VIDA MODERNA
Mis hijos alzaron vuelo
La partida de quienes fueron los pequeños de la casa suele dejar en los padres una mezcla de felicidad y tristeza. ¿Cómo hacerle frente a esta situación?
Las habitaciones vacías, el orden y el silencio son algunas de las novedades que deja la ausencia de los hijos en el lecho familiar. Después de años de cuidados, dedicación y atención, cuando los hijos deciden iniciar su propio camino, ciertos padres atraviesan lo que se denomina como síndrome del nido vacío.
Para Amanda Arévalo, psicoterapeuta y docente de la Pontificia Universidad Javeriana, esta situación puede considerarse como un tipo de duelo ya que los progenitores pierden la función de la crianza y la relación habitual con sus hijos.
En este proceso es común experimentar tristeza, nostalgia, abatimiento, incertidumbre, preocupación e incluso temor, según afirma María Elena López, psicóloga de familia y autora de obras como Inteligencia familiar, Inteligencia en pareja y Un adolescente en casa. Además, resalta que es primordial entender que aunque la independencia de los hijos es importante, que abandonen la casa resulta doloroso.
Aceptar lo que se siente como algo natural e interiorizar el cambio, son los primeros pasos para sobrellevar la etapa con éxito y sin traumatismos. Con ese panorama en mente, es relevante trabajar en la nueva relación con los hijos que debe ser de adulto a adulto. Se requiere que el cuidado y la sobreprotección constante de los padres sean reemplazados por el respeto a la autonomía de los hijos, lo que implica tener cercanía en las conversaciones y respeto por sus decisiones.
Reencontrarse
Otro factor crucial en este momento es reinventarse como pareja —si aún se tiene— y como persona, ya que ambas instancias pueden verse afectadas por la ausencia de los hijos en la cotidianidad. Con el cónyuge, el vacío exige reestructurar la relación en función de algo distinto a la crianza, soltar las culpas por lo que se hizo —o no— en el pasado y disfrutar de nuevas aventuras sin remordimiento.
Para ello, la creatividad y el interés de reconocerse como mujer y hombre son claves. En este sentido, la profesora Arévalo sugiere retomar actividades o planes que en algún momento se añoraron y que fueron pospuestos por la formación de los menores.
Individualmente, el síndrome también supone grandes desafíos. “La sensación de pérdida no se fundamenta solo en la ausencia de trato con los hijos, también puede tener un efecto negativo sobre la autoimagen si se le confería gran valor al hecho de ser responsable de cuidar a otra persona”, explica López. Por esto, buscar y retomar vínculos con redes de apoyo –como otros familiares y amigos– y encontrar nuevos horizontes de interés, es de ayuda para crear una rutina, una vez lo hijos han dejado el nido.
Cultivar el nuevo tiempo libre
La psicóloga María Elena López asegura que a los padres con hijos recién emancipados se les dificulta encontrar qué hacer con más tiempo disponible y menos tareas, lo que puede generar sensaciones nocivas. Para evitar esto basta con adquirir nuevos hobbies que llenen de motivación y pasión la vida diaria.
Encontrarlos no es difícil si se tiene el interés de hacerlo. Un autoexamen concienzudo es lo más importante: ¿qué le gustaría aprender o perfeccionar?, ¿qué disfruta hacer, aunque no le paguen por ello?, ¿qué sueño tiene pausado?, ¿cómo puede empezar a trabajar en él? Ahí está la respuesta.