GÉNERO

Tejedora de redes

Geraldine Pomato, la creadora de Wikimujeres, una red de 23.000 integrantes en Colombia, que se escuchan y apoyan, habló con SEMANA. Después de conquistar el país va por el mundo entero.

25 de febrero de 2017
Geraldine Pomato tiene 31 años, está casada con un colombiano, tiene un hijo, una hija y es cabeza de una fraternidad de 47.000 mujeres a nivel mundial. / Le gusta lo dinámico y lo rápido, por eso mientras presta atención a su matrimonio, a sus hijos, y a su fraternidad de miles de mujeres, publicó un libro en 2016 y ya piensa en un tema para el siguiente. | Foto: Daniel Reina

La argentina Geraldine Pomato, casada con un colombiano, vive en Bogotá desde los 23 años. Como suele suceder, mientras se adaptaba tuvo ataques de soledad y hasta renegó de su decisión. Por eso un día decidió seguir el ejemplo de su madre, que le buscaba la vuelta positiva a las situaciones difíciles, y se dedicó a tomar acción. Hoy, no puede más que hablar maravillas de Colombia, y aunque comprende que muchas cosas no funcionan comprobó que actuar logra más que criticar.

Por eso, creó hace ocho años Wikimujeres, que nació como grupo en Facebook. Ocho años después, gracias a ese cambio de chip, 47.000 participantes a nivel mundial (23.000 en Colombia) que integran el grupo hablan un idioma en común. Emplean una terminología cargada de palabras-conceptos como ‘wikibazar’, ‘wikitrust’ y ‘wikidesahogo’, entre muchas más. En abril de 2015 Geraldine creó el grupo en Facebook, y su impacto ha sido tal que el año pasado lo constituyó como empresa, un hecho que abre muchas posibilidades y alianzas. En 2017 probablemente vengan más cambios, pues por su amplio trabajo en causas sociales se plantea convertirlo en una fundación.

Algunas cosas no cambian. Desde el principio el grupo ha reunido a sus miembros alrededor de todo tipo de temas que tocan sus vidas: color y marca de zapatos, decisiones y consejos profesionales, y angustias y emergencias personales. No es que esto no sea suficiente, especialmente de un grupo anclado en una red social, pero la gran virtud de Wikimujeres nace de la acción colectiva que genera. La palabra no se queda en eso.

El camino

A pesar de su patológica aversión a las aulas de clase (confiesa que le producían bostezos), Pomato se graduó de publicista y se especializó en psicología del consumidor. A esas disciplinas les sumó el alma de abogada que sintió desde pequeña, y se propuso construir valor para marcas del lado del comprador. En Colombia también aplicó este conocimiento, pero de forma paralela llegaron sus dos pequeños. La maternidad la inspiró para abrir el portal mamasreales.com junto a varias amigas, en principio, una vitrina web para productos y servicios de emprendedoras que luego alimentaron de contenido propio. “Amo escribir y fue una manera de compartir mis no gratas experiencias con la maternidad, y las gratas también”, precisa la argentina a SEMANA.

Al tiempo, como buena multitasker, Geraldine investigaba y llevaba a cabo estudios socioculturales. Gracias a estos detectó, en sus palabras, “una necesidad de las mujeres de sentir validación por parte de otras, en proyectos, preocupaciones e ideas. No todas tenemos una mujer que pasa por la misma situación o etapa de vida, y encontrar en un espacio a otras mujeres, de cualquier raza, religión, ideología política o edad podía ser muy enriquecedor para encontrar eco de su voz, puntos de vista y aspectos que le abrieran la cabeza. Así nació Wikimujeres”.

El grupo es cerrado, crece lentamente, pero hace presencia en más de 20 países. Tiene requisitos específicos para ingresar, una característica que irrita a muchos y le vale críticas, pero que obedece a un plan. “Cuando se quieren impregnar valores de compartir, de confianza, apoyo y respeto, se necesita un espacio que crezca lento. Si yo quiero transformar debo hacerlo de tú a tú, pues solo así se pueden extrapolar esos valores afuera y ser mejores ciudadanos, mejores compañeros de trabajo, y convivir mejor”, explica.

Geraldine no se disculpa por ser una mujer que desde sus posibilidades, y gracias a los contactos que ha generado, impacta para bien la vida de otros. El grupo, dice, nació con su entorno, “movemos causas sociales y los ‘contactos que son’ para salvar vidas. Patrocinamos que niños de bajos recursos lleguen a las Olimpiadas, niños que estudien, miles de regalos navideños y salvamos vidas cuando el Estado y las EPS no quieren dar los traslados porque este es el sistema de salud que tenemos”, sostiene, y concluye que en una sociedad de desigualdades quienes son privilegiados tienen la obligación de moverse por los demás.

Las redes sociales se masificaron en Colombia hace diez años, y más que nunca están en el ojo del huracán. En Facebook y en Twitter la gente lanza opiniones sin reparos, y han servido de plataforma para el matoneo y la crítica venenosa. Pero iniciativas como Wikimujeres muestran la otra cara, capaz de mover montañas. Ejemplos abundan. Cuando participantes del grupo han pedido ayuda para familiares enfermos o solitarios, el grupo ha respondido, con el acompañamiento presencial. Cuando el precario e ineficiente sistema de salud ha tenido en vilo la vida de niños y niñas, el grupo ha engranado esfuerzos para conseguirles atención hospitalaria, lidiando con hasta cuatro entidades distintas. Y entre más se hace, más resulta evidente que hay demasiado por hacer.

Con Geraldine a la cabeza, las ‘wikis’ han construido una comunidad solidaria que se escucha, se ayuda y se enseña. Con el éxito también vienen nuevos retos y posibilidades. Se llevan a cabo bazares en los que las participantes pueden mostrar sus productos, también talleres en los que hablan de sus experiencias para enriquecer las de las demás. Ahora, hecha empresa, “se volvió una oportunidad para que las marcas den a conocer su parte humana, ponerse al servicio de la comunidad al mismo tiempo que hacen ‘marketing’. En diciembre con Samsung juntamos casi 3 toneladas de alimentos en un día, que se llevaron al Chocó”.

En dos años la operación es cada vez más organizada, pero no deja de ser una labor de amor. Geraldine trabaja de siete de la mañana a siete de la noche, mientras encuentra espacio para un esposo, un hogar de dos niños y la fraternidad de miles de mujeres. También escribió un libro y planea el próximo. Ahora cuenta con más personal de apoyo, y piensa en llegar a más gente. Sabe que quiere más tiempo para su familia, pero afirma, “El 80 por ciento de nuestro tiempo se pasa en gestionar causas sociales, apagar incendios, ayudar a mujeres que estén viviendo una situación de violencia o conectar a las personas correctas para conseguir una autorización en alguna entidad. Dentro de esto ayudamos a las emprendedoras, respondemos y organizamos eventos y capacitaciones para ellas. Una parte de mí quiere más tiempo para disfrutar la vida, la familia y descansar, pero otra parte de mí no puede dejar de trabajar para tener un mejor país para todos”.