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"Ser invitado a la Casa Blanca es un rito de iniciación para los presidentes colombianos", Sandra Borda
SEMANA habló con Sandra Borda, analista política colombiana, acerca de las reuniones que el presidente Iván Duque tendrá con el mandatario estadounidense, Donald Trump, a partir de este miércoles. El líder colombiano se reunirá además con figuras importantes de la política norteamericana y opositoras al gobierno Trump, como la líder de los demócratas, Nancy Pelosi. Este encuentro tratará temas espinosos para la política interna, como la lucha contra el narcotráfico y la intervención militar a Venezuela.
SEMANA habló con Sandra Borda, doctora en Ciencia política de la Universidad de Minnesota, profesora de la Universidad de los Andes y columnista de varios medios de comunicación, sobre la reunión de este miércoles entre el mandatario colombiano, Iván Duque, y el presidente estadounidense, Donald Trump. Estas fueron sus respuestas acerca de temas esenciales en la agenda política nacional, como la lucha contra las drogas, la crisis venezolana y las relaciones bilaterales con Estados Unidos.
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SEMANA: ¿De qué se tratan estas visitas protocolarias de parte de los presidentes colombianos a la Casa Blanca? Es decir, ¿por qué Trump invitó al mandatario de Colombia y qué beneficio saca Duque con visitarlo?
Sandra Borda: En el caso particular de Colombia la visita bilateral está precedida por un contexto que la gente que trabaja en el tema político ha denominado como “la relación especial entre Estados Unidos y Colombia”. Para todos los presidentes colombianos la gran prueba de fuego ha sido siempre la visita oficial a la Casa Blanca, porque es la forma de demostrar que la política exterior con Estados Unidos está en orden. Doy un ejemplo, cuando sucedió toda la crisis con lo del gobierno Samper, que teníamos a un presidente sin visa a Estados Unidos y que teníamos a un gobierno con una relación cortada con Estados Unidos, el primer movimiento que hizo Andrés Pastrana cuando llegó a la presidencia fue justamente una visita de Estado a Washington para demostrar que nuestro comportamiento internacional seguiría estando aliado con Estados Unidos.
SEMANA: Y, en ese sentido, ¿qué tienen de especiales los gobiernos colombianos, su institucionalidad, para que sigan siendo bastiones claves de las políticas estadounidenses en América Latina? En otras palabras, ¿por qué Colombia?
S.B.: Colombia, a diferencia de lo que ha pasado en otros países latinoamericanos, siempre ha tenido gobiernos que han insistido en mantener una relación clave con Estados Unidos. Si miramos otros contextos históricos, por ejemplo el de hace quince años, había muchos países latinoamericanos de izquierda que aumentaron los márgenes de autonomía frente a Estados Unidos y que tuvieron una política exterior hacia Washington más precavida. Colombia nunca entró en ese grupo. En ese momento estábamos con la administración Uribe que, al contrario, estaba más interesada en acercarse y alinearse ideológicamente con Estados Unidos. Entonces, siempre hemos concebido y siempre hemos entendido que la parte clave de nuestra política exterior tiene que estar cerca de Estados Unidos, mientras que el resto de latinoamericanos han ido y han vuelto en esa relación. Yo en este momento no puedo pensar, ni siquiera durante la administración Samper, en un gobierno colombiano que haya decidido tomar distancia frente a Estados Unidos y ser crítico del poder de esa potencia en la región. No puedo pensar en uno solo.
SEMANA: Me pregunto si esa cercanía podría conducir a una decisión radical frente a Venezuela, pues Trump ha manifestado varias veces la posibilidad de una intervención militar para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro y Colombia no ha sido clara sobre cómo procedería en ese caso. ¿Cuál cree usted que sería la posición de Iván Duque?
