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"Álvaro Uribe me dejó solo"
Mario Uribe habla sobre su primo el ex presidente Álvaro Uribe, la parapolítica y las recientes acusaciones del narcotraficante 'el Tuso' Sierra.
SEMANA: ¿Por qué aceptó dar esta entrevista?
Mario Uribe: Porque llevo cuatro años callado. Desde finales del 2006, cuando ‘Pitirri’ (Jairo Castillo Peralta) se dio a la tarea de relacionarme falsamente con paramilitares, la vida mía se acabó, o mejor, me la acabaron. Entonces creo que ahora es la oportunidad de contar una cantidad de injusticias y de irregularidades que se han cometido conmigo y también en mi proceso.
SEMANA: Pero, aparte de ‘Pitirri’, también se le vino encima la semana pasada el ‘Tuso’ Sierra, quien hizo unas muy serias sindicaciones contra usted...
M. U: Lo de serias lo hablaremos en otra oportunidad. Así parecían las de ‘Pitirri’: que tierras, que reuniones en Sahagún y Caucasia, que apoyo y conexiones con grupos paramilitares. Basura. El procurador delegado, el mismo que pidió a la Corte Suprema que me llamara a juicio, puso las cosas en su sitio: dijo que ‘Pitirri’ es un farsante, mentiroso, fantasioso e incoherente; que la conductas ilícitas que me atribuyó no se cometieron, que las tierras nunca aparecieron, que las reuniones nunca se dieron y que las relaciones suyas o de Mario Uribe con paramilitares no eran otra cosa que invenciones malintencionadas del bandido.
SEMANA: Pero como están las cosas, un concepto favorable de la Procuraduría en casos como los de parapolítica, entre otros, no es hoy de gran valor. Incluso no son pocos que los consideran absoluciones cantadas ¿O no?
M. U: Un momento: creo que la Procuraduría merece todo el respeto. O pregunto: ¿La Procuraduría sólo lo merecía respeto cuando pidió que me enjuiciaran? ¿No lo merece ahora, a pesar de que es el mismo procurador delegado que pidió que me enjuiciaran quien ahora pide que me absuelvan? Lisa y llanamente ese procurador se convenció de mi inocencia durante el juicio. Por lo demás, la Corte Suprema, en la resolución acusatoria de febrero de este año, calificó a ‘Pitirri’ como testigo “inidóneo”, que en cristiano quiere decir no creíble, para sustentar una imputación contra mí. Es decir, la propia Corte lo desechó. Y algo más: el doctor Guillermo Mendoza, hoy fiscal general de la Nación, en su momento también les restó toda credibilidad a las afirmaciones de ‘Pitirri’.
SEMANA: Pero volvamos al caso del ‘Tuso’ Sierra, quien ha dado datos concretos sobre las relaciones personales, comerciales y políticas con usted...
M. U: El caso ‘Pitirri’, además del daño terrible que hizo, irreparable quizá, me dejó buenas lecciones. La más importante es la de que hay que conservar la serenidad aun en el fragor de la infamia. Ahora conviene esperar a que pase la borrasca, que se decanten las cosas, para referirme a las afirmaciones de Sierra.
SEMANA: Pero, le insisto, Sierra es concreto y comprometedor al referirse a los estrechos vínculos con usted
M. U: Tenga paciencia. He repetido que lo conozco; que somos del mismo pueblo (Andes, Antioquia); que su Sierra es el mismo de mi mujer, lo cual establece entre ellos un parentesco lejano; que entre las familias hubo otras relaciones como que un hermano mío fue casado con una tía de él; que mi papá fue amigo de su abuelo y yo de su padre y de varios de sus parientes. Por ahora debo decirle que sus afirmaciones contradicen totalmente otras anteriores que entregó ante la Unidad de Justicia y Paz y ante los medios de comunicación. Llama mucho la atención que las nuevas declaraciones se produzcan cuando está a punto de producirse un fallo definitivo en mi proceso de parapolítica y muchos apuestan por mi inocencia, lo cual hace dudar que su intención sea la de colaborar con la justicia y no la de hacer daño. Supongo que, como en otros casos –léase ‘Pitirri’–, fue en busca de beneficios, tanto personales como para su familia. Llama la atención también que su fiera acusación de hoy tiene ribetes muy similares a los de mi redivivo acusador, el señor Mancuso, su compañero de celda hoy en una cárcel de Virginia, en Estados Unidos. En todo caso, que quede la constancia de que no soy el autor de su desgracia, que no fui yo quien lo extradité y que más bien le recuerdo a usted, periodista, que en alguna ocasión fui víctima del infundio de haber tratado de impedirla (su extradición) por su abrupta y nunca suficientemente explicada selección para justicia y paz.
