NACIÓN
Amenaza a un periodista: "Le damos 20 días para que se vaya"
Luis Fernando Montoya Londoño, director del periódico El Puente, de Honda (Tolima), ha sido blanco de una serie de intimidaciones por sus denuncias. Para salir de su casa le pide prestado el esquema de seguridad a otro periodista.
“Periodista, no siga hablando más mierda de las alcaldías vecinas. Le damos plazo de 20 días para que se vaya de nuestra zona o tomaremos represalias”. Este es el mensaje que el pasado lunes recibió en su celular Luis Fernando Montoya Londoño, director del periódico El Puente, de Honda.
No es la primera vez que Montoya es víctima de este tipo de situaciones. En junio de 2011 recibió otro mensaje de muerte: “Sapo, malparido, vendido, ya es hora de que los sapos mueran y a usted y a los dos de Mariquita les llegó la hora”.
Uno de los que hace referencia esa intimidación fue agredido de manera violenta por lo que le fue asignado un esquema de seguridad que comparte, cuando puede, con Montoya.
Pero, a pesar de que las amenazas en su contra datan de 2009, Luis Fernando sigue desprotegido y refugiado desde lo que él denomina el exilio: su casa en Honda, Tolima. Desde allí continúa con su labor periodística en El Puente, el periódico que fundó hace 14 años, cansado de la censura que le imponían en los medios locales a sus denuncias de corrupción de los servidores públicos de la zona.
El Puente circula cada 20 días, el tiempo que le toma a Montoya hacer reportería, redactar las notas, tomar las fotografías, escribir la columna de opinión y enviar a Bogotá el diseño para que lo impriman y regrese a Honda, donde él mismo lo distribuye por las calles. Es el informativo de un solo hombre, pues nadie se atreve a trabajar con él por miedo a las amenazas.
“Tanto los corruptos como los grupos criminales piensan que si callan a un periodista, lograrán infundir el suficiente temor entre la gente como para que nadie se atreva a hablar de nuevo”, señala Montoya, cuya frustración se nota en sus palabras.
Sin embargo, ante las amenazas se mantiene firme. “Yo no me voy a ir, porque no he hecho nada malo. Únicamente me he dedicado a hacer mi trabajo que es informar”, dice.
Y es que Montoya ha señalado en repetidas ocasiones escándalos de corrupción, concejales que reciben sobornos, alcaldes inoperantes, servidores públicos que permiten la entrada de grupos ilegales a las poblaciones, ya sea directamente o haciéndose los de la ‘vista gorda’ y un largo etcétera que hace difícil ubicar el origen de las intimidaciones.
“Yo no sé quién pueda ser, de lo que sí estoy seguro es que es por mi trabajo, por ser honesto y no acolitar el desorden que se vive en estas zonas de provincia. Aquí pasa de todo, pero como no es en Bogotá pues a nadie le importa”, afirma recordando que es padre de una hija que hace tiempo salió de Honda para estudiar y estar un poco más segura.
¿Montoya y cuántos más?
El caso de Luis Fernando no es único. Según cifras de la FLIP, sólo en lo que va corrido del año 53 periodistas han sido víctimas de amenazas y en la última década 26 han sido asesinados.
Lo preocupante del caso es que los comunicadores siguen desprotegidos, recibiendo amenazas y ejerciendo su oficio en las zonas de provincia donde los casos, paradójicamente, no alcanzan la resonancia mediática que tendrían, por ejemplo, en la capital de país.
Los colombianos recuerdan con indignación las muertes de muchos periodistas que en su momento usaron la única herramienta de la que disponían para defenderse, su palabra.
Los casos de don Guillermo Cano, Jaime Garzón, Silvia Duzán, Orlando Sierra, por mencionar algunos, retumban en la memoria nacional. No obstante, los comunicadores continúan trabajando bajo fuego, sin saber de dónde vienen las balas que pretenden silenciarlos.