S.B.: Se me ocurre que ni siquiera se necesita ir tan lejos como para llegar a la conclusión de que la posición que ha adoptado la administración actual es la posición de Estados Unidos en la región. Yo no creo que se trate de que Estados Unidos nos haya impuesto su posición sobre Venezuela, creo que hemos llegado a esa conclusión por nosotros mismos, pues es más estratégico estar del lado de ellos que estar del lado, por ejemplo, de México y de Uruguay o estar del lado de los europeos. Hemos decidido ponernos en el grupo de los países que quieren lidiar con el tema venezolano con “mano dura”. Ahora, es difícil especular sobre qué sucedería en el caso de una intervención militar, pero lo que puedo decir es que ya estamos corriendo riesgos grandes. El riesgo del famoso corredor humanitario al que Colombia accedió (con la ayuda humanitaria en nuestro territorio) es una situación extremadamente volátil que, en caso de que Colombia, Estados Unidos y Canadá, que también está en esto, decidan empujar con más fuerza, puede generar un conflicto en cualquier momento. Si Maduro decide resistir por la vía de las armas para negarnos la entrada de esa ayuda será un gran riesgo para nuestro país. Entonces, la posición que tiene Colombia en este instante es una posición que implica unos riesgos enormes en materia de la relación bilateral.
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SEMANA: Por otro lado, Duque no solo se va a reunir con Trump, sino también con la líder de los demócratas, Nancy Pelosi, y con varios representantes más del partido ¿Cree que la mala relación entre los demócratas y Trump podría repercutir en represalias en contra de Colombia por su sumisión frente a las políticas exteriores del mandatario?
S.B.: El principio básico fundamental de nuestra aproximación a Estados Unidos siempre ha sido lo que acá llaman la "construcción de un consenso bipartidista en Washington". Ellos siempre han dicho a todos los gobiernos que cualquier cosa que Colombia haga tiene que estar precedida por un esfuerzo tanto en el Ejecutivo como en el Congreso y eso requiere aproximarse a los republicanos y aproximarse a los demócratas. Ahora, en otras coyunturas ha sido más fácil porque si bien son dos partidos con diferencias grandes, en el pasado los republicanos y los demócratas podían trabajar juntos, digamos que tenían sus diferencias pero existía una forma de trabajo conjunta que les permitía sobrevivir. Lo que ha pasado en los últimos años es que esos partidos se han ido polarizando a una velocidad absolutamente increíble y hemos llegado a un escenario en el que cualquier amigo de mi enemigo es mi enemigo. Creo que lo que el gobierno colombiano está tratando de hacer es acercarse a los dos espacios para evitar que los demócratas justamente nos cobren algo por estarnos acercando tanto al gobierno de Trump. Los demócratas han sido muy críticos de la política de Trump frente a Venezuela, han insistido en que no les gusta la idea de que todavía dejen por encima de la mesa la alternativa de la intervención militar. Entonces yo creo que aquí Colombia va a tener un gran desafío que es mantener ese consenso bilateral en medio de una polarización tan grande. En el pasado eso también le tocó vivirlo a Uribe, cuando los demócratas le bloquearon el Tratado de Libre Comercio por cuenta de la polarización interna que se vivía en Estados Unidos.
SEMANA: De hecho ahí entra otro tema espinoso: el de las drogas, porque da la impresión de que se juzga a Colombia como el centro del problema de drogas mundial, pero se habla poco sobre el consumo y su manejo internacional. En la reunión del miércoles esto va a estar en el centro del debate y seguro Estados Unidos le exigirá a Duque que presente su plan para detener la expansión de cultivos ilícitos, sobre todo de Coca. ¿Cómo va a responder el gobierno a esto?, ¿cuál es el plan antidrogas y, de nuevo, cómo va a conciliar con la mirada más liberal de los demócratas y la mirada más militar de los republicanos frente a este tema?
S.B.: La administración Duque está muy alineada con el discurso antidrogas de la administración Trump, entonces, en ese sentido, creo que eso era un desafío mucho más grande para una administración como la de Santos que quería revisar los términos del régimen internacional antidrogas y que entendía que la guerra contra las drogas no había funcionado, así que tuvo que inventarse otra cosa porque llevábamos cien años con la misma política antidrogas y la cosa no funcionaba.
Ahora, yo no creo que la administración Duque sea revisionista de la política antidrogas, ¡todo lo contrario!, como la conocemos hoy es el prohibicionismo puro. La posición que tuvieron frente a la dosis mínima deja absolutamente claro que esta es una administración que sigue creyendo en el prohibicionismo, que no tiene ningún problema con el uso del glifosato y que, a pesar de las críticas y de los datos, insiste en políticas obsoletas para la erradicación del consumo y de la producción mundial de las drogas. Así que lo que les va a costar es empezar a mostrar resultados utilizando una aproximación que a todas luces está absolutamente agotada.