SEMANA: ¿A qué se refiere cuando dice abrupta y nunca explicada selección para justicia y paz?
M.U: Pues que, como fue de público conocimiento en su momento, todo el mundo supo que Sierra se hizo pasar por miembro de los paramilitares pensando que eso lo iba a salvar de la extradición.
SEMANA: Pero en concreto usted no ha dicho nada sobre las acusaciones de Sierra...
M. U: Una entrevista periodística no es el escenario para responder ante las sindicaciones de un tipo como Sierra. Tipos como él aprovechan ese tipo de escenarios para ir acomodando sus versiones. Eso ya pasó con ‘Pitirri’, quien aprovechaba que yo le desvirtuaba sus mentiras en alguna entrevista para ir cuadrando y acomodando las cosas. Por eso las cosas que ha dicho Sierra las desvirtuaré ante un magistrado, ante un fiscal si se me requiere para tal efecto. Aunque abrigo la esperanza de que a esa declaración se le conceda el mismo valor que en su momento se le concedió a las que diera Salvatore Mancuso contra el actual presidente de la República o contra el ex vicepresidente Francisco Santos, o contra varios generales y altos mandos del Ejército y la Policía de Colombia. O a las de ‘Rasguño’ contra varios importantísimos personajes de la vida pública del país, como ex presidentes, ex fiscales generales o magistrados de la Corte Suprema.
SEMANA: ¿Cómo es eso de que Sierra a lo mejor está detrás de unos beneficios?
M. U: Es lo que ha venido ocurriendo con decenas de sindicados, tanto en Colombia como en Estados Unidos. Por esos beneficios son capaces de inventar las más inverosímiles historias, o las acusaciones más descabelladas, con el propósito de un lucro personal o familiar.
SEMANA: Pero con ese simplista argumento usted se sale muy fácil del tema Sierra...
M. U: Mire: si me va a entrevistar, déjeme hablar. No me corte el chorro. Le decía que quizás esa declaración tenga el mismo valor que el que se le reconoció a otra declaración de un tal Johnny Cano, extraditado, quien estalló una ‘bomba’ terrible sobre la elección de Mario Iguarán como fiscal general de la Nación.
SEMANA: Pero usted no puede negar que parte de la verdad de la historia reciente del paramilitarismo, la parapolítica y el narcotráfico en Colombia sólo se ha conocido gracias a las declaraciones de este tipo de personajes...
M. U: No lo dudo. Pero creo que hay que proceder con absoluto rigor y no obrar selectivamente. Se requiere objetividad, equidad, equilibrio y serenidad. Que las investigaciones se adelanten al margen de pasiones, odios, y se despojen de consideraciones extraprocesales. Por el tono mediático uno sí se da perfectamente cuenta de que hay un desequilibrio enorme en el tratamiento que se da a casos como el de Alonso Salazar, alcalde de Medellín, con las “gravísimas” declaraciones que en su contra hizo alias ‘Don Berna’. Alguna vez acuñé una frase que se repite con frecuencia: “Habrá ‘Pitirri’ para todos”. Ojo: ningún hombre público hoy en Colombia está hoy exento de que un bandido vuelva trizas su honra y su dignidad.
SEMANA: Bueno, pero es que en su caso no sólo han sido extraditables los que lo han salpicado a usted. Recientemente Ignacio Guzmán, quien es su amigo, dijo que cuando él estuvo en la embajada en España, usted lo llamó para pedirle que recibiera en ese país a un hermano suyo y al ‘Tuso’ Sierra. ¿Cómo explica eso?
M.U: No voy a entrar en el mismo juego en el que él entró. Sólo le puedo decir que él tiene muy mala memoria.
SEMANA: Lo que veo en sus respuestas es que usted se está victimizando y que da a entender que su proceso es más político que otra cosa. ¿Quién le puede creer eso?
M. U: Oigan a éste: ¿será que esto es un juego de mamacitas? Llevo un año detenido y cuatro años soportando infamias. Perdí mi buen nombre, mi honra, una brillante carrera política, mi caudal electoral, se lesionó gravemente a mi familia y ahora resulta que, según usted, me las estoy dando de víctima. ¡No jodás!
