Pablo Iglesias, líder del partido Podemos, durante el conteo de votos para las elecciones de España. | Foto: AFP

ESPAÑA

¿De qué está hecho el discurso de Podemos?

¿Quiere realmente Pablo Iglesias una revolución bolivariana en España? O, por el contrario, ¿tiene un discurso comparable con el de la extrema derecha francesa como lo afirma el ex presidente Felipe González?

María Fernanda González (*)
27 de junio de 2016

Las duras críticas entre los candidatos españoles durante la campaña, la visita del líder de Ciudadanos Albert Rivera a Venezuela invitado por la oposición y la asimilación de Podemos con el chavismo por parte de Mariano Rajoy, demuestran un terreno de disputa más cercano a las emociones que a lo programático.  ¿Quiere realmente Pablo Iglesias una revolución bolivariana en España?  O, por el contrario, ¿tiene un discurso comparable con el de la extrema derecha francesa como lo afirma el ex presidente Felipe González?, Realmente,  ¿de qué está hecho el discurso de Podemos?

Realizamos un análisis de estadística textual de varios miembros de su formación que contó con entrevistas a medios digitales y tradicionales, discursos en la plaza pública, en conferencias nacionales e internacionales y artículos de fondo. Al igual que en los estudios a la izquierda y a la derecha francesa, el análisis lexicométrico pretende encontrar el corazón de las reivindicaciones de Podemos, los cambios argumentativos ante diferentes plateas, la evolución de sus propuestas y las posibles afinidades con otros líderes políticos.

Sorprende la casi inexistencia del vocabulario marxista-leninista como: expropiaciones, anticapitalismo, materialismo, alienación, autogestión y comunismo. Tampoco se encuentra en sus reivindicaciones el vocabulario bolivariano utilizado por Hugo Chávez  como: Socialismo del Siglo XXI, movimientos bolivarianos, tierras, analfabetas, misiones, oligarcas, latifundio. Las palabras más atribuidas a Podemos como la casta y los de arriba y los de abajo no son utilizadas con frecuencias importantes.

Una primera observación arroja que el fondo del discurso plantea tres ejes: el político institucional a través de las palabras con mayores frecuencias como política, gobierno, partido, Europa, poder y democracia. No hablan de salirse de Europa aunque aseguren que existe una Europa del norte y otra del sur. Insisten en la necesidad de recuperar la idea de una “Europa asociada a los derechos sociales”.

Un segundo eje relativo al cambio: crisis, corrupción, reformas, austeridad, recortes, pobreza, déficit y desigualdad. Es evidente en su discurso la crítica a la corrupción de los dos partidos tradicionales (PP y PSOE), la precariedad de los jóvenes, la lucha contra la finanza internacional y su oposición a las políticas de austeridad impuestas desde Alemania. Finalmente, un tercer eje relativo a su propia identidad: nosotros, Podemos, izquierda, gente, ciudadanos, popular, pueblo, mayoría y soberanía.

En la plaza pública prevalecen las emociones y los valores. En los artículos el vocabulario se refiere a la historia de la organización. Allí se encuentran los referentes a sus orígenes, su paso por la academia, su militancia en la izquierda y empatía con Bologna la rossa, ciudad emblemática de la izquierda italiana, su participación en el movimiento de los indignados y sus múltiples experiencias en América Latina desde Venezuela a Bolivia.

Las entrevistas  recogen un vocabulario más pragmático y de alguna manera hacen referencia a los eventuales acuerdos necesarios a la hora de conformar un gobierno en un régimen parlamentario. Las palabras así lo demuestran: creo, negociar, Constituyente, acuerdos, reglas, negociación y discusión.

El análisis cualitativo indica que el ADN de Podemos es indeleblemente rojo. La idea madre de sus argumentos pasa por los  fundamentos de la revolución francesa: libertad, igualdad y fraternidad.  Sus objetivos tienen raíces en la izquierda: cambiar el mundo  porque es injusto. Las banderas de Podemos llaman a la construcción de un “contra poder ciudadano” que “devuelva las instituciones a la población empobrecida”, “blindar los derechos sociales” o realizar un “reequilibrio del contrato social en favor de la ciudadanía”. El respeto por las normas y las reglas es una condición.

¿Cómo calificar este discurso? Un estudio realizado por los académicos André y Béatrice Job, publicado en el primer número de la revista francesa Mots, Les Langages du Politique (1980)[1], caracteriza el vocabulario de los principales partidos en España durante las elecciones legislativas de junio de 1977. Allí se estudian los referentes de líderes de la izquierda  como Felipe González (PSOE), Tierno Galván (PSP)  y Fernando Carrillo (PCE). En el centro derecha se encuentran  Adolfo Suárez (UCD) y Manuel Fraga (AP).  El carisma de González con su acento andaluz se fusiona con un léxico revolucionario para su época.  En sus discursos invoca reiteradamente a los ciudadanos. Este vocablo no es anodino. Es un llamado a  los Españoles para que dejen de ser sujetos pasivos y ocupen un lugar, un rol central en la transformación política. González menciona reiteradamente la palabra pueblo y éste cobra vida en su aspecto más amplio. En oposición al franquismo, donde los conceptos centrales son la unidad, la tierra y la Patria, el líder socialista insiste en el reconocimiento de los diferentes pueblos de España y su derecho a decidir su destino. En la plaza pública, González acusa a los medios de comunicación de masa, denuncia la campaña del miedo contra los socialistas, reivindica las Casas del Pueblo creadas para educar a los ciudadanos y reprocha  a “la oligarquía de ser insolidaria”. 

Treinta y nueve años más tarde Iglesias se dirige, también, como González a los ciudadanos de manera preponderante. Podemos fundó las Moradas para educar a la ciudadanía y permitirle ejercer la “soberanía popular”.  Frente al concepto de la España “nación de naciones” Iglesias asegura que defiende la unidad del país teniendo sin embargo respeto por la diversidad y la plurinacionalidad.

En uno y otro líder los referentes políticos y culturales vienen de la misma raíz. Iglesias y González recitan versos de grandes poetas y hombres de lucha como  Antonio Machado y Miguel Hernández. Las elecciones de 1977 como las de 2016 muestran, más allá de las obvias diferencias circunstanciales e históricas,  características comunes y el anhelo de dos líderes de izquierda en la búsqueda del poder.

* Phd. en Ciencia Política. Universidad de la Sorbona

Miembro del Institut des Amériques

Autora del libro: “El Poder de la palabra: Chávez,Uribe,Santos y las Farc” (2016).Semana Libros.

[1] André Job, Béatrice Job: « Les figures de la vie communautaire dans les réalisations lexicales du nouveau discours espagnol » revue Mots, Les Langages du Politique, n 1 1980.