CRÓNICA
Así logró Fernando Carrillo voltear a todo el Senado
El nuevo procurador fue aclamado con 95 votos. Una cifra que jamás imaginó cuando empezó una de las más intensas campañas en el capitolio. El secreto: el silencio del uribismo.
Al mediodía de este jueves y después de dos horas de sesión, el Senado escogió por 92 votos a Fernando Carrillo nuevo procurador general de la Nación. Un resultado contundente, una auténtica goleada. Dejó sin votos a sus dos competidores, María Mercedes López y Jorge Fernando Perdomo, y sólo tres votos, en blanco, se apartaron de lo que se puede considerar más que una elección, una auténtica coronación. De los 95 votos depositados, 92 fueron por él, ninguno por sus competidores y tres en blanco.
A las 12:26 p. m., Carrillo se convirtió en el procurador electo con mayor número de respaldos que se recuerde en la historia reciente. Por eso, agradeció con la voz entrecortada. Hace un mes, cuando fue postulado por el Consejo de Estado, no se imaginaba que un Senado que todos daban por dividido y polarizado terminaría respaldando su aspiración.
Muchos se preguntarán hoy por la fórmula del éxito de Carrillo. Cualquier colombiano desprevenido podrá pensar que el exministro de Justicia haya sido el que más se lució en la audiencia pública del martes y que su discurso haya conmovido tanto a los senadores, que terminaron votando por él.
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Pero no. Detrás de lo que está a la vista de todo el público se esconde una milimétrica campaña tras los muros del capitolio. Casi 50 días maratónicos mañana, tarde y noche, sin descanso. El objetivo, asegurar a por lo menos 51 senadores. El primero en hacerlo, podría cantar victoria.
Todo se remonta al jueves 8 de septiembre. Ese día Fernando Carrillo llegó muy temprano al capitolio, entró por la puerta lateral de la carrera séptima, la que se abre sólo para los ministros, pero que supo atravesar con guiño al conserje que seguramente ya lo conocía. No se le veía por la plenaria. Las veces que iba al capitolio tenía citas previamente pactadas, y contaba con un curtido jefe en el arte de asegurar votos en el Congreso.
Casi en simultáneo, la Corte Suprema de Justicia postuló al Perdomo, quien no tardó en aparecer en el capitolio, maletín en mano. En una de las mesas de la sede social del Senado instaló su despacho y allí, mientras le lustraban sus zapatos, empezó a dialogar con los senadores. En los primeros días, se vio a Armando Benedetti llevando a los senadores de la U para que se reunieran con ex vicefiscal. A Roy Barreras también se le vio en esa tarea. Parecía que no tenía lobistas, o que personalmente quisiera adelantar su estrategia, sin importar que se haya convertido en un habitual todos los días y a la vista de todos.
Una semana y media después apareció María Mercedes López, postulada por el presidente de la República. Poco se le vio en el capitolio, sólo se reunía con bancadas. Roberto Prieto, quien fue estratega de las dos campañas presidenciales de Juan Manuel Santos, figuraba entre sus asesores.
A la altura de la tercera semana, días antes del plebiscito por la paz, las cuentas favorecían con amplitud a Perdomo. Era un rumor a voces que tenía 30 votos en el talego. María Mercedes López, que tenía en los senadores Efraín Cepeda y Nohora García a sus principales aliados, en ese momento tenía asegurados los 17 senadores azules. Carrillo, mientras tanto, tenía sólo seis senadores liberales, incluso, por esos días se aseguraba que su gran carta era ganarse el Centro Democrático, sin embargo, un guiño de Uribe le podría dar la Procuraduría, pero si lo hacía público durante la campaña, le podría quitar respaldos.
