LA BODA ESPERADA
Por fin se anuncia el matrimonio de la infanta Elena, la hija mayor de los reyes de España.
DESDE HACE 75 años los españoles no presencian una boda real. La última vez que vivieron este acontecimiento fue en 1929, cuando la infanta Isabel Alfonsa de Borbón contrajo matrimonio con el conde Zamoyoski. En vano habían esperado por años el anuncio del matrimonio de alguno de los hijos del rey Juan Carlos y la reina Sofía. Pero la discreción de las tímidas infantas, Elena y Cristina, y el buen juicio del principe Felipe de Asturias, no hacían presagiar una pronta historia de amor. Y a la que menos imaginaban vestida de novia era a Elena, quien a sus 30 años no tenía precisamente una corte de pretendientes. Por eso hace un tiempo, cuando finalmente la infanta empezó a ser vista en compañía masculina, el economista Jaime de Marichalar, las esperanzas de boda renacieron entre los casamenteros reales.
Curiosamente la infanta conoció al joven aristócrata español Jaime de Marichalar en París, a donde viajó a finales de 1987 para perfeccionar su francés. En 1989 coincidieron en un viaje a la India y, a partir de ese momento, empezaron a verse, discretamente, más en Francia que en España, para evitar el asedio de la prensa, y generalmente en competencias hípicas, la única pasión que se le había conocido a Elena, quien estudió pedagogía, se especializó en educación de niños con problemas, y, como corresponde a su rango, vive dedicada a las obras de beneficencia .
La verdad es que durante el noviazgo la pareja no dio pie a una sola fotografía romántica. Fue tal el hermetismo que hace pocos meses se pensó que el novio no era Jaime de Marichalar, sino Jorge de Habsburgo o incluso el jinete Alfredo Fernández, otros dos jóvenes que la infanta frecuentaba.
Pero, como para muchos españoles el parejo ideal debía ser tambien de sangre azul, no faltaron los que le inventaron romances con jóvenes pertenecientes a familias reales de Europa, como Felipe de Bélgica, Martín de Austria y Frederic de Wurtemberg. No obstante ahora que se ha anunciado el compromiso, el centro de la curiosidad de los españoles es el futuro nuevo miembro de la familia real.
El próximo yerno del rey Juan Carlos de España no es cualquier plebeyo. Jaime de Marichalar Sáenz de Tejada pertenece a una de las más rancias familias españolas. Es el cuarto de seis hijos de Amalio de Marichalar y de Concepción Sáenz de Tejada, condes de Ripalda. Su abuelo, Luis de Marichalar y Monreal, vizconde de Eza, fue alcalde de Madrid y ministro de la Marina y de Guerra durante el reinado de Alfonso XIII.
A pesar de su abolengo, Jaime de Marichalar, un economista de 31 años, es tanto o más zanahorio que la infanta y tan introvertido como ella. Detesta la vida nocturna, le apasionan la arqueología, es aficionado a la hípica y tan tímido que en los círculos sociales madrileños había pasado inadvertido,
Los españoles ya han empezado a lanzar conjeturas sobre lo que será la boda de la infanta, anunciada para la próxima primavera. Aunque el Palacio de la Zarzuela no ha dado detalles, se dice que la ceremonia religiosa se oficiará en la catedral de la Almudena en Madrid y ya se habla de por lo menos mil invitados, entre los que se cuenta, por supuesto, miembros de todas la familias reales europeas. Pero lo que sí es seguro es que, al contrario de las parejas reales británicas o de las princesas de Mónaco, la vida matrimonial de la infanta Elena y su joven marido será aún más discreta que lo que ha sido su noviazgo.-