SEMANA: ¿Entonces usted es un pobre angelito? Ahora, según eso, habría que creer que sus votos en las elecciones de marzo del 2002 fueron el producto de una cadena de oración, como usted lo dijo hace poco en la Corte Suprema?
M. U: Ni tanto que queme al santo... Los hay mejores y más virtuosos. Eso sí, me considero un hombre decente y correcto. Y en materia política anduve siempre por la línea de la legalidad. Naturalmente pude haberme equivocado. Lo admito y no vacilo en ofrecerles disculpas a mis compatriotas por mis errores del pasado, animado sin duda por la buena fe. Lo de la cadena de oración fue una anécdota que referí en la Corte Suprema al explicar una multiplicidad de razones que justifican la legítima votación que obtuve en algunos municipios de Córdoba en el año 2002. A raíz de un gravísimo accidente que sufrí en el año 2001, y cuando mi recuperación parecía imposible, cientos de colombianos se unieron para orar por mí y muchos de ellos me apoyaron en las urnas como su única expresión posible de solidaridad. No olvide: El Espectador anunció una cadena de oración por Angelino Garzón, y cuantos en el mundo entero oraron por la suerte de los mineros chilenos. Ahora, no soy pendejo ni camandulero, pero en asuntos de fe cada loro en su estaca. A los que no crean, los respeto. Pero que me respeten.
SEMANA: ¿Usted dice que su votación fue legítima? Pero si hace pocas semanas Mancuso ratificó en videoconferencia con la Corte Suprema de Justicia que los paramilitares lo apoyaron en Córdoba para los comicios de marzo del 2002...
M. U: Parece que usted no ha leído el proceso en mi contra. Fue la propia Corte Suprema la que certificó que nunca he tenido pacto alguno con paramilitares. Óigame bien, lo dice la Corte: nunca. Y le aclaro: a mí se me acusa de haber celebrado un presunto pacto político con Eleonora Pineda, para las elecciones al Congreso del 2002, de quien yo debía saber que era el brazo político de los paramilitares. Pues bien, demostrado quedó en el juicio que no tuve pactos con esa señora. Ella misma así lo afirmó a rajatabla ante los magistrados. Yo lo afirmé desde mi indagatoria hace tres años. Todas las pruebas del proceso lo confirman y, como si fuera poco, Córdoba y el país entero saben que un acuerdo electoral para Congreso sí lo hubo, pero entre Eleonora Pineda y Miguel de la Espriella, su fórmula entonces para el Senado. Y Mancuso es el mismo personaje contradictorio, confuso, difuso, incoherente, que se advierte en sus diferentes apariciones procesales. Un hombre cíclico, temperamental, angustiado, afligido, amargado. O megalómano, mitómano, manipulador, según lo describió el siquiatra y ex comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo.
SEMANA: Entonces, según usted, al igual que al ‘Tuso’ Sierra, ahora tocó no creerle a Mancuso.
M. U: Aunque usted acude a la ironía al formular su pregunta, por primera vez estoy de acuerdo con usted. A Mancuso tampoco se le puede creer. Lo que pasa es que tanto Mancuso como Sierra están confundidos y piensan que yo soy Álvaro Uribe y que yo los extradité.
SEMANA: De su respuesta anterior se desprende que el ex presidente Álvaro Uribe es entonces uno de los causantes de su actual situación...
M. U: Creo que él nunca se propuso hacerme daño. Pero, sin duda, mi parentesco con él, en buena medida, explica mi tragedia.
SEMANA: ¿Cómo así?
M. U.: Nunca he podido explicarme a qué horas y por qué coseché tantos y tan poderosos enemigos, o por qué de un día para otro me convertí en objeto de críticas despiadadas e injustas, en víctima de persecución incesante, en centro de demoledores ataques. Que parapolítica sin Mario Uribe no es parapolítica, que la Corte cambió su jurisprudencia para agarrarme, que soy el plato preferido y el objetivo principal, etcétera. Algo tendrá que ver mi pasada condición de “primer primo”, ¿O no? Por fortuna cesé en el ejercicio de ese cargo. No sé cuál se los Santos me reemplazará, pero que lo haga urgentemente. Los candidatos son más cercanos, primos dobles. Aconsejó que lo compartan porque la carga es pesada.
SEMANA: Pero usted como “primer primo” sí logró, por ejemplo, que el ex presidente Uribe se metiera a sacar la cara por usted y terminara peleando y en una cacería contra la Corte Suprema para defenderlo a usted.
