Historia

La verdadera historia

El hombre que inspiró uno de los personajes de ‘Crónica de una muerte anunciada’ acaba de publicar un libro con su versión de los hechos.

13 de octubre de 2007
En 1981, Miguel Reyes se dio cuenta de que su historia había dejado de ser un secreto cuando oyó que mencionaban su nombre en radio y decían que él era el Bayardo San Román de ‘Crónica de una muerte anunciada’.

Miguel Reyes Palencia tiene la habilidad de contar de manera desparpajada, a veces cruda y sin sentimentalismos la tragedia que vivió hace más de 50 años. “Así fueron las cosas y no tengo ningún remordimiento”, asegura este sucreño de 85 años. Sin embargo, confiesa que en cierta manera sólo se arrepiente de una cosa: haber rechazado a su esposa, Margarita Chica, después de la noche de bodas por no ser virgen. “Si hubiera sabido que con eso iba a causar la muerte de un amigo, no la devuelvo a su mamá. Yo me hubiera sacrificado por salvarle la vida”. Su historia suena familiar a todo el que haya leído Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, pues Reyes, convertido en Bayardo San Román, fue uno de los protagonistas de la historia real. Ahora, con su verdadero nombre, ha decidido contar en su libro La verdad, 50 años más tarde, aquellos sucesos ocurridos en 1951 en la región de La Mojana, departamento de Sucre.

“Yo soy Bayardo San Román, el único personaje vivo de la historia de amor que le sirvió de inspiración a Gabo”, se presenta el autor. “En el fondo, es el mismo relato, pero los personajes de García Márquez tienen mucho de su lírica, de su poesía. Los míos son auténticos, de carne hueso, que se mataron, se ofendieron”. La Ángela Vicario del Nobel es Margarita Chica, “una joven de buena familia a la que me unió el despecho”. Y es que Reyes asegura que no estaba enamorado de ella porque su corazón pertenecía a otra mujer: Narcisa Velilla. Sin embargo, por las convenciones de la época su amor era prohibido. Eran primos y sus tíos no veían con buenos ojos su romance, que comenzó desde cuando eran niños. “Eran amores de pelaos y yo me fui para hacer plata y poder casarme con ella”, relata. Sin embargo, en los tres años en que se dedicó a vender mercancías de pueblo en pueblo, Reyes, que tenía una bien merecida fama de conquistador, tuvo tres hijos en Magangué, en un romance con Enriqueta Obregón.

Aunque no detuvo sus sueños de aventura ni acabó con los recuerdos de su viejo amor, por lo que regresó a su pueblo. Pero se encontró con que ‘Nacha’ Velilla se había casado con otro. Entonces conoció a Margarita, quien estaba en su misma situación, pues un hombre la había rechazado. Se trataba de Cayetano Gentile, el Santiago Nasar de la novela, un joven estudiante de medicina y amigo cercano de Miguel. Ambos, despechados, empezaron una relación que duró tres años y que no habría terminado en matrimonio de no ser porque Reyes temió por su vida. “Cuando le dije a Margarita que no quería casarme, ella les dijo a sus hermanos Víctor y Joaquín (los Pedro y Pablo de Gabo), comerciantes y vendedores de carne, que yo la había perjudicado y que estaba embarazada”, cuenta Reyes. Enfurecidos, lo habrían amenazado diciéndole que él no podía burlar el honor de la familia Chica Salas, que tenía que casarse o, de lo contrario, lo mataban. “No quiero un hijo soltero y muerto”, recuerda Reyes las palabras de su mamá.

“Yo preparé un matrimonio de primera categoría, pero en la noche de amor empecé a notar que ella me esquivaba. La siguiente noche pasó lo mismo. Ella trató de engañarme diciéndome que ya habíamos consumado el matrimonio pero que yo no me acordaba porque estaba borracho, hasta que yo le dije ‘O lo hacemos o esta vaina se acaba aquí’. Entonces me di cuenta de que no era señorita”. Molesto por la mentira, Reyes decidió entregarle a Margarita a su mamá, que “estaba esperando los resultados de la noche detrás de la puerta, supongo que porque ya sabía lo que iba a pasar”. Fue entonces cuando la joven reveló el nombre de Cayetano Gentile.

Cuando los hermanos se enteraron, salieron hasta la plaza y en el matadero cogieron un cuchillo de matarife. “Fueron 18 puñaladas mortales y Cayetano, que tenía 24 años y un futuro promisorio, cayó muerto pendejamente. Antes de morir tuvo la fuerza para arrastrarse a la casa de su mamá, quien no lo reconoció y de la impresión, le cerró la puerta en la cara. Creo que todo el mundo sabía que algo así iba a pasar, menos Cayetano y yo”. A pesar del incidente, hoy Reyes afirma que no cree que los Chica hayan sido malas personas y que “actuaron así porque estaban envenenados. Esos eran otros tiempos”.
Víctor y Joaquín estuvieron varios años en prisión y Margarita se fue a Sincelejo, donde se convirtió en diseñadora de modas. Nunca se casó. Entretanto, Miguel regresó a Magangué en busca de Enriqueta, a quien le prometió matrimonio cuando enviudara. “Así somos los hombres”, reconoce con picardía, “yo le pedí perdón y fuimos felices con nuestros 12 hijos. Por mucho tiempo no volví a mencionar lo que me había pasado”. Pero en 1981 García Márquez publicó la historia. “Él conocía los hechos porque su familia vivió en Sucre, y quería contarlos, pero su mamá, Luisa Santiaga Márquez, amiga de la de Margarita,Hermelinda Salas, le pidió que no lo hiciera hasta que esta muriera”, asegura Ruth Escobar, nuera de Reyes y coeditora del libro. Así lo hizo.

En cuestión de días salió a la luz que Reyes, que en ese momento vivía en Barranquilla donde trabajaba como vendedor de seguros de la Gran Colombiana, era Bayardo San Román, y de inmediato se vio envuelto en un escándalo. “Yo tenía un buen nombre, era socio del Club Alemán, del Club de Leones, pero la gente empezó a alejarse y tuve que cancelar mis amistades”. Sus hijos, ajenos al tema, fueron los primeros sorprendidos: “Yo estaba en el colegio y me pusieron a leer el libro. Fue incómodo para todos”, comenta su hijo Iván Reyes.
Miguel nunca pudo cumplirle la promesa a Enriqueta de que se casaran, pues ella murió antes que su esposa. Cuando esto sucedió, se fue a vivir a Nueva York, donde residen algunos de sus hijos. Pero antes recibió la visita de pésame de Margarita. Al parecer, después de tantos años trataron de darse una nueva oportunidad, pero aún había mucho dolor de por medio. Ella falleció hace tres años y Miguel decidió que antes de que él muriera, la historia tenía que ser contada por quien la vivió en carne propia.