JUDICIAL

Así cayó la red de explotación sexual de menores

La operación involucró exagentes de la CIA, del FBI y de los Navy Seals de Estados Unidos.

18 de octubre de 2014
Timothy Ballard se hizo pasar por un pedófilo en Cartagena. Así este exagente de la CIA engañó a una red de traficantes de menores y ayudó a que las autoridades la capturaran.

Meses de seguimiento, una reina de belleza, falsos turistas infiltrados, fincas ostentosas, islas paradisiacas, una operación simultánea en tres ciudades y tenebrosas redes de prostitución infantil. Perece el argumento de una película de acción ‘hollywoodense’, pero fue lo que pasó el sábado pasado, cuando las autoridades lograron dar uno de los más grandes golpes contra la pedofilia en la historia de Colombia al capturar a 12 traficantes y liberar a 47 menores en Medellín, las Islas del Rosario y Armenia.
Mil dólares. Es lo que los proxenetas de Cartagena pedían por la virginidad de María, una niña de solo 11 años. Los delincuentes llevaron además decenas de menores para armarle a un grupo de estadounidenses una juerga clandestina en una playa solitaria. En una fastuosa finca del Eje Cafetero, Mateo, un jovial norteamericano, pagó 5 millones por 18 menores. Mientras que en Medellín, varios gringos entregaron generosos fajos de billetes verdes para parrandear toda la noche con jovencitas.

Quien coordinó las tres horrorosas bacanales se llama Timothy Ballard. A primera vista parece un turista como cualquier otro: alto, de ojos azules, cabello rubio, con ganas de fiesta y dólares para gastar. Podría ser uno de esos tantos extranjeros que busca sexo en Colombia, pero es en realidad un ‘Rambo’ que combate la pedofilia. Exagente de la CIA y del Departamento de Seguridad Nacional, se infiltró en muchas redes de prostitución.  Pero como, en sus palabras,  “muchas veces los problemas no tenían que ver con Estados Unidos y no se podía ir más allá”, fundó la ONG Operation Underground Railroad (OUR) que se sostiene gracias a donaciones voluntarias (www.ourrescue.org), y que junto a autoridades locales se dedica a atrapar a traficantes de niños.

En Estados Unidos armó un grupo de agentes retirados del FBI, expolicías y antiguos miembros de Boinas Verdes y Navy Seals que se hacen pasar por clientes del repulsivo negocio. Su última operación tuvo lugar el sábado pasado en Colombia. Ballard montó una de las trampas en las Islas del Rosario. Después de varias semanas de negociación con los proxenetas, armó una falsa fiesta en una mansión playera. Le llevaron decenas de menores, entre estos tres niñas y un niño entre 11 y 12 años, todos vírgenes. Le tenemos un “regalo muy precioso” le dijo uno de los delincuentes. 

Al mismo tiempo, varios militantes de OUR montaron acciones similares encubiertas en Medellín y Armenia. Llevaban meses intercambiando información con la Policía y el CTI, infiltrándose en las redes de pedofilia en internet para conseguir pistas. Mateo, que trabajó 12 años en inteligencia, le contó a SEMANA que “hicimos las tres operaciones con el CTI, el Gaula, la Embajada de Estados Unidos. Alquilamos una finca en la zona cafetera, éramos dos encubiertos  y diez personas vinieron con nosotros para simular que estábamos de fiesta”. 

A la entrada de la hacienda pusieron globos y una enorme cartelera con “Feliz cumpleaños Camila”. Buscaban que los vecinos no sospecharan al ver entrar decenas de menores de edad. Pusieron música, abrieron botellas de licor y llenaron la casa de cámaras y micrófonos para recopilar pruebas. En los alrededores de las tres fiestas se escondía el CTI. De repente sonó la palabra clave y los agentes se lanzaron sobre el objetivo.

Ballard contó que en las Islas “fue muy dramático, 30 hombres armados hasta los dientes llegaron, les gritaron a todos que se lanzaran al piso y empezaron a esposarnos, los niños estaban espantados. Es horrible, pero no podemos decirles quiénes somos, que no somos los malos, pero lo hacemos por seguridad, para poder seguir infiltrándonos”.

El triple golpe fue el más grande de la historia de la organización, pero no fue su primera misión en Colombia. En mayo Ballard y su gente inventaron una falsa despedida de soltero en una casona cartagenera donde ayudaron a que el CTI capturara a cinco traficantes de niños. Este operativo incluyó la participación de Laurie Holden, una de las actrices de la afamada serie The Walking Dead, que se hizo pasar por una de las amigas de los pedófilos y trató de tranquilizar a las muchachas en medio de los gritos policiales.

Ninguna de estas redes tenía relaciones entre ellas, son todas pequeñas, flexibles, sin grandes cabecillas, lo que dificulta detectarlas. Pero todas compartían modus operandi similares. En Cartagena, la banda era presuntamente liderada por la exaspirante a reina popular Kelly Johana Suárez. Esta morena despampanante de solo 18 años atraía a muchas jóvenes a través de su agencia Stage Models Caribe con la promesa de lanzarlas al estrellato. Una clásica modalidad de engaño.

En Armenia los proxenetas usaban sitios de masajes e internet para vender planes sexuales a extranjeros. En Medellín, un taxista ofrecía los menores a los turistas que visitaban la ciudad. En este caso lograron infiltrar las comunicaciones de un pedófilo estadounidense y estudiar videos pornográficos donde identificaron a varios de los delincuentes.

En Barranquilla, solo cinco días después, cayó otra pandilla que controlaba a cerca de 200 víctimas. Y es que el problema es tan fuerte que las autoridades están desarrollando tácticas cada vez más agresivas para combatir este delito. Como dijo a SEMANA el general William Salamanca, director de Protección y Servicios Especiales de la Policía Nacional, “sabemos que hay turismo sexual con menores en la Costa, el Eje cafetero, Cali, Medellín, Bogotá y ciudades intermedias. Tenemos una estrategia muy fuerte para acabar con este horror”.

En los últimos años se fortaleció el trabajo interinstitucional, se tejieron alianzas con los hoteles para que denuncien y empezaron a colaborar de frente con organizaciones como OUR y las autoridades estadounidenses. El agente especial Luis Sierra del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos) explicó que llevan varios meses formando colombianos a quienes les entregaron tecnología clave para rastrear los criminales en internet. Washington cuenta además con la ayuda directa de compañías como Facebook, Twitter o Google, que les han permitido identificar casos de pornografía infantil en Colombia.

Así es como Colombia se convirtió en un líder en la lucha contra la pedofilia y a principios de noviembre se convertirá en el primer país latinoamericano en entrar al Virtual Global Taskforce, una especie de Interpol contra los crímenes sexuales virtuales. Pero este combate tiene que ir mucho más allá, pues depende de toda la sociedad que Colombia no se convierta en un paraíso de sexo infantil.
 
Hace unas semanas el país se alborotó con un reportaje que describía a Medellín como “el burdel más grande del mundo”. Esa tal vez era una afirmación amarillista pero pocos se escandalizaron con las denuncias del programa sobre la venta de la virginidad de niñas de 11 años. Es una realidad dolorosa, pero no se puede ocultar por miedo a que se dañe la imagen del país. Todo lo contrario, solo las denuncias y los ataques de frente van a dejar claro que Colombia no es una nación donde cualquiera hace lo que quiera con un fajo de dólares.