M. U: Ahora pienso que no hubo acusación que no se me hiciera. Cómo le parece la villanía de quienes dicen que el presidente Uribe se atrevió a desafiar a la Corte y provocar el tortuoso, lacerante y lamentable desafío que conocemos. Nada más ajeno a la verdad.
SEMANA: Pero hay infinidad de graves episodios que así lo demuestran. Usted, que es uno de los protagonistas en la conspiración en la que se usó al paramilitar ‘Tasmania’ contra el magistrado Iván Velásquez. Ya está probado por la justicia que la Presidencia de la República puso al DAS a ayudar en ese complot para desacreditar y atacar a Velásquez y a la Corte, que lo investigaban. Entonces, ¿cómo dice que el presidente Uribe no quería ayudarlo?
M. U: Le voy a repetir la explicación de mi participación en el caso ‘Tasmania’: al anochecer de un lunes de septiembre del 2007 me abordó el abogado Sergio González y me contó lo que había sucedido en la Fiscalía de Medellín en una audiencia en la que participaron él, el doctor Iván Velásquez y ‘Tasmania’. Lo primero que se me ocurrió fue buscar a Santiago Uribe y a Ernesto Garcés Soto, con quienes me reuní esa noche. Acordamos contarle al Presidente. Así lo hice en la tarde del martes siguiente en su despacho. Sin pensarlo dos veces, ordenó que lo comunicaran con Mario Iguarán, entonces fiscal general, y con el doctor Velásquez. En el interín le expresé que no me parecía conveniente. Habló en mi presencia con Iguarán. Antes de que se comunicara con Velásquez, me retiré de Palacio, no sin antes repetirle que no me parecía prudente esa llamada, que nuestro propósito, el de Santiago, Ernesto y yo, era enterarlo de lo acontecido. Al día siguiente, preocupado, porque dado lo explosivo de Uribe, imaginaba hasta dónde podía llegar una cosa de esas, lo llamé a preguntarle si había hablado con el doctor Velásquez. Me respondió que sí y me reseñó el contenido de la conversación. Hasta ahí.
SEMANA: Le repito: la justicia probó que lo de ‘Tasmania’ había sido un vulgar montaje orquestado desde la Presidencia y en él que participó activamente el DAS. ¿Cómo va a decir que usted no tuvo nada que ver, si usted era el principal beneficiado de esa estrategia?
M. U: Si hubo algún montaje, niego cualquier participación en él.
SEMANA: ¿Cómo que si hubo? ¿Acaso lo duda? Martha Leal, la ex subdirectora de operaciones del DAS, entre otros altos funcionarios de ese organismo de inteligencia de la Presidencia, ya confesó que, siguiendo instrucciones, ella hizo parte de ese complot, que ella fue hasta Medellín por un documento que sirvió de base para el montaje contra Velásquez, y dijo también ante la Fiscalía que ella se reunió con su conductor para recibir un documento.
M. U: Hoy no recuerdo si la señora Leal me llamó y tampoco si recogió algún documento. Por mi detención no he podido averiguarlo. De lo que sí estoy seguro, y podría jurarlo, es de que nada tenía que ver con el caso ‘Tasmania’. En muy diversas ocasiones, personas de toda clase y condición me buscaban para hacerle llegar al Presidente mensajes de variado contenido. Si se quiere saber cómo llegó la carta de ‘Tasmania’ a Palacio, no lo sé. Fíjese que la fecha de la que habla la señora Leal de la carta que le dio mi conductor es muy posterior a la de los episodios de ‘Tasmania’.
SEMANA: Está probado que fue desde la Presidencia desde donde, entre muchos otros episodios, se ordenaron y ejecutaron complots y montajes como el de ‘Tasmania’. Si no fue usted, que era el más beneficiado, ¿quién en Palacio estuvo detrás de eso?
M.U: Pregunte en Presidencia o la los áulicos del ex presidente Uribe. Sinceramente, no sabría decirle
SEMANA: ‘Tasmania’ fue sólo una de las muchas peleas que casó el ex presidente Álvaro Uribe contra la Corte. Hay otra con el magistrado César Julio Valencia, en la que usted también aparece como protagonista. Valencia asegura que Uribe lo llamó desde Nueva York a reclamarle por el hecho de que la Corte lo había llamado a usted a indagatoria.
M. U: No conozco al doctor Valencia Copete y no tengo razones para desmentirlo. Y no se debe entender lo que voy a decirle como un desmentido: conozco a Uribe y sé que no hace eso ni por mí ni por nadie.
