas chéveres de Pasto: cuándo había escuchado yo un cine, o un semáforo, pues esas cosas no las había en Tumaco”.

Un par de años después su madre logró juntar algo de dinero para enviarla a Pasto a comenzar Ingeniería Electrónica. Al principio no fue fácil. Ser una destacada estudiante en bachillerato no fue garantía para entender, en un inicio, la matemática compleja. Era evidente la desigualdad académica entre el pueblo y la ciudad. “Aunque encontré mucha gente querida, para algunos, Ingeniería Electrónica era una carrera de hombres, y se percibía en ocasiones que el racismo no había desaparecido por completo”.

Entonces el dinero que le mandaban se complicó de nuevo y le tocó retirarse. Volvió a Tumaco, se empleó de recepcionista en un hotel, y al año regresó a Pasto ‘rica’ con sus ahorros, y con un crédito del Icetex se compró un computador.

Para graduarse, en lugar de tesis hizo prácticas académicas aprovechando los conocimientos que había adquirido en sismología. “Me pregunté cómo podía yo, con ese conocimiento, hacer algo por mi tierra, el Pacífico. Como en Tumaco los tsunamis son una amenaza muy grande, descubrí gracias a un amigo que las prácticas las podía hacer en el Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas del Pacífico para diseñar un mejor sistema de alerta temprana por tsunamis”.

Sugerimos: Un impulso para la Ciencia en Colombia

Durante esa práctica, Caicedo diseñó una boya que transmitía, a ciertos puntos de Tumaco, una señal de alerta a los pobladores. “Aunque las boyas para tsunamis existen para aguas profundas y de mares abiertos, en Colombia lo que no existía era una boya diseñada para las condiciones de Tumaco. Y no solo era la boya, sino el sistema de comunicaciones, con antenas que colocaba en tierra subiendo a la Estación de Control de Tráfico Marino”.

Al poco tiempo, el capitán Torres la contrató. “Ana es una excelente investigadora que combina la inteligencia y la perseverancia con la alegría de los tumaqueños”, dice el oficial, que además le sembró la idea de hacer el máster en oceanografía en Cartagena. Después la invitaron a hacer el doctorado en Ciencias del Mar, que acaba de empezar, aún con más entusiasmo.

“Voy a profundizar en el estudio del fenómeno de El Niño a nivel local, y la Antártida es clave para esto. Pero el gran reto es contarles a los niños de Tumaco de qué se trata la oceanografía”.