INVESTIGACIÓN
¿El hacker trabajaba para inteligencia militar?
Andrés Fernando Sepúlveda se ufanaba de infiltrar las marchas campesinas y de su lucha contra las FARC.
“Estoy en algo grande, muy grande que va a reventar en 15 días y cuando pase, nos le tiramos la reelección a Santos”, les dijo Andrés Fernando Sepúlveda a un par de amigos hace unos días. Estos lo escuchaban con atención porque, además de hablar con gran convicción, siempre relataba historias interesantes, sobre la guerra y la paz del país.
“Es una persona inteligente, preparada. Con un discurso muy bien articulado. Por eso, le prestaba atención”, dice una joven que lo conoció y que aceptó conversar con Semana.com con la condición de mantener el anonimato. Este portal confirmó su identidad y confirmó que en efecto conociera a Sepúlveda.
Según sus propios relatos, a él le encantaba la milicia, las armas, la guerra y la posibilidad de derrotar a las FARC no sólo militarmente sino también a sus “cómplices que actúan en el campo y en las ciudades sin uniforme”.
Por eso, según las versiones contadas por Sepúlveda, él recibía instrucción en inteligencia y en el manejo de armas. “He viajado en varias ocasiones fuera del país para tomar cursos”. ¿Quién le paga eso?, se le preguntaba. “Los militares”, contestaba sin precisar qué unidad o por instrucciones de quién.
En la vida personal, es un hombre de reacciones violentas y de frecuentes comentarios machistas. “Alardeaba de las mujeres que contrataba”, eso me incomodaba, relata la fuente. “Por lo que contaba me parecía que en ocasiones era realmente muy violento”, agrega. “No hay nada peor que emborracharte y despertarte con alguien que no sabes ni su nombre, ni cómo la conociste, ni por qué está muerta”, escribió en alguna ocasión en su cuenta de Twitter.
En el ámbito político reivindicaba la ideología de extrema derecha y se molestaba mucho cuando se le discutía si no era hora de buscar una salida negociada con las FARC. “La guerra es la manera más romántica de solucionar nuestros problemas”, escribió el mismo en la red social.
Se ufanaba de haber infiltrado la protesta campesina que se realizó el año pasado. Contó que lo había hecho de dos maneras. Una, yendo hasta el propio lugar para establecer la identidad de los líderes del movimiento agrario, y dos, interceptando los correos electrónicos para establecer quién actuaba a favor de la protesta por una reivindicación del sector rural o quién por instrucciones de las FARC.
Hace unos meses contó que había entrado a trabajar con la campaña de Óscar Iván Zuluaga y que se sentía a gusto allí porque esta defendía los ideales de Álvaro Uribe. Aunque, precisó, según su testimonio, que su trabajo más importante era con los militares.
De unos meses para acá se mostraba muy satisfecho porque las cosas le estaban saliendo “muy bien”. “Vamos a ganarle a Santos”, pronosticó. “Nos disfrazaron la entrega al Castro-chavismo en un proceso de paz. ¿Hasta cuándo le vamos a seguir la cuerda a Santos y sus camaradas?”, preguntó públicamente en su perfil de Twitter, ahora suspendido.
Era tal su convicción de la derrota de Santos, que llegó a decir que ya había pensado que después del triunfo de Zuluaga él se iba a ir del país. “Ya habré hecho mucha plata y no me voy a quedar aquí porque la cosa se va a poner muy fea”, sentenció.
¿Hasta dónde estaba alardeando de unas acciones que realmente no ejercía? ¿Realmente trabajaba para inteligencia militar, o sencillamente quería mostrarse fuerte en algo que él no hacía?
Su papá, Moisés Sepúlveda, dice que su hijo Andrés “sería incapaz de cometer un delito porque es una persona de buen nombre”. Aunque, eso sí, aceptó que su hijo “ha colaborado con diferentes organismos del Estado para combatir la delincuencia”. Dijo desconocer si trabajaba para las Fuerzas Militares. “Si uno combate a la delincuencia, no puede ser un delincuente”, añadió.
“Con toda la seguridad le puedo decir que no ha incurrido en ninguna conducta irregular ni ahora ni en sus 31 años de vida. No ha comprado ni vendido información”, dice el papá.
Y Luis Alfonso Hoyos, director general de la campaña de Óscar Iván Zuluaga, cuando lo llevó al canal RCN y ocultó su identidad dijo que lo hacía por razones de su trabajo: “Luis Alfonso Hoyos me llamó por teléfono y me dijo que tenía información relevante sobre la campaña. Le di una cita y llegó acompañado de un personaje, del que no me dieron su nombre, sino, por razones de seguridad, un alias de inteligencia. Dijeron que era experto en inteligencia para el Gobierno, las Fuerzas Armadas y organismos internacionales”, recordó Rodrigo Pardo, director del informativo.
Estas preguntas son las que están tratando de establecer con él mismo en la Fiscalía. Por ahora, para el ente acusador, desde la oficina que tenía Sepúlveda en el norte de Bogotá aparentemente se estaban interceptando de manera ilegal las comunicaciones sobre el proceso de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC en Cuba. “La finalidad era sabotear, intervenir y afectar el proceso de paz y atentar contra la seguridad nacional”, ha reiterado el fiscal Eduardo Montealegre.
¿Cómo? Según Montealegre, desde el centro clandestino se habrían espiado las cuentas de correo electrónico del jefe de prensa de las FARC en La Habana, un correo institucional del Gobierno y el de dos periodistas cubanos que cubren los diálogos. ¿Para quién más trabajaba Sepúlveda? El país está a la espera de esa respuesta.