Mientras el malestar social se agrava en las calles, los políticos brasileños juegan al sálvese quien pueda. | Foto: Cris Faga

BRASIL

El complot de Michel Temer

El escándalo del Petrolão no para de sacudir al Palacio de Planalto y está poniendo en evidencia el oscuro trasfondo del ‘impeachment’ de Rousseff.

28 de mayo de 2016

La política brasileña está hecha un carnaval de traiciones, escándalos y cizaña. El Congreso prácticamente le prometió a la ciudadanía que el impeachment que mantendría a la presidenta Dilma Rousseff alejada del poder solucionaría la inacabable crisis. Pero la llegada al poder del vicepresidente Michel Temer y de su nuevo gabinete solo creó más escozor en el ya suficientemente convulsionado terreno político.

Dilma aseguró hasta el cansancio que el proceso era una artimaña de sus opositores, y que Temer era “el jefe conspirador”. Y a muchos no les sonó tan descabellada la denuncia. Desde sus editoriales, el diario The New York Times ha dudado de los motivos de los congresistas que impulsaron el impeachment y ha puesto sobre la mesa la idea de que lo promovieron para detener el respaldo de Rousseff a las investigaciones del Petrolão. De los 503 diputados, 313 están siendo procesados o han recibido condenas por corrupción. Precisamente, el expresidente de la Cámara Eduardo Cunha, el principal abanderado del juicio político, fue separado del cargo por tener millonarias cuentas sin declarar en Suiza.

Pero en los pocos días que lleva Temer en el Palacio de Planalto, ha quedado más que claro que Cunha no es el único al que le convenía la salida de Dilma. Sérgio Machado, el exdirector de Transpetro, una de las empresas encargadas de la logística de Petrobras, ha protagonizado dos escándalos que implican conversaciones grabadas a escondidas, filtraciones a la prensa y la dimisión de un ministro. Primero, el periódico Folha de S. Paulo publicó una charla en marzo entre Machado y Romero Jucá, el entonces ministro de Planeación, donde este insinuaba que el impeachment de Dilma serviría para ponerle freno a las investigaciones de las operaciones anticorrupción Lava Jato y Aletheia. Claramente, Machado se la jugó pues en el momento ya lo perseguía la justicia brasileña, que le ofreció una rebaja de penas si delataba a más políticos envueltos en el caso. Ese día Jucá renunció.

Por otro lado está el segundo episodio de esta telenovela brasileña, de la cual Machado es a la vez héroe y villano. Esta semana filtró una conversación con Renan Calheiros, el presidente del Senado que calificó de “chiste” la decisión de Waldir Maranhão, el sucesor de Cunha, de anular la aprobación en la Cámara del juicio político de Rousseff. En la grabación, Machado le dice a Calheiros que el fiscal general, Rodrigo Janot, lo está presionando para que se acoja al acuerdo de delación. Luego, el congresista afirma que si Marcelo Odebrecht, empresario encarcelado por sobornar a los directivos de Petrobras, decidiera comenzar a delatar para quitarse años en prisión, “se verán las cuentas”. El diario madrileño El País sostuvo que esta podría ser una referencia a la campaña de Dilma en 2014, de la cual se sospecha que podría tener irregularidades de financiación. Al respecto, Machado responde: “Si Odebrecht habla, no se escapa nadie. Del Congreso si se libran cuatro o cinco ya sería mucho”. Pero lo más preocupante es la pregunta de Machado de por qué Dilma no habla con los magistrados del Tribunal Supremo para evitar su juicio, a lo que Calheiros responde que el presidente de la corte, Ricardo Lewandowski, no quiso hablar con Rousseff de una salida para Brasil, sino que solo le interesaba un aumento salarial.

Paulo Sotero, director del Instituto Brasil del Wilson Center, le dijo a SEMANA que si Temer no recupera pronto la confianza de la opinión pública, “es posible que también inicien un proceso de ‘impeachment’ en su contra, sobre todo por la campaña de 2014”. Sin embargo, parece estar haciendo todo al revés, pues sus ministros y aliados políticos cada vez se hunden más y están poniendo no solo su credibilidad en juego, sino toda la estabilidad institucional del país. Por lo pronto, mientras los altos cargos juegan al sálvese quien pueda, el juez Sérgio Moro, promotor de las investigaciones del Petrolão, sigue recogiendo cada vez más material y parece que no quedará títere con cabeza.