NARCOTRÁFICO

Autodefensas a la mexicana

Desde hace meses grupos paramilitares se están tomando el país. El gobierno está en vilo y esta nueva violencia no puede sino empeorar el desangre actual.

17 de agosto de 2013
Estados como Guerrero y Michoacán decidieron tomar la justicia por sus propias manos y organizaron grupos de autodefensa para enfrentar los abusos de los diferentes carteles en México. | Foto: AFP

“Viene la revolución para México”. José Manuel Mireles, jefe de las autodefensas de Tepalcatepec en Michoacán, no vacila. Desde febrero él y 3.000 civiles más decidieron tomar la justicia por sus manos, hastiados con la corrupción de la Policía, la ley de los capos y el abandono del gobierno. Armados con fusiles, escopetas, pistolas, una que otra ametralladora y hasta palos y machetes, dicen que llegó el momento de defenderse. Y, como le dijo a SEMANA, van por más: “Estamos bien dispuestos a hacer un movimiento insurgente nacional en contra de todo lo que está pasando, porque si el gobierno no pone la situación, nosotros la ponemos”.

Las autodefensas se están tomando México. En Guerrero, la semana pasada, después de que la Policía arrestó a dos de ellos, las autodefensas secuestraron a 60 militares durante 36 horas. Además 600 hombres armados bloquearon la carretera entre Acapulco y Zihuatanejo “para exigir al presidente que limpie esta zona de la delincuencia organizada”. 

En Michoacán la Policía local disparó sobre una marcha que denunciaba sus nexos con el cartel de los Caballeros Templarios. Y en ese estado, en julio, 37 cadáveres aparecieron en cuatro días. La violencia también está incendiando  Jalisco, Durango, Veracruz, Tamaulipas y Sinaloa. Fuentes oficiales registraron grupos de autodefensas en 13 de los 31 estados de la República, en una situación que está fuera de control. Según dijo a SEMANA Edgardo Buscaglia, presidente del Instituto de Acción Ciudadana, desde 2010 han contado más de 700 grupos paramilitares. 

En muchas zonas la legislación admite que las comunidades indígenas tengan vigilancia comunitaria. Con base en esas normas, dictadas en otras épocas para enfrentar robos o riñas, miles de personas se están armando. Y, lo más grave, las autoridades están legalizando estos movimientos para enfrentar lo que la Policía no puede, pues la corrupción y la infiltración del narcotráfico es generalizada en todos niveles del Estado. 

Como dijo Buscaglia,“ese proceso  de paramilitarismo se ha venido multiplicando porque el Estado colapsó. La Policía municipal trabaja para los Zetas, el pueblo vecino  para el cartel de Sinaloa, los fiscales le responden a empresarios más que al pueblo. El Estado fragmenta y comienzan a tomar el poder actores no estatales”. 

Lo ratifica Mireles, quien dijo a esta revista que “cansados de los abusos, violaciones, ejecuciones, secuestros, extorsiones y de que ejecuten a las personas que denuncian, nos armamos para defendernos porque el gobierno dice que no pasa nada”. La bandera del presidente Enrique Peña Nieto, cuando se posesionó en diciembre de 2012, era el de la seguridad. Su antecesor, Felipe Calderón había dejado el país en una guerra contra el narcotráfico que dejó más de 100.000 muertos.

Peña Nieto  pensó que era posible un nuevo paradigma de seguridad y combatir las causas de la violencia. Sin embargo, en los primeros cinco meses de gobierno fueron asesinadas 5.296 personas.  
 Pero muchos dicen que las autodefensas hacen el trabajo sucio de los políticos o protegen a empresarios asediados por el secuestro y la extorsión. 

Alberto Islas, jefe de la consultora Risk Evaluation de Ciudad de México, va aún más lejos. Según dijo a SEMANA: “Las autodefensas son brazos armados de los carteles. Estos tomaban municipios cooptando a la Policía municipal vía sobornos o por la fuerza. A partir de la caída de los Beltrán Leyva y las escisiones de la Familia Michoacana, grupos antagónicos crearon autodefensas para desplazar a las Policías controladas por otros grupos”. 

 El paramilitarismo está creciendo y por ahora Peña Nieto no ha atacado las raíces de la violencia y del descontento. Tiene que castigar los capitales de origen sucio, pues México es el tercer país del mundo en cuanto a dineros vinculados con el narcotráfico, construir un sistema judicial efectivo en un contexto donde en promedio de cada 100 delitos hay una sentencia, hacer un pacto político para detener la corrupción endémica y desarrollar un programa de prevención social.

De lo contrario, las autodefensas tienen un terreno abonado para crecer y desde ya algunos jefes piensan en consolidar un movimiento nacional. Y esa es sin duda la puerta a más masacres, secuestros y más extorsiones. Pues, como quedó claro en Colombia, la violencia solo crea más violencia.