SEMANA: Entonces, ¿por qué o por quién cree que lo hizo?
M.U: Pregúntele a él.
SEMANA: Pero está probado, e incluso ya hay varios condenados que dejan en evidencia que la Presidencia de la República usó al DAS como el instrumento en un gigantesco complot contra la Corte por usted...
M. U: ¿Por mí? Ja, ja, ja. No me haga reír. Usted perdió la perspectiva del asunto. Se le olvidó que el problema se originó en el tema de la tutela, en el proyecto que sobre el particular presentó el Gobierno ante el Congreso y que hundimos a instancias del magistrado Yesid Ramírez, creo que a la sazón presidente de la Corte, Germán Vargas, otros congresistas y yo. Se le olvidó el enfrentamiento personal entre Uribe y Ramírez, y tantas otras cosas también se le olvidaron. No se equivoque, en esa pelea no tengo acciones.
SEMANA: ¿Cómo va a decir eso, si todo el mundo sabe que usted era la sombra del ex presidente Uribe y fue uno de los principales motivos de esa pelea con la Corte?
M. U: Eso es otra barbaridad. Yo padecí los gobiernos de Uribe. Eso lo sabe el entorno cercano de él, el equipo de gobierno en general y la gente del Congreso. Nadie más alejado de Palacio
SEMANA: Resulta muy difícil creer que usted, que era el “primer primo”, ahora diga que era lejano de Palacio y, sobre todo, que padeció durante los gobiernos de Uribe. Eso no lo cree nadie.
M.U: Hay muchos testigos de eso y hechos puntuales que lo demuestran, que van desde cosas tan sencillas como por ejemplo a la posesión del 7 de agosto del 2002 a mí ni me invitaron. Para la del 2006 fui yo quien optó por no ir. Hace más de dos años que no me veo con Uribe, en el año que llevo preso no he recibido ni una sola llamada de él y mucho menos una sola visita. Cuando me reunía con él, casi siempre buscaba que estuvieran testigos, muchos de esos áulicos o advenedizos, con una intención que yo desconozco. El Uribe que yo conocí no fue el mismo Uribe que estuvo ocho años en la Presidencia y que el país veía por televisión.
SEMANA: ¿A qué se refiere con eso?
M.U: Mejor dejémoslo de ese tamaño.
SEMANA: Pero decir que usted “padeció” durante los gobiernos de Uribe suena más a victimización suya, o por lo menos a una exageración.
M.U: Muchos nos atribuyen una cercanía que realmente no teníamos. Por cuenta de eso terminé heredando sus peleas y siendo víctima de sus enemigos en el país y en el exterior, quienes pensaron que atacándome a mí lo atacaban a él o le hacían daño. Lo que desconocen muchos es que a él eso realmente le importaba poco.
SEMANA: Pero son bien conocidas las peleas públicas y privadas que el ex presidente dio contra la Corte y muchos otros por defenderlo a usted.
M:U: Vuelvo y le repito lo que le dije antes. Esas peleas no fueron por mí. Él (Álvaro Uribe) no pelea por nadie. No voy a entrar a cuestionar sus motivaciones, pero por mí no fueron. Durante mucho tiempo insistí y mandé razones con varias personas insistiendo en que ese enfrentamiento con la Corte no era bueno para nadie y que de hecho uno de los primeros perjudicados era yo. De nada sirvió. Uribe hace mucho rato me dejó solo. O mejor. Nunca estuvo conmigo
SEMANA: Eso también es difícil de creer.
M.U: Puede que sí. Pero es la verdad. Cuando llegué al patio de los parapolíticos acá en La Picota, algunos de los que están recluidos pensaron que Uribe y yo éramos uña y mugre y eso generó algunas situaciones incómodas al comienzo entre algunos que tienen resentimientos. Con el paso del tiempo se han dado cuenta de que yo no soy tan cercano a él como todo el mundo piensa y que, al igual que les pasó a algunos de ellos, a mí también me dejaron solo.
SEMANA: ¿Se siente traicionado o utilizado por Uribe?
M.U: Uribe me traicionó. O más que traición, porque es una palabra muy fuerte, lo que ocurrió es que sencillamente me dio la espalda y me dejó tirado.
SEMANA: ¿Cómo ve el futuro de Uribe ahora que ha regresado a la política?
M.U.: Con preocupación por él. Me luce que puede terminar enzarzado en refriegas regionales o lugareñas en las que sólo él podría quedar como perdedor. Me parece un error bajarse del trono para asumir el papel de peleador callejero.