¿QUIEN MATO A CHICO ?
La atención mundial se centra sobre el juicio a los asesinos del líder ecologista brasileño.
Piel opaca, barriga de cervecero, bigote mexicano, Francisco Mendes da Silva, llamado "Chico Mendes, el primer mártir de la ecología mundial, vivió siempre en una modesta casa de madera, típica de las regiones amazónicas del Brasil. Perdida en el Estado de Acre, casi en la frontera con Bolivia, donde vivió y creció el líder de los trabajadores del caucho de la Amazonía, es desde hace una semana la "Meca", de los ecologistas del mundo entero. La vida y la tragedia de este brasileño que aprendió a leer a los 24 años y se puso su primer vestido completo a los 40, está en el centro de la atención mundial, desde Nueva York hasta Tokio, desde París hasta Dinamarca.
El inicio del juicio el pasado 12 de diciembre de los acusados por el asesinato de Chico Mendes perpetrado el 22 de diciembre de 1988 a punta de escopeta, ha convertido la pequeña Xapuri en el centro de la atención internacional. Personalidades del mundo entero desembarcaron aquí para asistir a lo que la prensa local ha llamado el "juicio del siglo". Políticos, antropólogos, periodistas, casi unas 1.500 personas, duplicaron la población.
La condena o la absolución de los dos acusados del asesinato detenidos, el hacendado Darly Alves da Silva y su hijo Darci, de 23 años, no cambia para nada la triste realidad de este país. Porque la verdad es que los autores intelectuales del crimen continuarán impunes. La campaña de intimidación del "siringuero", el trabajador del caucho, que se opone al derrumbe de los árboles de la selva para permitir la llegada de los rebaños de ganado, no será desmontada "Van a cortar el rabo de la cobra, pero no la cabeza", asegura con su lenguaje de "llanero", el heredero político de Chico Mendes, Osmarino Amancio Rodríguez.
Nunca en la historia de la justicia brasileña, un juicio llamó tanto la atención internacional. "Este es un juicio histórico", afirmó uno de los antropólogos norteamericanos que viajó hasta Xapuri para asistir al juicio como representante del Fondo de Defensa del Medio Ambiente. Un representante de la embajada estadounidense, de la embajada sueca, un observador del Banco Interamericano de Desarrollo y un centenar de periodistas norteamericanos y europeos de medios como el Washington Post, Los Angeles Times, Newsweek, Times, Liberation, La República, etc., llegaron para demostrar la importancia internacional que tiene la defensa de la Amazonía en todo el planeta.
Porque el juicio a los asesinos de Chico Mendes se convirtió en un proceso contra la idea de desmantelar la selva y contra los grandes hacendados y ganaderos que actúan impunemente en la región, arrendando "pistoleros", para acabar con los "siringueros", que se resistan a venderles sus "colocaoes", es decir, el lugar donde pueden extraer el caucho.
Como en la "Crónica de una muerte anunciada", Chico Mendes había denunciado con increíble precisión, en cartas y telegramas a las autoridades departamentales y hasta al presidente de entonces, José Sarney, las fechas y los nombres de los interesados en su eliminación.
Cuando fundó la "Unión de los Pueblos de la Selva", una especie de sindicato que pretendía luchar por la reivindicaciones de los indígenas, los "siringueros", y otros habitantes de la región que viven de la caza y pesca, Chico Mendes lanzaba una de las ideas más brillantes para la conservación de la Amazonia que no obstante la opinión común, tiene "una cultura", y "una población".
Su batalla era pacífica, al punto que llegaron a llamarlo el "Ghandi", de la Amazonia porque usaba la llamada técnica del "empate", que consistía en impedir que se derrumbaran los árboles de la selva virgen, ocupando con familias enteras las zonas de desmantelamiento.
Su fama llegó a tener repercusiones mundiales cuando logró expulsar la poderosa compañía brasileña "Bordón", que había hecho grandes inversiones en la Amazonia brasileña, para convertirla en tierras aptas para la ganadería. En 1987 fue convidado para visitar los Estados Unidos cuando la opinión pública norteamericana estaba muy preocupada con el "efecto estufa", y consiguió dar una dimensión internacional a su lucha por lo que recibió el premio "Global 500", de las Naciones Unidas otorgado a personalidades que se destacan por defender los recursos naturales.
Su asesinato es uno más en una larga lista de muertes ocurridas en los últimos años en función de la colonización de la Amazonia, que contabiliza más de 400 muertos en los últimos 10 años.
Su muerte, sin embargo, no fue en vano. A pesar de dolorosa y de haber dejado un vacío insustituible, el movimiento de los trabajadores del caucho de la Amazonia, ha logrado la conservación del 97 por ciento de las tierras que Mendes tanto quiso.