SEMANA: Eso quiere decir que Duque sí o sí tiene que construir una política antidrogas efectiva, la pregunta es si esta reunión en la Casa Blanca sirve para eso o es solo una de esas reuniones diplomáticas y simbólicas en la que nada pasa. En el fondo, ¿visitar a Trump será un plan de ruta para que Colombia ejecute políticas públicas o un acto para demostrar lealtad?
S.B.: Yo creo que hay un componente simbólico que es súper importante y es de lo que hablaba al comienzo sobre que para un presidente colombiano ir a Estados Unidos es como un "rito de iniciación". Hay que ir a Washington para demostrarle a Estados Unidos y a la opinión pública colombiana que estamos en buenos términos. Entonces ahí hay un componente simbólico que yo creo que es importante. Pero si se tratara de otra reunión bilateral, por ejemplo de un país que no fuera tan esencial para colombia en materia de posicionamiento internacional, yo te diría que no pasa gran cosa, pero esta es una reunión particularmente importante. En buena parte ahí se establece la hoja de ruta de la relación bilateral: en qué estado nos encontramos y hacia dónde vamos con la crisis venezolana, por mencionar alguno. Entonces yo creo que lo que van a intentar hacer es un balance de cómo están las cosas y en qué dirección hay que ir ahora para lograr alguna transición en ese país. Y el otro tema, que es el de las drogas, es también una hoja de ruta. De hecho Trump ya se lo dejó clarísimo a Duque la última vez que lo vio: “o actúan frente a los cultivos de coca o nos vamos a empezar a alejar”. Así que no creo que vaya a ver mucho espacio para maniobrar. Ellos están empeñados en una reducción del tráfico y producción de coca en Colombia y lo que van a querer escuchar es cuál es el plan que tiene Duque para hacer eso. Y aquí el desafío va a ser enorme porque criticar a Santos era muy fácil, pero ahora vamos a ver con qué gran plan van a salir para empezar a producir resultados en ese frente. Entonces creo que estas reuniones bilaterales sí son como para rendirle cuentas a Estados Unidos.
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SEMANA: Finalmente, en todo este cuadro, están las dos primeras damas que también se reunirán durante esta semana de encuentro entre el mandatario colombiano y el estadounidense. Hasta ahora ninguna de las dos ha demostrado tener una agenda clara y a muchos empieza a preocuparles que su función sea casi ornamental en algunos temas fundamentales. ¿Cree que Melania Trump y María Juliana Ruíz podrán sobreponerse a lo protocolario y tejer alguna relación que apoye a su vez causas políticas y sociales beneficiosas para ambos países?
S.B.: Eso depende del tipo de primera dama del que estamos hablando, porque si estuviéramos hablando, en el caso de Estados Unidos, de Michelle Obama yo diría que no me cabe la menor duda de que ahí habría agenda y de que ella querría hacer cosas, porque su última prioridad como primera dama era ser mujer florero… eso ella lo tenía clarísimo. Con estas primeras damas yo no estoy tan segura, porque Melania Trump ha intentado avanzar un par de temas sobre bullying de niños en colegios, pero no ha parecido tan contundente con el tema.
Y si me preguntan por la primera dama colombiana no tengo ni la menor idea de cuál sea su agenda. O sea, yo no he visto ni una sola seña de qué es lo que hace la oficina de la primera dama en el palacio de Nariño. Entonces no sé si tiene temas y qué tanto se traslapan esos temas en el diálogo con Melania.
Pero este tipo de trabajo bilateral sería ideal también si de los dos lados, del lado de las mujeres, existiera tema y hubiera agenda y si le contaran a uno de qué van a hablar, entre otras cosas para no sentirse tan mal en materia de género y para no quedarse pensando en que se van a dedicar a arreglar el protocolo de las reuniones y nada más. En Estados Unidos es terrible este asunto porque la noticia que sale siempre antes de estas cosas, cuando es la reunión con alguien importante, es que "Melania escogió el menú de la cena o el guiso de la carne" y eso a mí me produce un poco de dolor de estómago. Así que ese es el espectro político que nos acompañará esta semana, tanto del lado de los presidentes como de las primeras damas.