Eso pasó hace dos años, cuando los inexpertos primíparos congresistas del Centro Democrático cantaron por anticipado su respaldo a Gilberto Rondón y, al hacerlo, la Unidad Nacional volteó sus apoyos en favor de Edgardo Maya Villazón. Aunque siguen siendo novatos, los uribistas tienen dos años de experiencia, no iban a quedarse sin procurador y por eso se reservaron su voto hasta el momento de la votación.
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Vino el plebiscito y, como por arte de magia, las cargas cambiaron. La baraja se volvía a repartir. Mientras a Perdomo le cancelaban desayunos y reuniones, y Benedetti y Roy Barreras dejaban de llevarle senadores, Carrillo empezaba, senador a senador, a voltear la torta. Y cuando parecía que el pulso sería con el ex vicefiscal, la exmagistrada López subió su cotización. Se decía que era la que tenía el guiño del Gobierno, que el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, era su jefe de campaña.
Carrillo dio su primer golpe de autoridad cuando los 17 senadores liberales firmaron un acta en la que le confiaban su voto. Ese apoyo, al parecer, había incomodado al vicepresidente Germán Vargas Lleras, de quien se dijo que le había encarrilado los nueve senadores de Cambio Radical a la exmagistrada López.
Nada estaba asegurado y a una semana de la elección, las bancadas de La U, del Partido Conservador, Cambio Radical, y el propio Centro Democrático eran un río revuelto. El que más pescara, sería procurador.
Llegó la audiencia pública y cuando parecía definitiva, Carrillo llegó con el apoyo de los 20 senadores de La U y con los nueve de Cambio Radical. Los primeros tuvieron que firmar una carta como respaldo de su palabra; los de Vargas Lleras, en un exclusivo restaurante del centro histórico de Bogotá, le dieron su palabra telefónicamente. En ese momento, Carrillo ya había alcanzado el número mágico de 51 votos, era virtual procurador.
Pero la víspera de la elección, el miércoles, hubo un conato de golpe a Carrillo. Veinticinco senadores de diferentes partidos se reunieron hasta media noche. Los conservadores Efraín Cepeda, Juan Diego Gómez, Nohora García, Nidia Marcela Osorio, Nadia Blel, Olga Suárez, Myriam Paredes, Hernán Andrade, Samhi Mereg y Luis Emilio Sierra; por La U Mauricio Lizcano, José David Name, Manuel Guillermo Mora, Maritza Martínez, Roosevelt Rodríguez, Manuel Enríquez Rosero y Carlos Enrique Soto; por los Verdes, Iván Name; Alexánder López y Alberto Castilla, del Polo; Julio Miguel Guerra, Teresita García y Mauricio Aguilar, de Opción Ciudadana.
La alianza de última hora fracasó. Entre otras, porque a pesar del vicepresidente Vargas para que Cambio Radical se sumara, condicionó esa eventual decisión al apoyo del Centro Democrático. Los uribistas no abrieron la boca y guardaron hasta el final el secreto que tenían desde el 7 de septiembre: Carrillo era su candidato.
Esa misma noche se rumoró que María Mercedes López podría renunciar a la terna, como hizo hace cuatro años en la reelección de Alejandro Ordóñez. Quienes esperaban su retiro por ‘W‘, se sorprendieron cuando trascendió que la exmagistrada había llamado a Carrillo a felicitarlo. También se comunicó con algunos de sus aliados y los dejó en libertad de voto. Fue dos horas antes del inicio de la plenaria de elección, de la que fue la gran ausente. Y aunque Perdomo sí compareció, se fue antes de llevarse el mazazo de no haber sacado un solo voto en la urna del Senado.
A las 12:26 p. m., cuando la comisión escrutadora leyó el resultado, se comprobó que los 10 senadores conservadores que le habían dado su palabra a María Mercedes López se voltearon, que la Unidad Nacional y el Centro Democrático tenían el mismo candidato a procurador, y que Cambio Radical volvía a sumarse, a última hora, al caballo ganador. Sólo una incógnita, los tres votos en blanco. En 50 días, Carrillo logró voltear el Senado.